Por sobre la mirada amenazante de los inquisidores, de los dictadores, de los nazis, mujahidines, estalinistas, leninistas, castristas, ecofanáticos, maoístas, fascistas, nacionalistas, aristocratizantes o populistas, la llama de la libertad sigue ardiendo.
martes, marzo 30, 2010
En cuenta regresiva, extraordinario artículo de la cubana Miriam Celaya
Marzo 29, 2010 at 15:24 ·
Los acontecimientos de los últimos meses demuestran que Cuba ha comenzado a transitar a una nueva etapa. Resumir una realidad de la cual se es parte activa resulta en extremo difícil, sobre todo cuando hechos y señales se mezclan sustituyendo el fundamento de la información comprobable. Sin embargo, los signos son suficientemente claros: el gobierno cubano se encuentra en jaque permanente. Una política exterior errática y torcida, una economía en bancarrota, un creciente estado de inconformidad social y falta de confianza al interior del país y las sucesivas fracturas sufridas por la propia cúpula gobernante apuntan al deterioro galopante del sistema.
El año 2010 se ha revelado particularmente difícil para el régimen. Las muertes de decenas de pacientes del Hospital Psiquiátrico, la del prisionero político Orlando Zapata Tamayo y las actuales huelgas de hambre de Guillermo Fariñas y también de varios presos políticos, han puesto en la picota pública la naturaleza despótica del gobierno y expone las sistemáticas violaciones de los derechos humanos en la Isla. La camarilla de hacendados está viendo desplomarse su máscara engañosa y ha perdido miles de adeptos y defensores ingenuos (y no tan ingenuos) que creían o fingían creer en el proyecto revolucionario como ejemplo de justicia social. Con seguridad, los amiguetes foráneos han comprendido que no se puede simular decencia y, simultáneamente, apoyar una satrapía.
A finales del año pasado, algunos periodistas extranjeros me preguntaban cuál era mi percepción personal a mediano plazo acerca de la actuación del gobierno cubano con relación a la disidencia interna. En aquel momento respondí que, basada en la experiencia histórica, era de esperarse un incremento de la represión; esta era también la opinión de muchos colegas dentro de la Isla. Los sucesos posteriores me han dado la razón: las detenciones arbitrarias, las amenazas, la agresión verbal y física de las turbas y de los representantes de las autoridades –ya sean uniformados o “civiles” – contra ciudadanos independientes de la sociedad civil, demuestran que la fiera herida no está dispuesta a ceder un ápice y hará cuanto sea posible por retener el poder absoluto sobre una nación que considera su hacienda y patrimonio, incluida la dotación de esclavos. Lo más probable es que aumente la represión en la misma medida en que el régimen se vaya sintiendo perdido.
Por otra parte, el contraste moral entre los extremos resulta realmente inocultable. La serena dignidad de Orlando Zapata enfrentando su propia muerte, de Guillermo Fariñas pese a su precario estado de salud, de los 75 de la Primavera Negra que se niegan a considerar siquiera ser canjeados por mediocres espías, de las Damas de Blanco que desfilan enfrentando con gladiolos la violencia de la jauría –casi todos burdos marginales chantajeados por las autoridades para forzarlos a tan triste servicio– y la voluntad de numerosos miembros de la sociedad civil independiente de ejercen pacíficamente sus derechos a la asociación, a la libre expresión de sus opiniones y a las diferencias, se están granjeando el respeto y la solidaridad de la opinión pública y constituyen la más fuerte acusación a la represión que aplican las fuerzas gubernamentales y a los hechos de corrupción entre altos dirigentes, que han venido haciéndose públicos en los últimos meses.
La larga mentira del socialismo tropical; la desgastada mítica de los ancianos guerrilleros verdeolivo y los jirones de lo que fuera su fuerza simbólica; el efecto zombi que antes se enseñoreaba de los cubanos y el deslumbramiento de los eternos enamorados externos, miembros de la izquierda acomodada, están en cuenta regresiva. Nadie sabe cuánto durará la caída, pero sin dudas, ya es indetenible.
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