sábado, diciembre 26, 2009

Forma y contenido

Para simplificar, forma es de derecha y contenido es de izquierda. O sea: Borges (un formalista) es un escritor de derecha y Walsh un escritor revolucionario. Cortázar fue un exquisito escritor “formalista” hasta que insistió en sus mamarrachos progresistas como “El libro de Manuel” y otras intoxicaciones parecidas, a fin de transformarse en un escritor de izquierda. Por suerte no lo logró.
Si una historia es "individual", estamos en el reino de la "forma": amor, odio o celos a nivel individual son "formalismos, nimiedades". Cuando, en cambio, el sujeto es colectivo (clase, pueblo, nación) sus historias se cargan de "contenido" social, y entonces valen la pena.
Lo mismo con el cine: las maravillas de Cameron – como el inminente “Avatar”- son fantasías alejadas de cualquier simbología social, por lo tanto redundantes, ya que “no te queda nada en la cabeza” después de verlas. En realidad te queda una EXPERIENCIA inolvidable ya que alguien te puso en contacto con la aventura, con los mitos, los prototipos que luchan desde Homero en adelante en un relato inacabable entre bien y mal, entre belleza y fealdad, entre juventud y decrepitud, entre poder y resistencia a la autoridad…pero eso no es importante, porque no hay “mensaje”.
Así estamos: la cultura solo puede ser auspiciada y financiada por el Estado si como mínimo aborda algunas de las siguientes problemáticas: discriminación, sexismo, homosexualidad, ecología, defensa de intereses sociales, luchas populares, pueblos originarios, dictaduras militares.
En cambio para hablar de amor, odio, celos, pasión, venganza, belleza, optimismo, dudas personales, conversiones…no hay dinero del Estado. Que cada uno se arregle como pueda.
El Estado está para proveer “contendidos”, no “formas”.

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