jueves, noviembre 12, 2009

Ayaan Hirsi Ali



Publicado en el Blog de Orlando Tambosi


Han pasado cinco años desde el asesinato de Theo Van Gogh. Desde entonces, Ayaan Hirsi Ali, que escribió la película, tiene que vivir protegida a causa de las amenazas de muerte del fundamentalismo islámico, que quieren matarla por criticar el maltrato de esta religión a las mujeres (una curiosa forma de refutación). En los últimos tiempos, un fondo de donantes privados paga a los protectores de Ayaan Hirsi Ali. Tras sus libros Yo acuso, Mi vida, mi libertad , y Adán y Eva, que acaba de salir en España, en febrero publica Nomad..
Aquí hay una entrevista de Patt Morrison:

“¿Qué le pareció la visita de la Secretaria de Estado Hillary Rodham Clinton a África?

Siempre me alegro cuando Estados Unidos muestra interés por África, aunque sea simbólico, y el suyo era en buena medida simbólico. Creo que Hillary Clinton continuará con la ayuda del Departamento de Estado a África. Pero muchos países africanos se enfrentan a la expansión del islam radical, lo que significa que Estados Unidos va a enfrentarse con otro problema de seguridad nacional. El dinero wahabí está en África. Están construyendo mezquitas muy rápido. Están introduciendo la sharia. Es un movimiento de base, y no vi que nadie hablara de él.

Cuando hablamos de las mujeres en África, ¿Estados Unidos utiliza demasiados de sus valores o demasiado pocos?

Hay muchas disculpas por lo que significa la libertad. En África, te dicen: ‘Oh, es nuestra costumbre. La poligamia es nuestra costumbre, la mutilación genital femenina es nuestra costumbre, son nuestros valores’. Y los europeos y los estadounidenses son muy tímidos y apologéticos, diciendo: ‘Vaya, lo siento mucho, es vuestra costumbre’.

Su propia abuela vigiló su mutilación cuando tenías cinco años, aunque su padre se oponía.

Por eso insisto por principio. Mi abuela estaba convencida de que hacía algo bueno. Lo hacía por amor. Se lo había hecho a todas sus hijas; se lo habían hecho a ella, y a su abuela. No sabía que fuera posible no estar, como ella decía, ‘limpia’. Sí la educación ayuda, pero todo tenía que ver con la convicción que tenía de estar haciendo lo correcto.

¿Algún país irá alguna vez a la guerra por la seguridad y los derechos de las mujeres?

Parece que no sucederá. Pero soy muy optimista. No sobre ir a la guerra, sino sobre la capacidad de los seres humanos para cambiar de opinión. Recuerde lo que ocurrió con el comunismo. El gran problema es definir la protección de los derechos de las mujeres como el gran problema del siglo XXI. Si el mundo hace eso, la desigualdad de las mujeres será como la erradicación del apartheid: la gente insistirá en que está mal, está mal, está mal, y así es como se producen los cambios.

¿Qué cambia a la gente?

Le daré un ejemplo. La mujer sudanesa que decidió llevar pantalones: cuando el mundo la apoyó, no se atrevieron a azotarla. Es este tipo de insistencia inflexible. El tráfico de seres humanos –chicas secuestradas y obligadas a ejercer la prostitución- es una explotación económica. Eso puede erradicarse yendo a por los traficantes, proporcionando educación y erradicando la pobreza. Donde se pone velo a las mujeres, donde se cortan sus genitales, donde hay ‘crímenes de honor’, donde la mitad de la población no puede salir sin un guardián masculino... Eso no sólo se puede abordar hablando de la pobreza. Tienes que enfrentarte a esos principios.

He hecho esta pregunta a otras feministas. ¿Por qué siempre son los derechos de las mujeres los que están sujetos a negociación?

Sí. ¿No es interesante? Las mujeres son principalmente oprimidas por sus padres, sus hermanos, sus suegras, sus abuelas, así que es la forma más íntima de opresión. Otra cosa: el feminismo occidental todavía define al hombre blanco como el opresor, pero ahora es el hombre marrón, el hombre negro, el hombre amarillo. Cuando les dices: ‘Dejad de oprimir a vuestras mujeres’, ellos responden: ‘No me impongas tu cultura’. Habría sido fantástico que, cuando el presidente Obama fue al Cairo, hubiera dicho: ‘Le hemos enseñado al hombre blanco que la intolerancia es mala, y la ha dejado, al menos en su mayor parte. Ahora la intolerancia se ejerce en nombre del hombre negro, del hombre amarillo, del hombre marrón, de cualquier color’.

