Vuelvo a postear algunos artículos que, en mi opinión, no han perdido vigencia
Carta al Comandante Bolivariano
Sr. Presidente, Hugo Chávez
A menos que se hayan tergiversado sus palabras, me alarma lo que usted dijo, supuestamente, el 24 de diciembre : que " los descendientes de los que crucificaron a Cristo se adueñaron de las riquezas del mundo y las han concentrado en pocas manos ". Esta referencia se podría aplicar, evidentemente, a los italianos - únicos descendientes de los soldados romanos que crucificaron a Jesús. Sinceramente dudo que esa haya sido su intención, ya que nadie ha acusado a los peninsulares de ser "dueños del mundo". En cambio, a los judíos, sí.
La mentira tiene patas muy largas. Desde el fondo de la historia, repetida domingo a domingo se edificó esa mentira. La de que un pueblo entero – y sus descendientes- asesinaron a un Profeta - que cebraba la salida de Egipto antes de ser apresado, que jamás dejó de considerarse miembro del pueblo judío, opuesto, eso si, a los sacerdotes conservadores.
La otra acusación (judíos= dueños del mundo) esgrimida por nazis y otros engendros , está basada en libelos como los Protocolos de los Sabios de Sion que han consolidado durante décadas un mito útil (nuestros problemas son obra del Otro). Es la clásica excusa de los verdaderos explotadores para seguir la rapiña y ocultar la realidad.
Extraño dueño del mundo, este pueblo, que cada pocas décadas ve disminuida su población por sucesivos pogromos: desde la peste de 1348 (en la que se acusó a los judíos de ser sus causantes, lo cual indujo al exterminio físico de más de la mitad de ellos) hasta los millones gaseados en la segunda guerra, los miles en el Gulag stalinista y así sucesivamente.
Además de falaz este argumento, absurdamente persistente , es facil de desmontar por simple evidencia histórica.
La expulsión de los judíos de España, por ejemplo (un primer caso de limpieza étnica ) debería haber provocado la felicidad de esa nación: libres de judíos y dueños de América, los españoles deberían haber transformado su nación en la gloria de la Humanidad. Sabemos como terminó esa historia: atraso, división, colonialismo, Guerra Civil.
Paises de Asia- como Camboya o Laos- que jamas albergaron a comunidades judías deberían haber resuelto hace centenas su persistente miseria, libres de la dominación judía.
Usted bien sabe eso, Comandante. No puedo creer que crea esas patrañas más propias de un pensamiento cavernario de la derecha aristocrática que el de un talante progresista y popular.
No voy a ocultarle que no soy partidario suyo. Pero jamás creí que sus posturas lo llevaran al antisemitismo más reaccionario. Quiero creer que esas no fueron sus palabras.
Espero que sepa aclarar su pensamiento al respecto
Un saludo respetuoso
Esteban Lijalad
Días de zozobra
En estos dias de zozobra, desde Israel hasta Cuba, desde Iran a Sudán uno se pregunta por el bien y por el mal, por la justicia y por la injusticia. Está claro que los convencidos y aferrados a su verdad repiten a cada instante: yo soy la Verdad, yo soy la Bondad, yo soy la Justicia.
No hablemos de ellos.
Hablo de mi, por ejemplo. De cómo un típico exponente de la clase media intelectual, formado en el pensamiento de izquierda, atraído por el “nacionalismo revolucionario” del peronismo en los setenta, horrorizado por la carnicería de Videla o Pinochet, pero seducido en el exilio por la España protodemocrática de 1976, testigo de la nueva constitución y del Pacto de la Moncloa, en fin, alegre por la vuelta a la Democracia de la mano de Alfonsín… pasa de su ”socialismo” a definirse solo como un “demócrata”, casi un “burgués capitalista”.
Este pasaje implica infinitos reajustes en la vida cotidiana: desde el tipo de música que uno escucha (No puede dejar de gustarme Silvio Rodríguez, quien le acaba de ofrecer su vida a Fidel), las películas que mira y, sobre todo, el tono de las conversaciones en la vida social. Uno debe denostar al capitalismo globalizado, reirse de Bush, condenar a Israel y entonar las canciones de la protesta si no quiere ser acusado de derechista.
Hace unos días tuve un incidente con un funcionario cubano, invitado a una reunión social en casa de un primo. Todos- se suponía- prestarían oídos a sus relatos. Todos, se suponía, apoyábamos a Cuba y estábamos dispuestos a darle nuestra solidaridad. Todos menos yo. Le pregunté, a boca jarro por qué razón Hilda Molina no podía salir de Cuba. Su respuesta se dirigió a la descalificación moral de Molina, el ataque a su programa de atención a niños (“que intenta demostrar que en Cuba no se atiende a los niños”) y por fin insinuar el carácter de “traidora a la Revolución” de la médica.
