martes, marzo 24, 2009

La Anticiencia del Cambio Climático , por Luis Anastasía

La ignorancia es la noche de la mente, pero una noche sin luna ni estrellas.
Confucio





No está en la naturaleza del hombre viajar más rápido que un caballo al galope, eso lo conducirá a la locura. Visto en perspectiva esto suena muy ridículo, pero es lo que se sostenía cuando comenzó a desarrollarse el tren.
Muchas profecías apocalípticas han visto la luz y sin embargo, aún cuando la cruda realidad se ha encargado sistemáticamente de matarlas, siguen surgiendo más anuncios catastróficos.
Si Malthus hubiera tenido razón, hace décadas que la humanidad se habría afectado por hambrunas terribles, desencadenantes de la destrucción de la civilización.
A principios del siglo XX se sostenía que el mundo estaba entrando rápidamente en una era glacial. También se previó que en 1990 se acababa el petróleo, hundiendo a la humanidad en el desastre. No hace mucho se sostenía que la alineación de los principales planetas del sistema solar iban a provocar terremotos, mareas devastadoras y erupciones volcánicas. Otra vez, no sucedió nada.
Mucho más cerca en el tiempo, cuando el huracán Katrina, de tristes efectos, hizo su paso devastador por la costa del Golfo de México fue el desencadenante para que oportunistas aparecidos como hongos justificaran y argumentaran que este año 2006 iba a ser el peor y más trágico en la historia de la humanidad a causa de los huracanes. Por supuesto que por culpa del calentamiento global. La prensa, que tanto vende anunciando estas predicciones, de muy corta memoria, hoy no dice: nos da mucho placer informar que las predicciones del año pasado estaban todas equivocadas. Este año casi no hubo huracanes. Es que el Katrina ni siquiera fue de “los más terribles huracanes del último siglo” pues cuando tocó tierra era de fuerza 3, sólo que sus efectos se dieron en un lugar que presentaba muchos puntos débiles, entre ellos un sistema de diques venido muy a menos.

Hay una supuesta ciencia, cuyo fundamento más importante parece que se basa en sostener “como todo el mundo sabe”, “existe consenso en...”, que se está dedicando sistemáticamente a sembrar pánico basada en la distorsión y manipulación de datos y hechos. Varios son los tópicos que entran en esta categoría, pero uno de ellos, con el que más sistemáticamente somos bombardeados, es el cambio climático. Veamos la otra oscura cara de esta moneda. Se ha definido una censura previa para los trabajos y estudios que demuestran lo contrario o que siembran, como mínimo, una duda respecto a lo que se supone como una verdad universal. Sé que es difícil de creer esto, pero tengamos en cuenta que la Real Sociedad de Ciencias de Gran Bretaña dice que la aceptable verdad científica es ahora determinada por el consenso y no por la evidencia. El colmo es cuando se ponen de acuerdo con los editores de las revistas Science y Nature para sostener que los estudios que no se adapten a esta nueva visión de la ciencia deben ser modificados o rechazados. Intentan matar al portador de todo mensaje opuesto a lo aceptado promoviendo eliminar la financiación de las investigaciones conflictivas.

Así como se le da relevancia y trascendencia a cuanta investigación científica que fundamenta el cambio climático por el aumento del CO2 en la atmósfera, producto de la quema de combustibles fósiles, hay otra numerosa biblioteca, formada por investigaciones de personas altamente preparadas y respetables, que están sosteniendo que no es cierto, que no se puede detectar una causa-efecto. Sin embargo se le da trascendencia a la posición catastrófica porque, como en muchos otros temas, es “políticamente correcto” y, peor aún, el mayor volumen de dinero para financiar proyectos se obtienen para investigaciones que apuntan justamente a llegar a la conclusión, tomada a priori, que la atmósfera se está calentando.

