Por sobre la mirada amenazante de los inquisidores, de los dictadores, de los nazis, mujahidines, estalinistas, leninistas, castristas, ecofanáticos, maoístas, fascistas, nacionalistas, aristocratizantes o populistas, la llama de la libertad sigue ardiendo.
domingo, enero 03, 2010
Burj Dubai
La estética de nuevo rico tendrá este lunes una nueva inauguración: un absurdo edificio de 800 metros, construido en la decadente Dubai.
Es notable que una civilización que quiere aparecer como la contrafigura de un Occidente materialista apele a lo mas ostentoso de la materia, al mero tamaño de un edificio, una torre – burj- que le gana así (la tiene más grande) a la de Taipei.
Todo esto en el contexto de una burbuja pinchada, una economía que se ha venido abajo en estos días. Símbolo de nuevo rico, afincado no en la creación de valor sino en el juego de imágenes. Nadie compara la miseria palestina con el asqueante lujo de Dubai, como si esas dos caras de una misma moneda habitaran galaxias distantes. Digamos que el exceso de los Emiratos Arabes NO es ajeno al faltante de Palestina. Es obvio que quienes gastan 20.000 millones de dólares en construir una torre podrían usar esos dineros para financiar ciudades que alberguen a los palestinos aun hacinados en campos de refugiados, como herida abierta a exhibir para siempre.
Pero no, prefieren competir a ver quien hace la torre más alta, sobre la base de un único bien físico- el petróleo- pero lejos de la creatividad y la producción de valor para mejorar la vida de las personas.
El modelo Dubai – un espejismo basado en un bien económico que no les cuesta trabajo producir- ya hace agua. En vez de basarse en la inteligencia colectiva, se asienta en un bien elemental y se decora con islas artificiales y edificios monstruosos para atraer a un supuesta elite internacional. No quiero aguarles la fiesta, pero me parece que en poco tiempo solo los murciélagos y las ratas habitaran esos absurdos palacios.
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