Fuente: http://www.generaciones-shoa.org.ar/
1. El holocausto fue meramente propaganda aliada.
Los aliados, en realidad, ignoraron los informes filtrados de Europa acerca del asesinato masivo de judíos por los nazis y sus colaboradores. Aún convencidos de su veracidad, trataron de esconder la información a la opinión pública. El 8 de agosto de 1942, el Dr. Gerhart Riegner, representante del Congreso Judío Mundial en Ginebra, Suiza, solicitó al consulado norteamericano en Suiza que informe al dirigente de los judíos norteamericanos Rabbi Stephen S. Wise acerca del plan de exterminio de los judíos europeos. La información le había sido dada a Riegner por un oficial alemán de alto rango.
En el mismo año, un militante polaco en la clandestinidad, Jan Karski, había sido introducido en forma secreta en un campo de concentración alemán en Polonia. Una vez fuera de él, fue enviado a Londres por su grupo, para informar acerca de los horrores de los que había sido testigo. Karski habló tanto con Roosevelt como con Churchill. Sin embargo, el testimonio de Karski no fue considerado.
Con revisar tan sólo los periódicos principales de la época, puede verse qué poca atención se dispensaba a las atrocidades nazis. Si el holocausto hubiese sido mera “propaganda”, ¿por qué se habrían tomado los aliados tanto trabajo para mantenerlo secreto?
2. No hay prueba de que el holocausto ocurrió.
Ningún crimen en la historia ha estado tan bien documentado como el holocausto. Las pruebas son multi-facéticas. Está demostrado por una miríada de documentos, en su mayoría de autoría nazi, capturados por las tropas aliadas antes de que los alemanes pudieran destruirlos. Incluyen detallados informes acerca de fusilamientos en masa y asesinatos con gas. Unos 3,000 documentos acerca de la destrucción de la comunidad judía de Europa por los nazis, fueron presentados por la fiscalía ante el tribunal de crímenes de guerra en Nuremberg. Los testimonios de primera mano de los sobrevivientes que vivenciaron los horrores de los campos de muerte, así como los informes y confesiones de los perpetradores, dejan pocas dudas acerca de la naturaleza de la “solución final” de Hitler. Películas espantosas y fotos de operaciones de matanzas y sus consecuencias pueden sólo comenzar a darnos una imagen de la dimensión de la bestialidad nazi; también lo proporcionan los informes de los Generales aliados así como las tropas que se enfermaban ante lo que encontraban en los lugares de las matanzas que acaban de liberar. Los sospechosos nazis juzgados en los años de posguerra por crímenes de guerra nunca arguyeron que los crímenes por los que eran acusados eran ficticios. Decían, por el contrario, que habían, “seguido órdenes”. La evidencia es, de hecho, tan exhaustiva que el 9 de octubre de 1981, el juez Thomas T. Johnson de la Corte Superior de California, sentó jurisprudencia diciendo que "El holocausto no es un tema sujeto a discusión. Es un suceso capaz de ser determinado de manera inmediata e indudable por medio de recursos de certeza razonable e incontrovertible. Es, simplemente, un hecho."
3. Las pérdidas judías estimadas durante el holocausto fueron muy exageradas. Nunca hubo 6 millones de judíos en Alemania.