En mi opinión, que por cierto puede ser muy discutible, tienen más valor justamente los trabajos que siembran una duda o incluso plantean la inexistencia de un efecto en cuanto al tema del cambio climático, porque me merecen mucho mayor respeto por como investigan, presentan los datos y por las conclusiones a las que arriban.

En síntesis, la teoría actual del aumento de la temperatura global tuerce los datos de una forma aberrante para llegar al resultado esperado. Esa teoría se ha ido modificando tanto que actualmente es capaz de justificar cualquier cosa: que el efecto global tanto va a calentar la tierra como la va a enfriar. Y si... hay mucho dinero de por medio, así que para sacar una tajada cualquier cosa es válida.

Hace poco leí una columna de Carlos Maggi, a quien mucho respeto, sostener que la película de Al Gore era un brillante alegato que no había sido refutado. Mucho me temo que lo expresado por el Prof. Maggi refleja el desconocimiento general sobre una realidad que está siendo sistemáticamente ocultada.

Los trabajos que sostienen la posición contraria o, por lo menos, plantean una duda sobre esa certeza no tienen tanta publicidad, pero sin embargo existen, hechos por especialistas altamente preparados y dignos de ser tomados muy en cuenta. Sin embargo, no son “políticamente correctos” por usar una frase muy de moda, y no tienen el mismo espacio de prensa. Es sólo para los especialistas.

Mayoritariamente las bases de datos de temperaturas de mayor cobertura geográfica se han dado en los últimos dos siglos. Pero aquí debemos considerar el error del instrumento, o la precisión, que con toda seguridad debe estar dentro del mismo rango de variación estadística de la temperatura. En estos casos hasta se dependía de la agudeza de visión de quien tenía que hacer la medición y una variación de esta naturaleza puede afectar, sin duda, el promedio cuando estamos hablando de décimas de grado en estudio de series temporales y medias móviles.

El clima es producto de fenómenos turbulentos que se puede explicar de alguna manera por la lectura final de una serie de procesos extremadamente complejos y que además, a escalas diferentes, se comportan de forma distinta. Las medidas mismas que se pueden efectuar no son de las variables reales sino de alguna clase de promedio, no especificado, dependiente del instrumento en sólo algunas pequeñas partes del fluido analizado.

Esa complejidad se ha intentado explicarla a través de modelos matemáticos como los Modelos de Circulación Global (MCG), sólo que si vemos como están construidos estos modelos llegamos a la conclusión que son de una simplificación asombrosa. Estos modelos dividen el planeta en dos hemisferios, pero únicamente toman en cuenta el hemisferio norte (primera aberración). Después dividen el hemisferio norte en cuadrículas de 450 km de lado (202.500 km2, superficie mayor a Uruguay o Inglaterra o...) y toman para cada sección una columna de 50 km de altura de la atmósfera, donde se deberían producir miles de reacciones turbulentas en esa columna. Peor, no es lo mismo la densidad en los primeros km que en los más alejados, no es lo mismo las variaciones ni las reacciones en los últimos km que en los primeros 5 o 10 km (ni siquiera en las primeras decenas de metros que en los primeros km), y sin embargo la toman en conjunto (segunda y mayor aberración). Pero, aún peor, no toman, o por lo menos no tomaban hasta donde yo sé, la superficie cubierta por océanos (tercera aberración).

De todas maneras, los resultados para cada cuadrícula son, aparentemente, coherentes para esa cuadrícula, pero si comparamos entre las cuadrículas podemos tener, perfectamente posible, una gran sequía en una y en la vecina están hundidos bajo el agua. De hecho en Uruguay, con una superficie menor a una cuadrícula individual de los MCG (aprox. 85%), en el norte podemos tener sequía y en el sur seguir en el promedio normal de lluvias en cuanto a intensidad y distribución.

Sin embargo cuando James Hansen habló ante el congreso de los Estados Unidos para afirmar que el calentamiento global se había iniciado, lo hizo basado en los resultados de sus modelos computarizados. Dicho en otras palabras, en una simplificación tan extrema del objeto que ya no lo representa, lo que nos lleva decir que es una realidad virtual o, sintetizando, una fantasía.

