Más de un millón de personas podrían pasar hambre en Sudán, y otras miles morir, como consecuencia de la expulsión de más de una decena de ONG de Jartum, advirtió el viernes la ONU.
"Con la salida de las ONG, y si el gobierno no reconsidera su posición, 1,1 millones de personas se quedarán sin comida, 1,5 millones de personas sin atención médica y más de un millón sin agua potable", explicó a la prensa la portavoz de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU, Elizabeth Byrs.
Al menos 13 organizaciones fueron obligadas a abandonar Sudán después de que la Corte Penal Internacional (CPI) de La Haya emitiese una orden de captura por crímenes de guerra y contra la Humanidad contra el presidente sudanés, Omar el Bechir.
El Presidente de Sudán no puede dejar de sentirse halagado por el apoyo recibido por parte de la “comunidad internacional” ,como la denomina el periódico cubano Prensa Latina. El señor El Bechir, reo de genocidio, ha sido reclamado por el Tribunal Internacional como autor del asesinato premeditado de trescientas mil personas en la región sudanesa de Darfur. Durante seis años, desde 2003, las milicias paramilitares “Al jawariya” han asesinado, violado y expulsado a centenares de miles de pobladores, en lo que constituye ya, sin dudas, el peor genocidio del Siglo XXI.
El responsable de ese genocidio, sin embargo, tiene las espaldas bien cubiertas: desde China Popular, hasta la Organización de Unidad Africana, desde la Liga Arabe hasta el Presidente de la Asamblea de las Naciones Unidas, todos se rasgan las vestiduras y hablan de “neocolonialismo” rampante.
Tan fuerte se siente el Bechir que ha expulsado a representantes del neocolonialismo occidental tales como Médicos sin Fronteras, Solidarité, Save the Children (las secciones de Reino Unido y EEUU), Care International, Oxfam, Mercy Corps, International Rescue Committee y el Consejo Noruego de Refugiados. Todos, obviamente, siniestros operadores del imperialismo sionista.
Este segundo genocidio (eliminar a los que ayudan a paliar los efectos del primer genocidio) es quizás más repugnante que el primero: tiene el visto bueno de la “comunidad internacional”, se hace a la vista de todo el mundo, como expresión de “antineocolonialismo” , como bandera a ser levantada por los luchadores antimperialistas: “Dejad a los niños sin agua!, dejad a los heridos sin médicos! Dejad a los moribundos si consuelo! Dejad sin comida a esos desarrapados!” nos gritan al unísono Cuba, China, Nicaragua, la Liga Árabe, la Organización de Unidad Africana, la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Cuando insistimos en que se están creando las condiciones internacionales para un nuevo Holocausto- cuyas víctimas serán etnias “infieles”, opuestas al hegemonismo islámico, no somos presas de un ataque de paranoia: las pruebas de la infamia están a la vista.
El asesino El Bachir ha planeado su venganza con la suficiencia que le da ser protegido por la más formidable fuerza internacional: el islamismo con sus infinitos órganos de prensa, cátedras, gobiernos, instancias internacionales, escritores, comentaristas…
Solo queda el recurso a la denuncia.
2 comentarios:
El mundo no aprende. Después de lo que se aprendió duramente en la segunda guerra mundial con el paulatino ascenso al poder y atropellos e invasiones previas de Hitler, seguimos haciendo la gran Chamberlain: dejar que estos hijos de mil putas hagan lo que quieran, a ver si se calman, o aduciendo que "bueno, es una nación soberana, qué me voy a inmiscuir en sus temas".
Lo único que logran es que se enquisten aún más y engorden su poder. Así tenemos cada vez más cebados a los Chávez y los Ahmadinejad, etc. Ya nos tronará el escarmiento por esta desidia.
Es el efecto del "relativismo cultural": Segun éste, no hay valores universales y cada cultura es buena en su contexto. Por eso es bueno hacer ablación del clitoris, es buena la pena de muerte por lapidación por causa de adulterio y es bueno matar a los que no aceptan la Ley Sharía, como en Sudán. Como decía un vecino, General, preguntado sobre Onganía y sus ministros: "son todos buenos muchachos" le contestó a mi padre.
Las culturas, "son todas buenas muchachas", solo que de algunas conviene cuidarse más que de otras...
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