jueves, diciembre 31, 2009

De Emanuel Kant: la necesidad del conflicto entre individuo y sociedad

Idea de una Historia Universal desde
una Perspectiva Cosmopolita (1784)
Cuarta Proposición
El medio de que se sirve la naturaleza para efectuar el desarrollo de
todas las capacidades humanas es el antagonismo de las mismas en la sociedad en la medida en que éste llega a ser finalmente causa de un ordenamiento de la misma conforme a leyes. Por antagonismo entiendo aquí la sociabilidad insocial de los hombres, es decir, su inclinación a entrar en sociedad, unidad, sin embargo, a una resistencia permanente que sin cesar amenaza disolver la sociedad. Esta tendencia reside evidentemente en la naturaleza humana. El hombre posee una propensión a socializarse, porque en tal estado siente que es más hombre, esto es, que desarrolla sus disposiciones naturales. Pero posee también una gran inclinación a individualizarse (aislarse), porque halla en sí a la vez el carácter insocial de querer dirigirlo todo según su arbitrio y por eso espera resistencia de todos lados, así como sabe también de sí mismo que tiende a resistir a los otros. Pero es esta resistencia la que despierta todas las fuerzas del hombre, haciéndolo superar su inclinación a la pereza y, arrastrado por el afán de honra, de poder y de riqueza, forjarse un lugar entre sus semejantes, a quienes no puede soportar
pero de quienes tampoco puede prescindir.
Así se dan los primeros pasos auténticos desde la primitividad hacia la cultura, que consiste propiamente en el valor social del hombre; así se desarrollan poco a poco todos los talentos, se forma el gusto y aun, mediante una continua ilustración, se inicia un modo de pensar que puede transformar con el tiempo la grosera capacidad natural de discriminación moral en principios prácticos determinados, y convertir así finalmente a la sociedad reunida por motivaciones patéticas en una totalidad moral. Sin esa cualidad, en sí misma nada amable,de la insociabilidad de que surge la resistencia que cada uno deberá enfrentar necesariamente en sus pretensiones egoístas, todos los talentos permanecerían
eternamente ocultos en germen en un arcádica vida pastoril de completa armonía, suficiencia y amor recíproco; los hombres, bondadosos como los corderos que pastorean, no habrían dado a su existencia un valor mayor que a la de su ganado; no llenarían el vacío de la creación con respecto a su meta como naturalezas racionales. ¡Demos gracias, pues, a la naturaleza por la intolerabilidad, por la vanidad competitiva y envidiosa, por
el apetito jamás saciado de posesión y de poder! Sin ellos, todas las excelentes
disposiciones naturales de la humanidad dormitarían eternamente sin desarrollarse. El hombre quiere concordia; pero la naturaleza sabe mejor qué le conviene a su especie y quiere discordia. El quiere vivir cómoda y agradablemente; pero la naturaleza quiere que deba salir de la inercia y de la satisfacción inactiva, y entregarse al trabajo y al esfuerzo para que descubra los medios de evadirse nuevamente de éstos por su habilidad
. Los estímulos naturales para ello, las fuentes de la insociabilidad y de la resistencia permanente de que nacen tantos males pero que conducen a una nueva expansión
de las fuerzas y a un variado desarrollo de las capacidades naturales, ciertamente delatan el orden de un sabio Creador y no la mano de un espíritu maligno que hubiera contrahecho o deteriorado envidiosamente su magnífica obra.

1 comentario:

Nicolas Martinez dijo...

Esplendido !

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