Le respondí – como guiado por una fuerza mayor que yo mismo- que la suya era una “típica respuesta stalinista, encubridora de crímenes y errores y que siempre terminaba acusando a las victimas”. Su reacción fue de ahogo. Jamás esperó que alguien en Argentina afrentara así a un funcionario cubano. Terminó a los gritos, diciendo que todos los años hace ejercicios militares esperando la invasión yanqui y que no va a soportar esas acusaciones.
Me sentí muy mal. Había arruinado una fiesta. Me disculpé con los dueños de casa.
Pero en el fondo me sentí muy bien. Había roto un prejuicio muy arraigado. Y pude exponer públicamente mi oposición a la dictadura cubana, sin sentirme por eso un “gusano”.
Otro tanto sucede con Israel y la Guerra del Líbano.
El pensamiento correcto obliga a acusar a Israel de agresor y condolerse con los centenares de libaneses muertos o heridos. Cada imagen de muerte y destrucción dispara automáticamente esos pensamientos.
Sin embargo desde el primer día me dispuse a bancar a Israel en lo que creo es una guerra justa, defensiva e inevitable. Eso no significa aceptar acríticamente todas las decisiones militares tomadas por Israel. Me resulta difícil entender, por ejemplo, por qué no se concentró en atacar las posiciones del Hezbollah en el sur y en cambio extender los bombardeos hacia Beirut y otras ciudades. Pero en todo caso, eso me lo reservo para otra discusión. La primera es la obligación de defender el derecho de Israel de responder al ataque de los que volaron la AMIA y no dudan en volar a Israel entero, con el apoyo de Iran y Siria.
Entonces viene Pilar Rahola y me dice
Y la izquierda que sale a la calle con banderitas de Hezbolá y de Irán que se vaya a vivir a Irán, y van a ver lo que significa la disidencia, el pensamiento crítico, la falta de libertad de expresión, la muerte, la falta de derechos y libertades. No es un problema de culturas, es un problema de Derechos Humanos, civiles, de libertad y de democracia.
No hay dictaduras malas y buenas. No se puede tener doble moral. Si estuve en contra de las dictaduras de Pinochet, de la de Uruguay, de las de América Latina, estoy en contra de la dictadura de Castro. Estoy en contra de las dictaduras islámicas. No se puede tener doble moral. No se puede ser inmoral.
Las banderas del Hezbollah en los actos de la izquierda criolla, en abrazo con los clérigos islamistas, el pedido de Chávez a Irán de que “lance rayos” contra Israel, pero además la clara condena a Israel por parte del periodismo bienpensante del planeta me han hecho sentir la soledad de mi postura, pero también su justeza. No tengo quizás demasiados argumentos. Sé que Israel se jugó a fondo ante lo que supuso el asalto final del terrorismo. No sé si hubo error de apreciación o ellos están mejor informados que los columnistas del Clarín o Pagina 12 (cosa que no me extrañaría). En todo caso, el automático calificativo de “genocidio” aplicado a Israel es evidente que expresa la necesidad de “exculparse” de la aberración del Auschwitz , de la cual la Humanidad aún debería autoanalizarse…
¿Quien de los que cargan a Israel con el mote de genocida, opina lo mismo, y lo grita respecto de Stalin, Mao o Pol Pot? ¿O no fue genocidio la invasión soviética a Afganistán, mucho más que la de Bush? O no es genocidio la matanza que el Gobierno de Sudan sigue ejecutando en Darfur desde 2003 (200 mil muertos, millones desplazados)? El único genocida es Israel, rezan las consignas : “Ustedes, sionistas, son los terroristas” dicen.
Hay un corte en esta Guerra. De un lado, pequeño y angosto, los defensores de los Derechos Humanos, la Democracia, la ciencia, la razón, el diálogo, el pluralismo, las libertades, la justicia independiente.
Del otro, ya sabemos: los pacifistas que piden guerra contra Israel, los que ponen las bombas en AMIA, Atocha o las Torres, los periodistas “objetivos” que nos cuentan con lujo de detalle las angustias de la mamá de un suicida que acaba de volar un ómnibus y que habla de los judíos muertos en los atentados como “víctimas” sin rostro, sin nombre, sin mamá.
Latinoamérica, la triste
Da pena -me da pena- observar como la lenguocracia (esa fantástica forma de gobierno que consiste en hablar, solo en hablar: alto, altivo, esdrújulo, amenazante, convencido) vuelve a reinar en algunos lugares de nuestra Latinoamérica.
