sábado, enero 17, 2009

Prensa y Poder

En alguna época de la vida a uno le parece imposible entender la lógica del Poder. Pasada la locura juvenil, con su facil determinación del bien y del mal, y su inmediata descalificación del otro, comienza una etapa brumosa, en la que han caido todas convicciones juveniles y nada las reemplaza. Una etapa en que no hay valores, no hay conocimiento, no hay verdades: solo oscuras sensaciones de ser sujetos de fuerzas que uno no comprende y, mucho menos, puede manejar. Se dedica uno entonces a hacer su carrera, a ganar su sustento sin preocuparse mucho por la cosa pública, tan compleja e inalcanzable.
Los años pasan, pasan las crisis, pasan las alzas y pasan las bajas. Uno, más o menos sobrevive a todas las montañas rusas, sube algo y baja otro tanto y , a pesar de todo, sigue flotando. Los años, las lecturas y las experiencias comienzan entonces a animarlo a construir una provisoria Teoría sobre el Poder. Lee uno a Montesquieu, o a Jefferson o a Alberdi, lee los discursos de los actuales aspirantes a líderes y de los viejos líderes, comienza a reconstruir los modos de pensamiento que están tras las palabras y al fin uno se atreve a realizar hipótesis sobre el comportamiento del Poder.
Por que es esencial- al menos en nuestros paises hiperestatistas- entender al Poder, para situar las estrategias personales en el terreno de las probabilidades mayores que cero. Entender la lógica de los poderosos le permite a uno tomar algunas decisiones estratégicas, que garantizan la supervivencia e incluso el bienestar. El mundo como problema a resolver, decían, cada uno a su modo, Ortega y Gasset, y Popper. La ciencia existe porque hay un problema a resolver, no como entretenimiento.

Por ejemplo, el control de la información. No hay proyecto “nacional” sin crear una Opinón “nacional”, que es lo opuesto a la Opinión Pública, no para cear una nueva Opinión Pública, sino para que no haya más Opinión Pública. “En 1938, conscientes de que ya no necesitaban influir en la Opinión Pública porque ya no quedaba Opinión Pública en toda Alemania, los responsables [del principal diario alemán] vendieron en secreto la empresa a la editorial del Partido Nazi sin siquiera molestarse en informar a la plantilla ni a los redactores jefe.” (El tercer Reich en el poder, Richard Evans)
El ideal del Poder Absoluto es la inexistencia absoluta de Opinión. La Prensa que con todos sus excesos y errores es el territorio de la Opinión Pública, es la primera víctima de la batalla por un nuevo orden, que el Poder absoluto instaura de inmediato, como primera tarea.
Uno lee “ El control sobre el personal que trabajaba en la prensa quedó establecido en otoño de 1933 con la Creación de la Cámara de la Prensa del Reich, dirigida por Max Amann. Los que no eran miembros de la cámara no podían trabajar en la prensa. Amann se hizo con el control de un numero creciente de rotativos como jefe de la Editorial Eher, explotando las debilidades financieras de la prensa de la época de la crisis y privando de ingresos a los periódicos rivales desviando los contratos de publicidad del gobierno a la prensa nazi y todo suena demasiado cercano y familiar. El Poder siempre intentará controlar a la Prensa. No es una gran verdad, no es una gran novedad, pero uno aprende a entender al Poder si analiza sus politicas de sometimiento de la Prensa, aquí, con el peronismo, en Cuba, en Arabia Saudita, en Irán, en Alemania nazi, en la URSS.
La primera gran batalla del Poder absoluto es terminar con la prensa libre.

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