Supervivencia

Kirchner, a pesar de su popularidad en baja, está dando una lección de supervivencia política que ningún observador o analista hubiera previsto. Su personalidad obsesiva y compulsiva solo existe en función de acrecentar su poder.
Lo increíble es su capacidad para implicar a otros en su propia locura. Sus seguidores, los ministros o legisladores que les responden, juegan un extraño juego. Pasado cierto límite, entrarán en zona de riesgo, de donde nunca se vuelve a la normalidad.
Scioli es un buen ejemplo de esta inmolación personal a fin de agradar al “jefe”. Fue, en algún momento, el político más popular de Argentina, antes siquiera que Kirchner fuera un opción presidencial. . Mis datos muestran que para enero de 2003 Scioli tenía un 48% de evaluación positiva y Kirchner un 32%. Por iniciativa de Duhalde se integró a la fórmula presidencial, a la cual traccionó parte de su popularidad. Kirchner jamás le reconoció ese aporte y, por el contrario, desde el primer momento se propuso recortarle las alas a Scioli.
Hacia 2005 Kirchner había elevado su popularidad al 80% y Scioli estaba estabilizado en un 50%. Pero, corsi e ricorsi, en 2007 comenzó la debacle para Néstor.Evaluación positiva de NK en una encuesta de julio de 2007 fue de 61% y las de Scioli, 51%
Pocos meses después, en mayo de 2008, Kirchner estaba en el 49% y Scioli ya lo superaba con en el 62%. En este año, Scioli arrancó con 47 a 40 de Kirchner, pero ambos terminaron en 30% a fin del 2009.
Scioli se abrazó a un ahogado y se ahogó junto a él.
Algo incomprensible, viniendo de un pragmático en cuyo quincho- que yo conozco- se exponen sus fotos con Menem, con Duhalde y con el Papa.
Esto habla de una zona oscura, suicida del ser humano, de su necesidad de buscar un Guía, aunque ese jefe lo lleve a la inmolación. Supongo que ese embrujo tendría Hitler sobre Rommel, Mussolini sobre Ciano, Stalin sobre Beria o Kruschev. Hay gente enormemente sensible al poder que emana de los lideres, ignorante que el poder se transfiere y que como dice La Boetie “cesa con solo quitarles nuestro apoyo”. Eso es lo que han hecho los argentinos este año, pero de eso no se han apercibido muchos cuadros oficialistas, que hasta junio quizás tenían la posibilidad de escapar del abrazo del oso kirchnerista, pero ahora han cortado amarras, quemaron sus naves y languidecerán junto a su jefe.