Es verdad que en Alemania vivían menos de 600,000 judíos cuando Hitler accedió al poder en 1933. La mayoría de los judíos asesinados por los nazis, sin embargo, no vivían en Alemania. Residían en países invadidos por Alemania durante la guerra, especialmente Polonia y zonas de la Unión Soviética, donde millones de judíos habían establecido su hogar. De hecho, el protocolo de la Conferencia de Wannsee ( 20 de enero de 1942) un documento alemán que describe el plan nazi para el aniquilamiento de la judería europea, menciona más de 11 millones de judíos en el continente. La cifra 6 millones puede ser demostrada, comparando a la población judía de Europa de antes con la de después de la guerra. Tomando en cuenta incluso a aquéllos que escaparon de Europa y los otros que podían haber muerto por causas naturales, hay cerca de 6.000.000 de personas de los que no se puede dar cuenta. Documentos alemanes auténticos confirman la matanza de judíos en cifras millonarias. El famoso "Korherr Report,"(por Richard Korherr, estadístico en jefe de las SS) cita el número de pérdidas judías como mayor a los 2,454,000 solamente hacia fines de 1942. La guerra en Europa no terminó sino hasta mayo de 1945. La Comisión de Investigación Anglo-americana en su encuentro de abril de 1946, determinó el total de las pérdidas judías en 5,721,500. Basado en los informes estadísticos durante la guerra en ghettos, campos de concentración y las operaciones masivas de muerte llevadas a cabo por los nazis, el historiador y jurista internacional, Jacob Robinson, llegó al número 5,820,960. El historiador alemán Helmut Krausnick, determinó el número de las pérdidas judías como cercano a los 7 millones. Aunque el número exacto nunca será conocido, los estudiosos del holocausto llegaron a la conclusión que redondear el número en 6 millones coincidía con toda la evidencia.
4. ¿Acaso el Comité Internacional de la Cruz Roja no reportó que sólo 300.000 personas habían perecido en los campos de concentración alemanes, no todos judíos?
La Cruz Roja nunca publicó una tal estadística, ni tampoco ofreció un estimado del número de víctimas que perecieron en los campos. En su boletín del 1 de febrero de 1978, la Cruz Roja declara que nunca hizo una tal estadística, ni mucho menos, la publicó. El número 300,000 fue realmente tomado de un diario suizo, "Die Tat," en 1955. Esta estimación, sin embargo, era relativa al número de alemanes perecidos en los campos de concentración. No había mención en ese diario de ninguna cifra de la Cruz Roja. Los negadores del holocausto, continúan citando el dato inexistente como verdadero, con la esperanza de que poca gente buscará la confirmación de la fuente.
5. La política nazi hacia los judíos era la emigración, no el exterminio.
Desde el principio los nazis no ocultaron su objetivo de crear una Alemania y una Europa “libre de judíos”. Uno de los métodos más tempranos fue, por cierto, la emigración forzada. Pero el 10 de noviembre de 1941, Friedrich Jeckeln, dirigente de la policía y miembro de la alta jerarquía de los SS recibió en Berlín la precisa instrucción de matar a los judíos de su zona, debido a que, según las órdenes del Fuehrer, los judíos no podrían ya emigrar, sino que serían “evacuados”. En su discurso del 4 de octubre de 1943 a los generales de los SS en Poznan, el Jefe SS, Heinrich Himmler, no dejó dudas acerca del significado de la palabra evacuación. "Me estoy refiriendo ahora a la evacuación de los judíos, al exterminio del pueblo judío", declaró.
" Evacuación" había sido un eufemismo nazi para el asesinato aún antes. En la primavera de 1940, 1,558 enfermos mentales habían sido transferidos de sanatorios en el este y en Prusia para ser “evacuados” cerca del campo de concentración de Soldau. Nunca más se supo de ellos. Los nazis intentaron esconder sus intenciones por el uso de eufemismos. “Reasentamientos” era comúnmente usado para describir la deportación de judíos a la cámaras de gas; aasí lo informó el Mayor de las SS, Francke-Gricksch en un informe de 1943 acerca de Auschwitz, en el cual señala que los “hornos de reasentamiento” eran capaces de quemar 10,000 cuerpos por día. A pesar de sus intentos por esquivar las acusaciones, Victor Brack, uno de los arquitectos en jefe de los experimentos de "eutanasia" de Hitler, testificó ante el tribunal de crímenes de guerra en Nuremberg, que no era secreto entre los jerarcas nazis que "los judíos serían exterminados."
