Dios es la primera fortaleza que erigen los hombres contra el poder del tirano. Sin Dios no hay esperanza. Sin Dios somos esclavos- meros- del Faraón, no hombres dignos de ese nombre.
Dios es posiblemente una construcción, un argumento creado en las noches, a la luz de las estrellas, cuando los soldados duermen y el tirano no acecha. Dios remite a un sentido último, trascendente que nos humaniza , nos aleja de la animalidad originaria. Como toda creación sublime, merece existir autónoma de su creador, como un poema recordado cien generaciones después de nacer.
Dios es un argumento inapelable, por eso la gran maniobra de apropiarse de Dios, de reducirlo a contornos humanos, de asociarlo a una corte pasajera.
No creo en Dios, pero si en la potestad de esa Idea, la única que nos asomó a la humanidad, sacándonos de la horda primitiva.
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