Depende de los que respetamos el Preámbulo….
Fue interesante escuchar argumentar a los legisladores: la lucha “anti K”, ayudó a que se estudiaran los temas a tratar y la unión sirvió para demostrar que juntos pueden más. Aún así, cinco comisiones fundamentales para mantener el poder de los Kirchner quedaron en sus manos: Presu-puesto y Hacienda, Asuntos Constitucionales, Peticiones, Juicio Político y Seguimiento de los DNU. A ello se le suman algunos opositores con ideas similares a las del Gobierno y, otros que responden a los beneficios que sabe ofrecer Néstor Kirchner.
De todas maneras con mirada optimista se puede decir que comienza una etapa en la que se intentará, con la unión de casi toda la oposición, reconstruir la institucionalidad, aunque sea de a poco. Esto permitirá allanar el camino a quien gobierne después del matrimonio Kirchner y dará una luz de esperanza a quienes esperan un cambio que permita realizar proyectos de mucha inversión.
Reglas claras y perdurables son imprescindibles para comenzar a pensar en cualquier emprendimiento viable en nuestro país. Sería un buen comienzo, arreglar el Consejo de la Magistratura, el INDEC, y que los representantes de la Justicia se animen a respetar y a hacer respetar las leyes de la República sin el temor que hasta ahora se los ha impedido. Por lo menos se deben abandonar las trabas que ha puesto Kirchner a las instituciones democráticas. Lo demás vendrá por añadidura, acompañado por la presión social. Ya no se aguantan las consecuencias nefastas que ha traído la política de este gobierno.
La desesperación de los Kirchner, al verse abandonados por el electorado, les ha hecho dirigir su acción a fortalecer el poder a toda costa. Saben que sin consenso no podrán mantenerse por vía democrática, salvo que la vicien con métodos mafiosos.
Sin embargo, basta ver las imágenes que nos muestra la televisión, todos los días, para saber que la gente no da más, que falta una chispa para que salgan a la calle y le suelten definitivamente la mano a la Presidente y a sus Ministros.
El Gobierno desmiente hechos que la realidad muestra en imágenes diariamente: según declaraciones de los funcionarios la inseguridad no es tal como se dice, la inflación no se menciona aunque está ligada a las compras diarias que hacen los argentinos. La salud les preocupa cuando aparece la estación de la gripe o la del dengue pero no hay una política general que atienda las causas y morigere los efectos.
Aparecen temas escandalosos que presentan en sociedad mafias de medicamentos y corrupción, aunque solamente se involucra a personas abandonadas de la protección K, mientras se esconden delitos de los que están cerca del gobierno. Las Leyes y la Justicia no son iguales para todos: no alcanzan al enriquecimiento ilícito de los miembros del gobierno y sus amigos. Con seguridad, podrán caminar libremente cuando se alejen del gobierno, gracias a jueces amigos que convertirán en “bien habido” el millonario patrimonio de Cristina y su marido como, así también, el de Moyano y otros amigos del Poder.
Resulta imprescindible que la oposición, desde el Congreso, no mire impasible el avance del Gobierno sobre los derechos civiles, evitando los procedimientos policiales que usa con la ayuda de grupos civiles, los cuales, a manera de milicias populares, están a sus órdenes pudiendo causar, en cualquier momento, daños irreparables. Tienen que detener, aunque no coincidan en todo, al menos la destrucción de la institucionalidad y la estabilidad democrática, en peligro por la política kirchnerista: se está destrozando el orden económico y la paz social.
No es la oposición, como dice el Gobierno, la que desestabiliza criticando e impidiendo sus desmanes, por el contrario, reconocida por la Constitución es su deber controlar al gobierno y proponer políticas alternativas.
Evidentemente, la solución a los problemas que nos aquejan debe ser de signo liberal. Recordemos que el liberalismo comenzó luchando contra el poder absoluto, contra el poder arbitrario del monarca y la sumisión absoluta del ciudadano al gobierno.
Es por eso que hoy tenemos que salir en la próxima manifestación organizada por las entidades rurales, otra vez a la calle, todos, para no desperdiciar el esfuerzo. Debemos demostrar que vamos a resistir, como la Constitución manda, a un gobierno dictatorial que se ha llevado por delante las instituciones, al incentivar, por coacción, la cooperación obligatoria a parlamentarios, empresarios, políticos, y ciudadanos.
En algo todos los opositores estamos de acuerdo: en mantener el sistema democrático para permitir consensos revocables y vivir en un clima pacífico donde los conflictos se diriman en libertad.
Los avances del Gobierno sobre la libertad de prensa han colmado la paciencia porque, apropiándose de la información, afectan el derecho de los argentinos a saber si los actos de gobierno agreden la seguridad y libertad de los ciudadanos. Contribuye a distorsionar la percepción de la realidad para servir a sus propósitos hegemónicos.
Es hora de que dejemos de lado el nacionalismo populista implantado por los K: no necesitamos caudillos que representen a las masas populares, ni independencia económica, ni política exterior independiente, ni en nombre de una sociedad justa, aguantarnos un régimen corporativo implantado por gobiernos populistas. Ya aprendimos, los que gustamos de la historia, que ese tipo de gobierno no acepta la modernidad ni el proceso abierto de globalización donde los países son interdependientes. Va contra la espontaneidad social, por eso necesita ser autoritario y avanzar sobre la esfera privada de las personas.
Depende de los que respetamos el preámbulo de la Constitución, que los valores allí enunciados, vuelvan a tener vigencia. Defendamos, antes de que sea tarde, la libertad individual contra la coacción del Estado.
Elena Valero Narváez. Autora de “El Crepúsculo Argentino”Lumiere.2006
evaleronarvaez@hotmail.com
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