jueves, diciembre 17, 2009

Crisis ideológica

Confieso que Murray Rothbard me está produciendo una crisis ideológica importante. El se atreve a desafiar todos los preconceptos.
Digamos que hasta ayer yo era un liberal “prolijo”: para mi el Estado no tenía que intervenir en la Economía, no debía jugar juegos de mercado, a riesgo de hacer tambalear toda la estructura productiva de un país. La desastrosa política que implementa Guillermo Moreno es el ejemplo más evidente del bochorno intervencionista. Ahí terminaba mi audacia.
Pero Rothbard se hace la pregunta del millón “El Estado: ¿para qué?¿ Por qué su intervención solo es “mala” en la economía?¿ Y la Educación, la Seguridad, la Salud, la Justicia: acaso en alguna de esas áreas el Estado produce buenos resultados, le mejora la calidad de vida a la gente? “
O sea el latiguillo: “que el Estado se remita a sus funciones naturales: Educación, Justicia, Seguridad…” peca de ingenuo, según Rothbard. La lógica del dominio, de incrementar el poder, de no fijarse en los costos, de acrecentar el aparato burocrático, de no imponer premios ni castigos, de tomar decisiones arbitrarias sin control alguno, en fin, toda la operación gubernamental esta viciada de un problema estructural, sistémico, de ineficiencia, corrupción y burocracia. Más allá de las buenas intenciones de algún gobernante.
Tomemos el tema de estos días: la Policía Bonaerense. El caso Pomar y las propias y patéticas denuncias del ministro de Seguridad indican que la “Maldita Policía” volvió a sus buenos viejos tiempos. Si se escucha al Juez Arias , un escalofrío te recorre la espalda: la Policía no solo “apaña” el crimen: ES la cabeza del crimen en la Provincia de Buenos Aires. No es una actor más , es EL actor de la inseguridad, el que provee la logística , la información y la cobertura a las bandas, meros ejecutores de sus decisiones. Este monstruo burocrático y violento es el caso extremo de lo que describe Rothbard: el Estado como aparato de dominación al servicio de mafias, que usan todo el poder de la legalidad para esquilmar, aterrar y esclavizar a los ciudadanos. Un contrasentido: nuestros impuestos alimentan al monstruo que nos devora. Es un doble atropello: nos confiscan nuestros ingresos, y con eso se financia el aparato que luego nos roba en cualquier esquina del Gran Buenos Aires.
¿Qué hacer?
Rothbard es revolucionario y no se anda con chiquitas: el Estado mismo es el que debe desaparecer, reemplazado por ciudadanos libres que contratan libremente servicios de empresas dispuestas a proveérselos: educación, salud…y seguridad y justicia. Policía privada, justicia privada. No se anda con chiquitas Rothbard. Claro que uno , instintivamente, rechaza esas audacias y las cree producto de una mente imaginativa y utópica. El tema es que después de leer “Manifiesto por una nueva libertad” a uno le queda el germen de la duda: ¿no serán posibles , después de todo, esos excesos “libertarios”?
Al menos, a uno lo obliga a replantearse todo el esquema de organización social, desde la escuela (a cargo de la comunidad, nunca del Estado) hasta la justicia privada, pasando por las calles privadas…Todo parece un delirio, pero Rothbard argumenta con tal fuerza, aporta tantas pruebas, que a uno lo deja dudando.
En fin. Confieso mi entusiasmo y, a la vez, mis dudas. Pero el artículo que me publicó El Independent -escrito antes de haber leído nada de Rothbard- tiene enormes coincidencias con sus planteos contra el Estado-Nación y su monopolio del territorio. El murió en 1995, así que casi no pudo enterarse de lo que era Internet, pero ese espacio virtual y no-estatal parece cumplir algunos de sus sueños.

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