En el libre mercado el consumidor es el rey, y cualquier empresa comercial que quiera obtener ganancias y evitar pérdidas hace todo cuanto está a su alcance para servirlo con la mayor eficiencia y el menor costo posible.
Nada de eso ocurre, por el contrario, en una operación gubernamental.
Hay inherentemente una fractura grave e inevitable entre servicio y pago, o sea, entre la provisión de un servicio y el pago por recibirlo. En la oficina del gobierno el ingreso no depende, como en la empresa privada, del buen servicio al consumidor y de que este compre sus productos a un precio superior que sus costos operativos. Allí los ingresos provienen del asedio al acosado contribuyente. Por lo tanto, su funcionamiento se torna ineficiente y sus costos se elevan, dado que las oficinas gubernamentales no necesitan preocuparse por las pérdidas o por las quiebras; pueden compensar las pérdidas con aumentos en la tributación. Ademas, en lugar de halagar al consumidor para obtener su favor, se lo considera como una molestia para el gobierno, alguien que está "gastando" los escasos recursos que el gobierno posee. Dentro de las operaciones gubernamentales, al consumidor se lo trata como a un intruso indeseado, una interferencia en el sereno disfrute del ingreso seguro del burócrata. Si el consumidor demanda a cualquier empresa privada una mayor cantidad de bienes o servicios, la empresa se apresurará a ampliar sus operaciones, ansiosa por satisfacer esa nueva demanda. El gobierno, por el contrario, generalmente experimenta desagrado ante esa situación o incluso les pide a los consumidores que "compren" menos y permite que sobrevenga la escasez, junto con el deterioro de la calidad del servicio. (...) Solo el gobierno, por supuesto, pensaría en intimidar así a los consumidores. Solo el gobierno tiene la audacia de "resolver" los embotellamientos en las calles obligando a los automóviles privados a que dejen de circular. Según este principio la solución "ideal" para los problemas de tránsito es simplemente prohibir todos los vehículos.
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Naturalmente las respuestas de los burócratas políticos a las crecientes quejas sobre el servicio malo e ineficiente es siempre la misma: "¡los contibuyentes deben aportar más dinero"! (...)
La respuesta apropiada que surge ante la exigencia política de más dinero del contribuyente es esta pregunta "¿Por qué la empresa privada no tiene estos problemas?, ¿por qué los fabricantes de equipos de audio, o fotocopiadoras, o computadoras, o lo que fuere, no tienen inconvenientes en cuanto a conseguir el capital necesario para expandir su producción?¿Por qué no publican declaraciones denunciando al público inversionista por no proporcionarles más dinero para servir las necesidades del consumidor? La respuesta es que los consumidores pagan por los equipos de audio o las fotocopiadoras o las computadoras, y que los inversionistas saben que pueden ganar dinero invirtiendo en esos negocios. En el mercado privado, a las empresas que satisfacen exitosamente al público les resulta sencillo obtener una expansion del capital; no ocurre lo mismo con las empresas ineficientes y poco exitosas, que finalmente tienen que cerrar sus negocios.
Pero el gobierno no tiene ningún mecanismo de pérdidas y ganancias para incentivar la inversión en organismos que funcionen con eficiencioa y para sancionar a aquellos que son ineficientes u obsoletos impidiendoles operar(...)
Por ende, en el gobierno nadie "invierte" realmente, y no hay quien pueda asegurar que las operaciones acertadas se expandirán y que las infructuosas desaparecerán. En contraste con la empresa privada, el gobierno debe aumentar su "capital" literalmente apropiandose de él por la fuerza mediante el mecanismo de la recaudación impositiva".
2 comentarios:
Creo que la dicotomia no es tanto entre gestion publica y privada sino entre monopolio/libre competencia.
Hay empresas privadas que tienen una gestion semejante a la mas siniestra dependencia estatal por el solo hecho de tener un monopolio asegurado. Asimismo hay empresas estatales eficientes por el hecho de tener que competir con privadas.
Cada area del quehacer humano que este monopolizada suele ser bastante lastimera. Sin duda uno de los grandes monopolizadores es, aún, el estado
Ok, pero lo que marca Rothbard es la necesidad de ligar servicio brindado con ingresos: solo la empresa privada no-monopolica esta obligada: si no le cierran las cuentas,quiebra. En cambio la empresa estatal no tiene ese problema, tiene asegurada la subsistencia a pesar de brindar mal servicio.
Pero es cierto: el problema es el monopolio, publico o privado. Obviamente el peor de ellos es el publico, porque entre otras cosas tiene el monopolio del uso de la fuerza.Y solo por Ley se puede privatizar o liquidar.
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