sábado, julio 17, 2010

Un nuevo sueño libertario

El carácter excepcional del poder del Gobierno no puede ponerse en duda. Su potestad debe ser controlada, limitada, observada, cuestionada por los ciudadanos. Desde las advertencias de Samuel (“[el Rey] Tomará vuestros hijos y los destinará a sus carros y sus caballos y tendrán que correr delante de su carro, les hará labrar sus campos, segar su cosecha, fabricar sus armas de guerra y los arreos de sus carros. Tomará vuestras hijas para perfumistas, cocineras y panaderas. Tomará vuestros campos, vuestras viñas y vuestros mejores olivares y se los dará a sus servidores. Tomará el diezmo de vuestros cultivos y vuestras viñas para dárselo a sus eunucos y a sus servidores.) a las de Santo Tomás ( … si compitiera al derecho de alguna multitud proveerse de un rey, el rey instituido puede ser destituido de manera no injusta por la misma multitud, o bien refrenado en su poder si abusa tiránicamente del poder regio.) hasta la Declaración de Virginia, en 1776 (“Que el Gobierno es, o debe ser, creado para el común beneficio, protección y seguridad del pueblo, nación o comunidad; que de los diversos modos o formas de gobierno, la mejor es aquella que sea capaz de generar el mayor grado de felicidad y seguridad así como de protegerse efectivamente frente al peligro de la mala administración; y que, cuando se considere que un gobierno es inadecuado o contrario a estos objetivos, una mayoría de la comunidad tendrá un indiscutible, inalienable e imprescriptible derecho a reformarlo, cambiarlo o abolirlo, en la manera que se juzgue más conveniente para el bien público.)

La Declaración de los Derechos del Ciudadano, en Francia, 1789 afirma:

Artículo 2.- La finalidad de toda asociación política es la conservación de los derechos naturales e imprescriptibles del hombre. Tales derechos son la libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión.

Como dice el viejo “Camino del Tao”, de 2500 años de antigüedad

Cuando más prohibiciones existen, más pobre es el pueblo.
Cuando más grande es el número de leyes,
Mayor es el número de ladrones y bandidos