6. No se encontró ni un solo documento con la firma de Hitler en el que se ordenara el exterminio de los judíos.
Es verdad. Hitler no iba a repetir el error que había cometido antes cuando inicialó su “orden de eutanasia” que condenó a más de 70,000 pacientes mentales alemanes a la muerte en las así llamadas “instalaciones caritativas de cuidado” como Hadamar y Grafineck. (Irónicamente, las primeras víctimas muertas por gas por los nazis, fueron alemanes no judíos). La protesta popular que puso en peligro su popularidad, forzó a Hitler a abandonar su experimento eutanásico, o, al menos, llevarlo a cabo subrepticiamente. Nunca más colocó Hitler sus iniciales en ningún documento que lo conectara con asesinatos en masa. Sin embargo, los historiadores pudieron establecer con convincente certidumbre que la orden de exterminio de millones de judíos vino directamente de Hitler. El 10 de noviembre de 1941, el elevado jerarca SS y dirigente de la policía, Friedrich Jeckeln, recibió órdenes de liquidar la población judía de Riga. Fue informado por su superior, Hinrich Lohse, que se trataba "del deseo del Fuehrer". Pocos meses antes, el jefe de la Gestapo, Heinrich Mueller, envió un mensaje a los comandantes de los 4 Einsatzgruppen (escuadrones móviles de muerte que actuaban en el este de Europa) indicándoles que "el Fuehrer debía ser informado ininterrumpidamente acerca del trabajo de los Einsatzgrupp". Durante la discusión acerca de la liquidación de los judíos de Europa oriental, el jefe SS Heinrich Himmler, dijo al SS Gruppenfuehrer, Gottlob Berger, "el este ocupado debe ser liberado de judíos. El Fuehrer ha colocado la ejecución de esta difícil orden sobre mis hombros." La involucración de Hitler en la "Solución final" se hizo extensiva al asesinato con gas. El 25 de octubre de 1941 un jerarca se dirigió a Hinrich Lohse respecto del uso de “vagones de gas” especiales, por vía del juez alemán, Dr. Erhard Wetzel. Wetzel había sido convocado por la Cancillería e informado que la orden que debía preparar era, de hecho, una “orden del Fuehrer". El 4 de febrero de 1943, Hitler igualó el exterminio de los judíos con el “exterminio de bacterias”. El 30 de enero, en su discurso del Reichstag 4 años antes, Hitler había advertido que en caso de una guerra, "el resultado será...la aniquilación de la raza judía de Europa!" Quienes arguyen que Hitler no ordenó ni aprobó ni siquiera sabía acerca del asesinado de millones de judíos y otros durante el holocausto, lo hacen en flagrante contradicción ante toda la evidencia.
7.- El Zyklon B era un gas fumigante. No era un agente práctico para el asesinato en masa.
Ordinariamente, el Zyklon B (una preparación de hidrógeno cianhídrico) se usaba como insecticida. El hidrógeno cianhídrico, sin embargo, es realmente más peligroso para los humanos que para los insectos. Cuando el nivel de gas alcanza sólo 300 partes por millón, matará a la persona en pocos minutos. La cantidad de gas requerida para matar una persona de peso mediano es de sólo 60 mg.. Debido a que el Zyklon era, en efecto, tan tóxico, sus fabricantes advertían al personal de no entrar en la habitación fumigada con el gas hasta 20 horas después de haberla aireado. Adicionalmente, se agregó un compuesto a la preparación que emitía un poderoso e intolerable olor, un agente que alertaba acerca de la presencia del gas. Al comprar el Zyklon B para los campos de muerte, los SS ordenaron al fabricante que quitara el compuesto que advertía la presencia del gas, una indicación clara de la intención de su uso.
8. Si el Zyklon B es tan altamente tóxico,¿cómo fue posible sacar los cuerpos de las cámaras de gas pocos minutos después de la ejecución?
Las cámaras de muerte fueron construidas con sistemas especiales de ventilación para sacar el gas que quedara. Además, los prisioneros encargados de sacar los cuerpos (los sonderkommando) usaban mascarillas de gas.
9. Si el Zyklon B es tan fácilmente inflamable, una mínima chispa en el sistema de ventilación o el inmenso calor creado por los hornos crematorios vecinos podía resultar en una explosión.
El Zyklon B explota a 60.000 partes por millón. Se requiere sólo una concentración de 300 partes por millón para matar una persona en unos pocos minutos. (Menos de la mitad de esa proporción matará en menos de una hora) Claramente, la concentración de Zyklon usada en las cámaras de gas era muy inferior a los niveles de inflamabilidad que produciría una explosión.
