Por sobre la mirada amenazante de los inquisidores, de los dictadores, de los nazis, mujahidines, estalinistas, leninistas, castristas, ecofanáticos, maoístas, fascistas, nacionalistas, aristocratizantes o populistas, la llama de la libertad sigue ardiendo.
viernes, junio 18, 2010
"La libertad de expresión y los derechos humanos no son ni de izquierda ni de derecha" Artículo de Hector Timerman (lo seguirá sosteniendo ahora?)
Yo denuncio la falta de libertad de prensa en Cuba. La denuncio porque creo que Cuba es una dictadura, una dictadura de izquierda. Una dictadura que por ejemplo se vanagloria de haber logrado que no existan analfabetos en su sociedad. Lo que no puede decir Cuba es que esa gente, todos esos cubanos que saben leer, tienen prohibido leer. Es imposible encontrar montones de libros importantes en Cuba porque están prohibidos: o sea, saben leer pero no tienen nada para leer.
Yo ya vi lo de Cuba en muchos otros países de derecha y de izquierda. Lamentablemente, la libertad de expresión es un rehén de las luchas ideológicas. Entonces, quienes apoyan a las dictaduras de derecha no hablan de la falta de libertad de expresión en los gobiernos fascistas de derecha y los que defienden ideas de izquierda no hablan de la libertad de expresión en las dictaduras de izquierda. Pasa lo mismo con los derechos humanos: son víctimas de las ideologías extremas y no son vistos como ideas supra-ideológicas.
Amnesty International es una organización de derechos humanos que fue prácticamente la organización más importante en la lucha contra la dictadura argentina. En la medida en que Amnesty denunciaba lo que estaba sucediendo en la Argentina en los campos de concentración, los diarios de derecha en la Argentina silenciaron sus denuncias y convirtieron a Amnesty prácticamente en una organización comunista. Así se la trataba acá en la Argentina por muchos de los medios nacionales. Ahora bien, cuando Amnesty International denuncia que en Cuba no hay libertad de expresión y que los periodistas independientes fueron arrestados y enjuiciados en forma ilegal y son tratados en forma inhumana, tenemos el caso contrario: los mismos diarios que acusaban a Amnesty International de comunista durante la dictadura argentina hoy llenan sus páginas con las denuncias de Amnesty, mientras que aquellos que fueron víctimas de la dictadura argentina y ayudados por Amnesty y que hoy están en puestos de importancia en otros medios de difusión silencian las denuncias de Amnesty International. Volvemos al mismo caso: Amnesty no cambió, lo que pasa es que Amnesty no permite que sea utilizada como una herramienta en una batalla de ideologías y denuncia tanto a una dictadura de derecha como a una dictadura de izquierda. Lamentablemente sí Amnesty es víctima de una utilización ideológica por parte de mucha gente y pasa lo mismo con Human Rights Watch y con Reporteros Sin Fronteras.
Como en toda situación donde hay gente perseguida y donde hay una sociedad que no tiene acceso a las libertades individuales, la obligación que tiene toda persona de bien y toda persona pensante es denunciarlo, es decir, no ser cómplice del silencio que buscan las dictaduras y buscar formas de alertar al mundo sobre lo que está sucediendo en esos países dictatoriales, como por ejemplo lo que está sucediendo en este caso en Cuba donde hay tantos periodistas, tantos colegas nuestros, siendo tratados en forma ilegal e inhumana, arrestados en condiciones tremendas. La Argentina tiene cerca de 90 periodistas desaparecidos y es uno de los países en el cual el periodismo ha sido víctima de la violación de los derechos humanos más importante de este siglo. Los argentinos que hemos tenido la suerte de sobrevivir la dictadura militar tenemos una obligación para con nuestros colegas de todo el mundo de acompañarlos, de ayudarlos, de manifestarles nuestra solidaridad y de denunciar a quienes son sus verdugos. Porque nos pasó a nosotros y nos puede volver a pasar en la medida en que bajemos la guardia.
