Bajo costo
por Luis Felipe Rojas
Antes era así… y ahora también. Nací en una casa de tierra y piedra, cobijada con cogollo de caña, pero como yo escuche siempre que el discurso oficial decia que seríamos los privilegiados del 2000 pensé que al llegar a la edad de empezar a buscarle cobija a los míos, ya no existirían estas chozas en la Cuba que tanto adoramos.
En el barrio de Gutiérrez, el Distrito Cauto 3, La Cuchilla, Pedregalón y muchos más de esta geografía cubanoriental que soporta mis pisadas abundan las casas de “Bajo costo”, dice la nueva hornada de arquitectos populares, hacedores comunitarios de la miseria contemporánea.
Son tan de bajo costo que cuesta lo mismo erigirlas que derribarlas.
Esta que ven en la foto es de dos o tres años de levantada, la inclemencia de la lluvia va lavando las paredes para descarnarlas y dejarlas en la tierra pelada. El cogollo para el techo, es decir, la hoja de la caña de azúcar, hay que
cortarlo verde y ponerlo a secar por unos días para luego entrelazarlo pegado a los cujes. Adentro el piso de tierra, pulido por la escoba de la caserita. Afuera entre los matorrales el lugar para evacuar los intestinos, unos metros más al sur el pozo para coger el agua.
Aún en estas condiciones hay quienes tienen que enfrentar a los de la Unidad Inversionista de la Vivienda y sus lapas y otros chupasangres estatales cuando vienen a cobrarle por el préstamo que la Revolucion les hiciera para ‘El bajo costo” o a pedirle los papeles de la propiedad.
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