A ver. A ver si puedo sintetizar mis sensaciones y pensamientos de estos momentos.
Es la sensación de que el Gobierno está llegando a un límite. Quiere forzarlo e ingresar así en un nuevo- y desgraciado- país. Es como un juego final, peligroso, desesperado. Ya no caben las buenas formas, los modales. Se hace todo a los codazos, y todos los suyos parecen aceptar el método. Hasta se los ve contentos, dispuestos a quemar las naves y meterse en la Historia aunque sea por la ventana del lavadero, oliendo a pis de gato. Porque no veo otra motivación: dinero ya les sobra: quieren meterse en la Historia, ese lugar reservado para los grandes asesinos- Hitler, Stalin- y al que la gente como yo o como vos, jamás entrará. Hay gente buena también en la Historia. Relativamente buena. Un Churchill, digamos. Un lúcido conservador que supo mantenerse erguido y aguantar la prepotencia nazi. Pero, mejor no entrar en detalles.
La buenas gentes, honestas, que aun creen en este Gobierno dicen que exageramos, que de totalitarios, nada. Que su semejanza con Chávez es una apariencia y que ellos quieren, realmente, un país mejor. Pronto estarán diciendo que Chávez no es tan malo, que todo es una campaña orquestada por el poder monopólico-mediático. Y se habrán tragado la píldora: hablarán como los intelectuales de Carta Abierta, que lo único que hacen es traducir el Diccionario de Guillermo Moreno al lenguaje de la cátedra progresista. Transforman a D´elía o a Moyano- el nuevo presidente del justicialismo provincial, el nuevo Herminio, entonces- en nulidades, en meros acompañantes de un “proyecto” que lidera el Compañero Néstor. Recuerdo como mis amigos disminuían la importancia de López Rega: es el mayordomo del Jefe, nada más. Es el mayordomo que se quedó con la mujer del patrón y casi, con su país.
Por eso, sin abrumar a nadie, hay que comenzar a pensar en el peor escenario. Un Gobierno lleno de astucias pero profundamente estúpido- en la acepción médica de la palabra- porque hace tiempo que dejó de entender la realidad.
El problema es que la realidad tampoco es fácil de entender. La oposición no parece entenderla y muchos medios, tampoco.
Lo cierto es que hay un 60 o 70% harto de esas pretensiones épicas de la Presidente, de las maquinaciones a oscuras del Ex presidente en ejercicio, de los negocios turbios, de las operaciones, trampas, acechanzas, maniobras, globos de ensayo, triquiñuelas, astucias que no dejan de armar dese el Gobierno. Y que esa “gran masa del pueblo” no tiene liderazgo, no sabe a quien seguir, no sabe como juntarse y darle el golpe final a estos alucinados. En 5 días, la agresión a Fibertel convocó a cien mil usuarios a unirse en un grupo virtual: solo 400 acudieron al acto en Plaza de Mayo. Hasta ahí llega mi amor: nos juntamos “virtualmente”, pero no hay ninguna capacidad de movilización política, la especialidad de esta troupe que nos gobierna. Ellos son expertos en ”política” y nosotros, expertos en protestar para adentro.
No hay registro de experiencias así, de tanta asimetría: la Suma del Poder versus una población dispersa y sorprendida, cada mañana, con la nueva triquiñuela que inventan los K. No es sano, no es previsible semejante disparidad.
En su supuesta lucha contra los monopolios privados quieren crear el más monstruoso monopolio público. Los monopolios privados son tigres de papel, una vez que los consumidores le dan la espalda. Los monopolios estatales , en cambio, llegan para quedarse durante décadas: son el trofeo que los políticos obtienen una vez que ganan las elecciones. Lo que los K están creando es un imán que atrae a los politicastros ávidos de poder y negocios. Como un enorme agujero negro, atraen, engullen y no dejan salir a nadie. Ese poder no esta siendo contrarrestado por un poder opuesto, con semejante fuerza. Actúan en un casi vacío y ese agujero negro crece y sigue engullendo recursos: Aerolíneas Argentinas, AFJP, fondos del ANSES, Medios electrónicos, medios gráficos, proveedores de Internet, futbol para todos.
No me gusta ser pesimista, pero un poder opositor exclusivamente electoral no alcanza para voltear la trampa permanente. Un nuevo gobierno opositor deberá desbrozar los obstáculos que está plantando Kirchner: consumirá su período en esta ingrata tarea y se olvidará de gobernar. Perderá así las elecciones de 2015 y los K harán su regreso sin gloria, creyéndose Perón volviendo a Ezeiza.
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