¿Usted distingue entre islam moderado e islam radical?


Me niego a hacerlo porque uno produce el otro. Naces en la corriente principal del islam. Te enseñan: No cuestiones al profeta; todo lo que dice el Corán es cierto. Y después vienen los radicales y lo amplifican, construyen a partir de ahí. Así que es el llamado islam moderado el que debe enfrentarse al elemento radical. Los musulmanes tienen que cuestionar la infalibilidad del profeta Mahoma. Tienen que dejar de enseñar a los niños y a los jóvenes que todo lo que dice el Corán es cierto y debe ser tomado en serio. Lo puede ver en el mundo cristiano. Hay grupos de cristianos muy radicales que se niegan a cansar. Pero la mayoría ha decidido reformarse, introducir nuevos modos de mirar la Biblia y permitir la libertad de expresión y conciencia. Así que si la gente se aparta de las ideas radicales, no los matan, no los decapitan.

En unos tres años podrá optar a la nacionalidad estadounidense. ¿Cómo ve aquí la gente su ciudadanía, en comparación con otros países?


Creo que la situación en Estados Unidos es mucho más sana que la europea. Estados Unidos tiene la ventaja de que cuando te conviertes en ciudadano, prometes lealtad a una Constitución que habla de ideas y no etnias. Por eso, los americanos no se sienten tímidos a la hora de enseñar a nuevos estadounidenses por qué la ciudadanía es importante, por qué el patriotismo es importante, el orgullo por los Padres Fundadores. Es más fácil que sentirse orgulloso de la historia de Francia, por ejemplo.

Nuestro valor central es la tolerancia. A usted le preocupa que toleremos las cosas equivocadas.

Para formar una comunidad de personas libres, hay que defender la libertad con uñas y dientes, y para que este país conserve su vitalidad, hay que entender que la libertad es una institución muy, muy vulnerable. Es algo que tienes que seguir defendiendo, y la única forma de hacerlo es siendo intolerante con la intolerancia.

¿Los musulmanes estadounidenses son distintos de los europeos?

Veo una gran diferencia, y es económica. La mayor parte de los musulmanes que vienen a Estados Unidos tienen un nivel de educación más elevado de los que van a Europa, y más ingresos. Esto cambia mucho porque vienen más musulmanes a Estados Unidos. Estados Unidos no es un estado de bienestar. Los musulmanes americanos tienen que tener un trabajo. Los países europeos son estados del bienestar donde muchos pobres dependen del estado para sobrevivir. Eso es muy atractivo para los radicales. Espero que los musulmanes estadounidenses sean distintos. Pero eso no hace que Estados Unidos sea inmune al Islam radical.

En la Sun Valley Writers’ Conference, la escritora iraní-estadounidense Firooeh Dumas cuestionó su observación de que en el islam la subyugación de las mujeres es un mandato religioso y no cultural.

Dijo que ninguna de las cosas de las que yo hablaba tenía nada que ver con el islam, que yo simplemente proyectaba en el islam mis experiencias personales. Eso es algo que siempre me molesta. Dije que la ley de la sharia es ley islámica; se deriva del Corán. En todos los lugares donde se aplica, vemos cómo se trata a las mujeres. Firoozeh Dumas representa a una mujer ilustrada, culta, moderna, cosmopolita. La mayoría de la gente de origen cristiano de ese tipo no defiende el cristianismo del mismo modo que defienden en el islam la gente de origen musulmán.

¿Se considera atea?

¿Dios creó al hombre o el hombre creó a Dios? Pertenezco al grupo que dice que el hombre creó a Dios. Me siento cómoda viviendo sin una fuerza exterior que me diga lo que tengo que hacer. Prefiero creer en los seres humanos.

¿Cómo se sitúa políticamente?

Mi posición política es lo que los estadounidenses llaman libertaria y algunos europeos liberal clásica. Aquí la palabra liberal [progresista] está secuestrada por gente que sólo se preocupa por el colectivismo. Pero, bueno, libertario también implica que no te importan las comunidades. Soy una luchadora radical por la libertad individual, una defensora de la libertad individual. Soy una universalista: creo que esos derechos y libertades son universales”.

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