Así que queda claro que para los fundadores del pensamiento libertario, desde los redactores de la Torah hasta los revolucionarios franceses, el Gobierno es una entidad efímera, dependiente del pueblo, una herramienta de coordinación y ejecución, que no tiene poder propio, sino el que emana de sus mandantes. Sujeto a la voluntad popular que puede cambiar o abolir el gobierno de turno cuando así lo considere.
El Estado Herramienta- mínimo, acotado, con funciones concretas y limitadas – sin embargo, ha desaparecido hace mucho. Vivimos desde Bismark, Lenin, Mussolini, Hitler, Stalin, o Mao la sacralización del Estado- y de sus conductores- como hace siglos no se veía. Ahora es el Estado Omnipotente el que ordena, regula, castiga, prohíbe, sanciona, promueve, subsidia, protege, olvida o perdona. Es lo más parecido a un Dios sobre la Tierra, que se encarga de hacer funcionar la maquinaria social y, peor aun, pretende manejar nuestras emociones, creencias e ideas.
Creo que el paroxismo del Gobierno Intervencionista que aun bajo Constituciones democráticas se alza como el gran ordenador, frente a la “anarquía” de los mercados financieros, está llegando a su fin.
Como siempre, es por el lado menos previsible: el manejo de la información.
Como enseñan Von Mises y Hayek, el precio es el indicador visible de un sistema de información que en forma instantánea comunica las preferencias de las personas. Si un bien sube de precio, es porque la gente lo demanda. Y si baja, es porque la gente ha encontrado un sustituto más conveniente. La intervención del Estado en la economía distorsiona este sistema de información, creando mundos artificiales basados en precios congelados o subsidios y demás protecciones que producen- como la droga- un estado de entusiasmo pasajero, que se paga después con la depresión.
Las tasas bajas crearon una ficticia sensación de auge, se perdieron todos los cuidados, se creo una burbuja incontrolable que estalló hacia 2009. La solución que encontró el estado que creó en problema fue… más intervención, con lo cual se garantiza una proxima crisis. La crisis no la creó la “codicia capitalista” sino a intervención de la Fed en el precio del dinero, generando un sobre consumo y una sobre especulación.
El Paradigma está cambiando.
El Estado Interventor- que ignora la realidad de la “calle”, que no puede acceder a los verdaderos deseos de la gente ya que ha alterado el sistema de información que permite la toma de decisiones empresariales con la máxima racionalidad- ha llegado a su límite. Ahora necesita información: teme tomar decisiones autistas, que son las que llevan a la crisis.
Por eso- y gracias a la increíble tecnología de la Web- se está creando un fuerte fenómeno de “información compartida”: el Gobierno abre sus informaciones (“cuanto cobra el Asesor del subsecretario de Energía”, “cuantos casos de cancer se han detectado en cercanías de tal fabrica”, “quien financia la campaña electoral de tal candidato”, etc.) a cambio de obtener información de los ciudadanos: colaboración, participación, inteligencia colectiva, gobierno en la Red, evaluación colectiva de propuestas, concursos de ideas, formación de comunidades activas de expertos e interesados, etc. son todos fenómeno nuevos, que hace tan solo cinco años no existían. Cada vez más gobernar se va a asemejar más a coordinar, facilitar, promover la conversación social y cada vez menos a ordenar, controlar, dirigir, sancionar.
Esta es la Revolución que el Gov 2.0- que así se denomina- comenzó y que dará sus frutos dentro de diez años, quizás.
Para ese momento, es de esperar, la crisis energética, el hambre, la ignorancia, serán cosas del pasado. El Gobierno será meramente una herramienta de coordinación y articulación de información para a toma de decisiones. Se terminará el exclusivismo, el secretismo, la tabicación, el cajoneo: millones de ciudadanos interesados escudriñarán cada gestión estatal, cada computadora del gobierno, a fin de señalar la persistencia de prácticas burocráticas, corruptas, erróneas, ineficientes, la pereza o la inactividad. La actividad privada- coordinada entre sí y con el Estado- tendrá al fin la soberanía sobre prioridades presupuestarlas, urgencias, planes, programas, acciones. El clientelismo desaparecerá y los partidos políticos volverán a ser fuente de provisión de buenos funcionarios públicos, articular demandas, debatir propuestas.
Es este quizás un nuevo sueño libertario. Pero vale la pena soñarlo.

2 comentarios:

esteban dijo...

Recibí un intersante comentario pero a la hora de publicarlo, la tecnología falló...y no aparece. le pido al autor que lo reenvíe para poder publicarlo. Me pareció una crítica muy inteligente...

Ulises Chialva (Odiseo Blabla) dijo...

Era yo... no te preocupes. También suelo tener percances tecnológicos.

"el precio es el indicador visible de un sistema de información que en forma instantánea comunica las preferencias de las personas. Si un bien sube de precio, es porque la gente lo demanda. Y si baja, es porque la gente ha encontrado un sustituto más conveniente."

Decía yo que ese argumento es demasiado simplista: ignora la variable oferta, y el efecto que pueda tener una innovación tecnológica en el precio de un producto... al mismo tiempo, señalaba que la web, la herramienta del nuevo paradigma surgió de forma pública. Habría que preguntarse si una tecnología así podría haber surgido en un medio privado.
Además, en un mundo donde la web 2.0 será lo fundamental, parece más necesario que nunca un organismo que mantenga público el acceso a dicha tecnología... actualmente esa tecnología es de difusión casi totalmente privada, y los escasos espacios en donde el acceso es irrestricto es donde el Estado interviene...

La otra cuestión que encontraba de problemática en el texto era en el último párrafo, donde aparece como esperanza una suerte de "colaboración universal". Y esa es la parte que más sospecha me provoca: una colaboración de ese tipo, que involucre a tanta gente, es difícil que se logre pacíficamente. Usualmente la apelación a valores y proyectos universales (paraíso socialista, raza superior, avance de la 'civilización') suelen estar en el foco de la violencia a lo largo de la historia humana... y muchas veces suelen ser los detonantes.

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