10. No hay pruebas en absoluto de que los nazis mataran nunca a nadie en cámaras de gas.
El uso de cámaras de gas por los nazis está probado con un vasto rango de evidencia. Los testimonios de los mismos perpetradores tanto como los relatos de primera mano de los prisioneros, especialmente los miembros de los "Sonderkommando" (grupos de internos forzados a sacar los muertos de las cámaras de gas y deshacerse de sus cuerpos) constituyen sólo una parte de la evidencia. Documentos que incluyen planos de las instalaciones de muerte, así como solicitudes de materiales de construcción y de Zyklon B (la preparación mortal de hidrógeno cianhídrico usada para las cámaras de gas en Auschwitz y Majdanek., el monóxido de carbono fue usado en otros campos) han sobrevivido a la guerra del mismo modo que algunas de las instalaciones de gas mismas. Fotos clandestinas tomadas por prisioneros en Auschwitz-Birkenau revelan también el proceso de destrucción de los cadáveres sacados de las cámaras de gas. La fabricación, distribución y uso del gas mortal fue claramente demostrada en el “Juicio al Zyklon B” en marzo de 1946, en Hamburgo, Alemania. Dos de los acusados, Bruno Tesch y Karl Weinbacher, el dueño y el ejecutivo en jefe de una compañía que producía el gas, fueron sentenciados a muerte luego de que las notas de sus viajes a Auschwitz probaron que era falso su alegato de que desconocían que el veneno era usado para matar a los internos. Jean-Claude Pressac, quien solía ver con escepticismo el tema de las cámaras de gas, emprendió un estudio cuidadoso de Auschwitz en el cual analizó una gran variedad de documentos del campo, fotos, informes y planos. Pressac, interesado en un tiempo en las teorías negadoras del holocausto de Robert Faurisson, llegó a la conclusión de que su escepticismo original no podía ser ya sostenido frente a la evidencia. En 1989, la Fundación Klarsfeld publicó su estudio, “Auschwitz: Técnica y Operación de las Cámaras de Gas”, en el cual Pressac demuestra el uso de las cámaras de gas en el asesinato de cientos de miles de personas. Curiosamente, los judíos no fueron las primeras personas muertas por gas por los nazis. Las primeras víctimas fueron pacientes mentales alemanes condenados por la “Orden de eutanasia” de 1939 decretada por Hitler.
11. El ingeniero norteamericano y “experto” en ejecuciones, Fred Leuchter, probó que las “así llamadas” cámaras de gas en Auschwitz no podían haber sido usadas para su “supuesto” propósito.
Ernst Zundel, un neo-nazi canadiense, que era juzgado en 1988 por cargos debido a la distribución de literatura revisionista sobre el holocausto, solicitó ayuda a Robert Baurisson, un conocido negador del holocausto. Éste, contrató a Fred Leuchter, de Malden Massachusetts, un supuesto ingeniero y “experto” en ejecuciones. Leuchter visitó los campos de muerte de Auschwitz-Birkenau y Majdanek y a su regreso a los Estados Unidos, publicó un largo informe en el que concluye que las instalaciones examinadas “no podían haber sido utilizadas ni seriamente consideradas para funcionar como cámaras de gas”. Durante el juicio a Zundel, sin embargo, fue progresivamente evidente que había algo terriblemente equivocado en el “Informe Leuchter". Se investigaron los antecedentes académicos del Sr Mr. Leuchter y se descubrió que no tenía ningún título de ingeniero y que sólo había alcanzado un título menor en historia. La bizarra explicación de Leuchter de que cualquiera que hubiera ido a una escuela secundaria sabía suficiente matemáticas y ciencia como para ser un ingeniero, lo terminó de desacreditar ante el jurado. El juez Ronald Thomas escuchó algunos extractos del “Informe Leuchter”, juzgó la metodología utilizada como “ridícula” y falló que “Leuchter no tiene la pericia requerida".