La libertad de expresión y los derechos humanos no son ni de izquierda ni de derecha y hacer de esto una cuestión ideológica es un travestismo de lo que significa la profesión de periodista. Evidentemente Cuba alega que está siendo atacada por los Estados Unidos y que por eso tiene que tomar medidas de emergencia. Pero hay algo en lo que tenemos que ser claros: las medidas de emergencia en Cuba llevan más de cuarenta años. No puede ser que un país viva en estado de emergencia por más de cuarenta años. También la Argentina, durante la época de la dictadura, decía que era atacada por el comunismo internacional. Son todas patrañas, todas mentiras, excusas. Porque en realidad no importa si son atacadas o no son atacadas, si son víctimas o no son víctimas de una agresión. Nunca hay que olvidarse que por ejemplo Inglaterra fue atacada por Hitler, fue bombardeada por Hitler y Londres fue destruida por Hitler. Sin embargo, nunca a Winston Churchill se le hubiera ocurrido decirle a la oposición que había que disolver el Parlamento, que no podía haber oposición o que no podía haber libertad de expresión. Es imposible pensar en un país democrático donde sucedan esa clase de cosas.
Yo que fui víctima de la violación de los derechos humanos en la Argentina y que soy hijo de una persona que estuvo desaparecida y que tuvo la suerte de poder sobrevivir a la dictadura militar, les puedo decir que los países que más ayudaron, los colegas que más ayudaron a obtener la libertad de presos políticos en la Argentina fueron los colegas de medios como New York Times, Le Monde, el Corriere della Sera, la República de Italia y El País de Madrid. Nunca escuché que Granma o Pravda hayan obtenido ningún tipo de influencia en la lucha por la libertad de expresión en la Argentina. Porque en definitiva no hay ninguna diferencia entre el concepto de prensa que tenía el general Videla que la que tiene Fidel Castro.
Una de las lecciones que hemos aprendido durante todos estos años de lucha por los derechos humanos es la importancia que tiene la influencia política que pueden llegar a tener gobiernos extranjeros. Porque por más aislados que Cuba, o que países como Haití, consideren que están, dependen por muchos motivos de la buena voluntad de países extranjeros. Yo recuerdo y me imagino que será esto importante para los colegas cubanos que están presos en este momento, que fuimos ayudados de una forma categórica aquí en Argentina por las embajadas de Francia, Italia, Venezuela, Estados Unidos, y una de las maneras que tenían de ayudarnos era justamente sacarnos de esta situación de no existencia en la que el régimen nos quería colocar. Nosotros en Argentina no existíamos. Los diarios oficialistas en aquel entonces jamás publicaban una noticia sobre las Madres de Plaza de Mayo o sobre los desaparecidos. Prácticamente éramos no personas. Lo mismo ocurrió en la época de Stalin, en la Unión Soviética, donde a medida que uno iba cayendo en desgracia lo iban sacando de la foto, los iban borrando, dejaban de existir. Los primeros desaparecidos de los que se tuvo noción son aquellos que caían en desgracia en la Unión Soviética de Stalin: se los borraba de los libros, se los borraba de las fotos, o sea prácticamente nadie sabía qué había ocurrido. Y una manera de romper ese bloqueo que teníamos eran las invitaciones que recibíamos de las embajadas para asistir a los actos por las independencias de los países, o cuando venía un personaje importante de esos países. Recuerdo la emoción que tenía porque de pronto venía Patricia Derian, quien fue probablemente el adalid de los derechos humanos en la Argentina durante la dictadura. A mí me gustaría que le pregunten a ella lo que opina sobre la situación de los periodistas en Cuba y de la sociedad en general. Porque no puede ser que Patricia Derian haya tenido razón al luchar por la democracia en Argentina y esté equivocada al luchar por la democracia en Cuba.
Quienes hemos participado en organizaciones de derechos humanos, sabemos que todas las políticas de los gobiernos que corren riesgos, que están en situación de emergencia son mentiras. Son las formas que tienen ellos de seguir manteniendo cautiva a una población. No hay mejor defensa de un país, no hay mejor forma de convencer a un país que luchen contra una agresión externa que permitirles ser libres. Y eso es lo que no está sucediendo en Cuba.
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