Hay mucha información que tanto Hansen como Al Gore en su obra de cine-catástrofe “La verdad inconveniente” dejan de lado. Asumo que por desconocimiento, porque si lo conocen y lo ocultan a propósito entonces es estafa.

En el período Cretácico, apenas hace unos 90 millones de años, se estima que la concentración de CO2 varió entre 6.000 y 2.600 ppm. Sin embargo, los estudios indican que la temperatura no era más que 2,5 grados centígrados más alta que ahora. Si aplicamos las definiciones de las actuales teorías del calentamiento global debido a la concentración de gases de efecto invernadero (GEF) la temperatura debería haber sido 350oC. No hubiera sido posible la vida tal como la conocemos: el agua estaría únicamente en forma de vapor por decir lo menos.

Es cierto que el conjunto de componentes de la atmósfera tiene un efecto invernadero que debemos agradecer que exista como tal. La atmósfera actúa casi como un cuerpo negro perfecto (idealización de un objeto capaz de absorber toda la energía que recibe) ya que es capaz de absorber el 90% de la energía solar. Al actuar con esa eficiencia de casi un cuerpo negro en el infrarrojo ha provocado una temperatura global superior en 34oC que ha hecho posible la vida, tal como se ha desarrollado. De no existir esa propiedad (condicionada además por la masa y tamaño del planeta, distancia al sol, etc) la temperatura en el día sería más de 98oC mientras que por la noche caerían a –172oC. Muchos de los gases se congelarían a esta temperatura. Sin embargo la temperatura media de la tierra es de unos 15oC.

Sin ir a estos extremos, recurramos a un ejemplo de una observación cotidiana, y observemos lo que sucede en los desiertos a nivel del mar (si tomamos desiertos en altitudes mayores como el altiplano nos estamos haciendo trampa al solitario). Durante el día alcanzan altas temperaturas, pudiendo superar los 50oC, mientras que por la noche pierden calor rápidamente llegando a valores de temperaturas cercanos al punto de congelación. Esto no es porque sobre los desiertos exista una mucho menor concentración de CO2, ya que la concentración de gases se asume relativamente constante en la atmósfera, si no que se debe a que en la atmósfera sobre los desiertos hay muy poca o casi nula humedad relativa.

Sistemáticamente se está hablando del CO2 como el responsable del incremento del efecto invernadero, sin embargo creo que es simplemente porque se asocia este gas a la quema de combustibles fósiles. Pero si analizamos otros gases hay varios que se llevan los primeros premios. El metano tiene un efecto GEF igual a 21 veces el CO2 o, como se dice, equivalente a 21 CO2. Los óxidos nitrosos es miles de veces más. El metano está presente en la naturaleza pero además es emitido en los procesos de descomposición. Los pantanos, humedales en general, las selvas tropicales, son una gigantesca emisión continua de metano, mucho mayor a lo que podemos pensar como origen antrópico, incluyendo los basurales. Los NOx tienen origen en la actividad humana pero también en la naturaleza, por ejemplo en los incendios forestales. No olvidemos que el N es el gas más abundante en la atmósfera.

Y si vamos a la actividad volcánica, cada erupción (pequeño eructo de la tierra como le digo) puede emitir un volumen de gases mayor al producido por la actividad humana en, como mínimo, un año.

Lamento decirlo pero los datos en los que el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC) se basa para determinar la evolución del clima en el planeta están drásticamente manipulados. Sostiene que la próxima debacle climática se debe a la diferencia en la concentración de CO2 pre y postindustrial. Un estudio de la frecuencia de estomas en hojas depositadas en los lagos de Dinamarca indica que en el Holoceno, hace unos 9.600 años, la concentración de este gas era de 348 ppm y 200 años después era de 333 ppm, concentración muy similar a la actual.

