viernes, marzo 19, 2010

El antisemitismo marxista

Se conoce bastante bien el folleto antisemita que Marx escribió - “La cuestión judía”-en el cual el teórico de la Revolución Socialista adopta la conocida tesis – propia de los Protocolos de los sabios de Sion- de que “el Dios del Judío es el dinero”. La innumerable cantidad de judíos que poblaron el movimiento socialista ayudó posiblemente a hacer olvidar ese libelo, reflotado, sin embargo por “nacionalistas revolucionarios” como Hernandez Arregui, como prueba irrefutable de la maldad judía. Ese panfleto bien podría llevar la firma de Goebbels.
Pero descubrí otra perlita, esta vez de la pluma del compañero inseparable de Marx, Federico Engels, en su notable Prefacio a la Edición de 1892 de su antiguo “La situación de la clase obrera en Inglaterra”, de 1845. (Notable porque reconoce haberse equivocado, y que para 1890 la sitacion de la clase obrera distaba mucho de la sordida descripción de medio siglo atrás, pero eso es otro tema)

Dice Engels;

“El estado de cosas descrito en este libro —por lo menos en lo que a Inglaterra se refiere— pertenece hoy día en gran parte al pasado. Aunque los libros de texto al uso no lo digan expresamente, una de las leyes de la Economía política moderna establece que cuanto más desarrollada está la producción capitalista, menos puede recurrir a aquellas trampas mezquinas y pequeñas raterías que distinguen el período inicial de su desarrollo. Las pequeñas trapacerías del judío polaco, las artimañas de ese representante de la etapa más primitiva del comercio europeo y que tan buenos servicios le prestan en su patria, donde son de uso corriente, le hacen traición en cuanto se traslada a Hamburgo o a Berlín.”

El judío polaco solo hace “pequeñas trapacerías, artimañas”; es, además un ignorante, un representante del “periodo inicial del capitalismo”. Pronto llegará para él la Solución Final, y solo habrá lugar para Grandes Capitanes de la Industria -cristianos- en Berlin.
Además esas artrimañas le funcionan bien en Polonia-donde como se sabe solo hay gentes ingnorantes.
O sea, como buen alemán, Engels no se priva del desprecio a los judíos y a los polacos- esa raza inferior-.
Auschwitz - digamos, un Holocausto de "izquierda"- ya nacía en esa cabeza, aunque él no lo sabía.

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