La falta de capacitación y acreditación de Leuchter resultó una perturbación no sólo en el juicio a Zundel. Leuchter se había presentado como ingeniero y experto en ejecuciones en varias agencias del gobierno, entonces fue acusado por el estado de Massachusetts por su impostura. Frente a la posibilidad de ir a prisión en caso de ser condenado, Leuchter llegó a un acuerdo con la corte en el que admitía que “no era ni nunca había sido registrado como ingeniero profesional” aunque aceptaba que se había presentado como “ingeniero capaz de ser consultado en áreas de ingeniería concernientes a tecnología de ejecuciones”. Como parte del humillante acuerdo Leuchter también aceptó desistir de la distribución de cualquier otro informe de ingeniería durante su período de prueba.
Un análisis del “Informe Leuchter" realizado por el Profesor George Wellers en Paris concluyó que “los cálculos de Leuchter son absurdos... Se puede ver de múltiples maneras hasta qué grado este experto químico (Wellers no sabía que Leuchter no tenía ningún título de ninguna ciencia) opera exteriormente a las “realidades del problema”. Al terminar su análisis, Wellers caracterizó a la interpretación de Leuchter como “falsa y absurda desde el comienzo hasta el final". A pesar de los problemas que produjo el informe tanto en los círculos académicos como en los legales, Leuchter llevó su show a Alemania. Arrestado en octubre de 1993 por incitar al odio racial, fue liberado bajo fianza y pudo regresar a los Estados Unidos antes de ser juzgado. Leuchter, en embargo, se negó a volver a Alemania al juicio. La garantía por su arresto todavía está pendiente. A pesar de la develación del auto-titulado ingeniero y de su informe como fraudulentos, ambos siguen siendo tenidos en alta estima entre los revisionistas del holocausto.
12. ¿No declaró Simón Wiesenthal mismo que no hubieron campos de exterminio en Alemania?
Los varios cientos de campos de concentración nazis fueron en realidad todos campos de muerte, debido a que la muerte de los internos,-sea debida al trabajo forzado y excesivo, a las enfermedades o al hambre o al asesinato-, era su objetivo final. Sin embargo, los nazis calificaban como campos de exterminio, sólo a aquellos destinados expresamente para ese fin. Se trataba de los campos de Auschwitz-Birkenau, Treblinka, Majdanek, Sobibor, Belzec, y Chelmno, que estaban especialmente equipados para asesinar con gas a cientos de miles de víctimas cada uno (millones en total). Ninguno de estos seis campos estaba en Alemania; todos estaban ubicados en Polonia. Ello se debía a una buena razón: Polonia tenía muchos más judíos que Alemania y que el resto de Europa occidental juntas. Al mismo tiempo, los nazis pensaban que la relativa lejanía de las áreas rurales polacas minimizaría los informes de asesinatos masivos que tenían lugar allí, contribuiría a ocultar lo que efectivamente sucedía.
13. Durante años, la estadística de muerte en Auschwitz-Birkenau superaba ampliamente los 3 millones. Hace poco, sin embargo, una placa recordatoria en el campo estima las pérdidas judías en cerca de 1 millón. ¿No sería posible que esta nueva cifra implique que las pérdidas judías en el holocausto hayan sido mucho más bajas que lo pensado previamente?
La cifra de 3-4 millones asesinados en Auschwitz-Birkenau fue una creación de oficiales comunistas en Polonia (y en la ex-Unión Soviética) quienes pretendían enturbiar la unicidad del padecimiento judío en Auschwitz. Para conseguirlo, aumentaron a propósito el número de muertos no judíos en Auschwitz-Birkenau. En un intento muy inteligente para disimular el engaño, los números de las pérdidas judías se multiplicaron al doble, de modo que fueran todavía superiores a las víctimas no judías, aunque en una proporción mucho menor. Con la caída del comunismo en Polonia y en la ex Unión Soviética, los oficiales del museo de Auschwitz finalmente bajaron el número de muertos al mismo nivel que los estimados por los historiadores quienes, durante años, insistieron en una cifra entre uno y un millón y medio de personas perecidas en Auschwitz-Birkenau, 80 - 90% de las cuales eran judíos.
La cifra de 6 millones de pérdidas judías durante el holocausto corresponde a la cifra más baja estimada en Auschwitz.
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