Volviendo al punto anterior, los datos están manipulados de forma tan burda que ni siquiera toman en cuenta el Calentamiento Medieval, cuando los vikingos cultivaban trigo en Groenlandia, ni la Pequeña Glaciación de la Edad Media posterior que duró algunos siglos (circa 1300-1700), llegando a que en el verano no se descongelaran los ríos, provocando grandes hambrunas. Y esto no estuvo vinculado a una variación del nivel de CO2 atmosférico. La causa está en la actividad solar y nuestro planeta está altamente influenciado por este astro, mucho más que lo que uno imagina o toma en cuenta. De hecho estamos en la “atmósfera solar” (recuerden las auroras boreales). De todas maneras cualquiera de estos dos eventos más inmediatos no dejan de ser un instante geológico, un suspiro de la tierra, un pestañeo.

Como siempre se me está agotando el espacio para exponer de forma lógica la síntesis de toda una serie de hechos e investigaciones que socavan estos mitos que hacen que la humanidad se esté sumergiendo en un injustificado estado de continuo miedo y alarma. En todo caso podemos seguir tratando tema por tema como el caso de las enfermedades tropicales, de las consecuencias del “catastrófico” aumento de CO2 como los glaciales que según Al Gore se están derritiendo. Les aseguro que es muy divertido, hasta ahora me estoy riendo cuando recuerdo las imágenes que mostraba. Chiste sólo comparable con las ovejas ciegas de la Patagonia o los bebés con melanoma de Punta Arenas, cosa que también dice Gore.

Pero lo que subleva, lo que lleva casi hasta la indignación es que Hansen defienda a Al Gore diciendo que por su trabajo será atacado como lo fue en su momento La Primavera Silenciosa, de Rachel Carson, sobre el efecto de los pesticidas. La ignorancia de Hansen es puesta de manifiesto. Carson sostenía que se iban a acabar las aves por efecto de los pesticidas. Aún cuando en esa época el conocimiento científico ya tenía pruebas que invalidaban esa conclusión, esa obra más la consiguiente acción de presión de los ambientalistas lograron que se prohibiera el uso del DDT. Esto provocó un verdadero genocidio de la humanidad. Han muerto hasta ahora entre 50 y 60 millones de personas por los efectos de la malaria y siguen muriendo. Le sigue en el ranking de genocidios la muerte por hambruna de 30 millones de chinos por causa del programa de El Gran Salto Delante de Mao. En un acto casi de valentía la Organización Mundial de la Salud ha vuelto a aprobar el DDT para combatir la malaria. Sin embargo los ambientalistas amenazan con bloquear a los países que lo utilicen. Igual que han bloqueado, seguidos por campañas mediáticas muy efectiva, la llegada de alimento a países donde la gente se muere de hambre porque son transgénicos.


1 comentario:

esteban dijo...

Estoy orgulloso de ser amigo de Luis Anastasía. En su estilo modesto fue el que me iluminó sobre el desastre del ecologismo, de como la prohibicion del DDT desencadenó la mortalidad más increible de niños africanos. O de las mentiras asociadas al supuesto Calentamiento Global. Gracias a él llegué al blog "mentiras y fraudes de la ecología", de Ferreyra , donde pueden leerse las refutaciones científicas a los dichos de Al Gore.
Lo más grave que nos comunica Anastasía es la orquestada campaña "pro- Calentamiento" que oculta los estudios adversos, finanacia alegremente todas las "confirmaciones" de la teoría previa y castiga a los que se oponen al "consenso".
Es gravísimo: hasta ahora la Ciencia era el ultimo refugio contra la irracionalidad (llémese economía centralizada, populismo, indigenismo, new age, espiritismo, nacionalismo, socialismo del siglo 21, OVNILOGIA, arqueología ficción,etc.)
Ahora estamos perdiendo ese baluarte: ¿cuanto falta para el gobierno mundial de los Nuevos Brujos Ecologistas?

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