jueves, junio 27, 2013

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Los "todos" contra las "partes".

En el fondo, muy en el fondo, están los "panteistas"- los que creen que la historia es un hecho colectivo protagonizados por diversos "todos" uniformes (pueblo, raza, clase), que hablan con voz única "representando" a ese todo. Y del otro lado, modestos y a la defensiva, los que solo creen en las personas, individuales, diferentes, únicas, irrepetibles. Unos hablan de los "derechos del pueblo, o de la raza, o de la nación". Los otros - más modestos- de "derechos individuales", derechos de la persona. 
Los primeros tienen "prensa": dominan la universidad, el pensamiento, la polémica intelectual. Hegel es su referencia, o Marx, o Carl Shmidt. Los otros hablan de autores menos conocidos como Locke, Hume, Grocio, Santo Tomas,. Juan de Mariana. Son rápidamente acusados de "individualistas", por eso de que defienden al individuo frente a la multitud, a la persona frente al Estado, al ser humano frente a los Mitos de nación, clase o raza. La democracia , para los primeros, es solo la ley de la mayoría (se saben mayoritarios). Para los otros, la democracia es mera dictadura si la mayoría aplasta a la minoría. La diferencia entre democracia y dictadura es, para ellos, un solo voto. Con tener el 50% más 1, se puede condenar a los suman 50% menos 1 al exilio. a ser confiscados, expropiados, discriminados, presionados, reprimidos, anulados. Son "republicanos", más que demócratas. Pero la palabra hegemónica es "Democracia", no "República". Deseos de las mayorías, no derechos de las minorías; decisiones del Ejecutivo, no resguardos del Judicial. Poder único, voz del pueblo, concentrado, rápido. Los "individualistas", en cambio, hablan de Poder fragmentado, dividido, equilibrado, reflexivo, lento. Son dos mundos que casi no pueden dialogar. Ayer uno derrotó al otro. Festejemos.
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El valor

Leyendo la monumental Historia del Pensamiento Económico, de Rothbard queda claro que la falacia del valor es un invento-desafortunado de Aristoteles-. El griego dice que solo se intercambian bienes de igual valor. A es igual a B y por eso, el individuo x cambia B por A al individuo z. Eso supone que el valor es algo objetivo, algo que se puede medir. De ahi a que el valor es determinado por la cantidad de trabajo que un bien incorpora hay un paso, adoptado por Adam Smith y fervientemente desarrollado por Marx. Pero el tema es exactamente al reves, El individuo x se deshace de B por que lo considera de MENOR valor que A. Y el individuo z se deshace de A porque valora más a B. Se trata de dos bienes valorados igual INVERSAMENTE. Eso hace desaparecer la pretension de que el valor es algo objetivo y pone en la subjetividad el origen del valor. Por eso "Mi reino por un caballo": todo un reino vale "objetivamente" más que un caballo, pero para ese rey en la batalla, un caballo vale más que todo su reino. Los cientificos prefieren creer que el valor se puede medir objetivamente, para así plantear sus brillantes ideas economicas de mejora de la Humanidad. Asi nos fue. La realidad es que no hay ciencia alguna que pueda predecir que preferira x , si A o B, si un reino o un caballo.

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La historia olvidada. 
No es casual que yo no conociera nada sobre Abraham Cresques y la escuela judeo-mallorquí de cartografía. Esa escuela desarrolló la primera visión objetiva de la geografía, opacada por mil años de oscurantismo. Esa escuela fue contratada por Enrique el Navegante y fue la que permitió la hazaña de demostrar que había una ruta hacia Oriente, bordeando Africa. Esa escuela trabajó en libertad, sin los dogmas del "Mapa teológico" cristiano que concebia al mundo como una T (Europa, Africa, Asia) encuadrada en una O. Esta geometría elemental y tosca, que ponía a Jersusalem en el centro del mundo era necesaria para la dogmática cristiana, pero inútil para la navegación. Los judíos mallorquies investigaron, recogieron las cartas de navegación de centenares de marinos, leyeron relatos de viaje, en suma: reunieron el conocimiento disperso y fragmentario y a partir de eso desafiaron el Dogma geográfico cristiano, dando el puntapié para la Era del Descubrimiento que coronarían los portugueses y Colon. 
El espíritu libre es el que desafía el Dogma y busca información allí donde se encuentra. Es el espíritu de la Modernidad. Y, no casualmente, los relojeros, astrónomos, cartógrafos y matemáticos judíos tuvieron mucho que ver con ese renacimiento. Tanto que, insisto, no es casual que esa sea una historia olvidada: la Iglesia se encargó de borrar ese aporte judío a la Civilización, que incluyó las cartas de crédito- que solucionaban la peligrosa necesidad de viajar con oro-, la información cartográfica, los instrumentos de navegación como la brújula y el astrolabio y muchas cosas más. 
Ese espíritu judío era el espíritu moderno en ciernes, y de eso - como judío- me siento orgulloso.

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