Ahora el viejo recitado barroco, tan a gusto de la administración colonial española y de sus sucesores criollos brilla en su esplendor de la boca del Coronel Chávez, golpista fracasado, encargado ahora de conformar el Ejercito del MERCOSUR. No nos alcanzan nuestras fuerzas armadas- la serpiente que duerme con nosotros y que cada tanto nos muerde con su veneno- sino que ahora hay que mercosurizarlas. Este es el primer aporte efectivo de Venezuela como socio nuevo del MERCOSUR. Ni inversión, ni educación, ni comercio, ni tecnología ni nada de eso, chico: Las Fuerzas Armadas del MERCOSUR, para oponernos a los de afuera…
Repartiremos millones de Kalishnikovs , le mostraremos al Imperio la voluntad del pueblo latinoamericano, tendremos como aliados estratégicos a Corea del Norte, gloriosamente conducida por el Lider Sung, Hijo del Padre Kim-, al Iran desafiante y soberano y a todo el mundo islámico fundamentalista.
Marcharemos, como hoy en Buenos Aires, los revolucionarios con los clérigos musulmanes, quemaremos banderas de Israel frente a la nueva Embajada (porque la anterior voló por los aires con treinta personas adentro), cantaremos las consignas de siempre y seremos así cada vez más Latinoamérica Triste. Fieles a nuestras cadenas. Impecables en el arte de fracasar y echarle culpa a otros (judíos, chinos, como denuncia ahora el sindicalismo argentino)
Latinoamérica triste es la matanza de haitianos en manos del dominicano dictador Trujillo, amigo elogiado de Perón, son los pequeños sátrapas (Somoza, Batista) y los sátrapas que los destronaron (Castro,Ortega). Es la pobreza mantenida como fuente de reclutamiento politico y electoral, las bravuconadas de gobernadores, intendentes y cuanto cacique local exista, es la pobre intelectualidad que escapa para atrás, haciendose cada día más nacionalista, ciega y atrasada.(El último director de cine tucumano habla de exceso de “películas de clase media, con problemáticas psicológicas”, porque se sabe: el amor, los celos, el poder, el fracaso, los sueños, son solo flaquezas pequeñoburguesas: para los trabajadores solo la épica revolucionaria les está permitida).
Mientras que países orientales crecen como desaforados y pasan de la edad media al siglo 21 sin escalas, nosotros seguimos en la segunda ola- cuando no en la primera: nacionalizar recursos energéticos, vender materias primas, e invitar de mala gana a los inversores…
Quizas hay otra Latinoamérica, menos retórica, expresada en Chile, en Colombia, quizas en el Peru agónico, en Mexico, en Uruguay: menos trepidante, menos lenguaraz y más preocupada por hacer ciertas cosas bie...
Pero por ahora: Fuerzas Armadas del MERCOSUR señores
Fin de año
El fin de año sugiere siempre la necesidad de un borrón y cuenta nueva, un balance, parar la pelota y mirar bien el campo de juego.
Alguien me dijo hace poco "que ideas viejas las tuyas". Me hizo reflexionar. Es cierto, son ideas viejas, pero no por eso, malas.
Son las ideas que Chile, Singapur, Corea del sur, Taiwan están poniendo en práctica desde hace 20 años. Que China a su modo postmaoista impulsa: modernización, apertura al exterior, atracción a los inversores, alta tecnología, competencia, libre mercado, capitalismo, desprejuicio ideológico.
Y control de las trenzas corporativas : empresarios amigos del poder, sindicalistas gordos o flacos, pobreteros que viven de "combatir la pobreza" y terminan firmando con Tinelli, intelectuales críticos que creen que informatizar la Biblioteca Nacional es "cientificismo", quejosos de toda laya que descreen del progreso, de la increíble realidad de la tecnología, de que en el mundo hay 500 millones menos de pobres que hace una década, y que nos amenazan con inminentes catástrofes ecológicas para paralizarnos y aterrorizarnos.
Soy liberal, con perdón.
Creo en la democracia republicana, en las mayorías respetando a las minorías.
Creo que libertad de mercado y libertad política a la larga confluyen. Que democracia con estatismo termina en Chavismo. Y que mercado y autoritarismo solo pueden convivir una década: Chile terminó con la dictadura y China, deberá aprender el ejercicio de la libertad política, aunque no le guste al sacrosanto Partido Comunista.
Creo que Israel es un símbolo de resistencia de la modernidad frente al oscurantismo, de la democracia frente al absolutismo, de la libertad frente a la opresión del Estado, incomprendida y atacada por izquierdas y por derechas.
Creo que el viejo antijudaismo se expresa ahí con toda virulencia. Israel es el único país del planeta al cual se le cuestiona su derecho a la existencia.
Soy antiguo pero creo en la no discriminación, en el derecho del consumidor a defenderse de las empresas, creo en que hay que despenalizar el aborto, permitir casamientos homosexuales, libertad irrestricta de prensa, padres con bonos que el Estado le dé para que puedan elegir qué escuela quieren para sus hijos, y pagarlas, obligando así a la escuelas a competir para captarlos.
Creo en la paz, pero no en la indefensión, creo en la sociedad civil pero no en un Estado fofo e inerme.
Creo que la Ciencia es lo único que nos salva de la irracionalidad fundamentalista.
Creo que el Islam extremo le declaró la guerra a la democracia, al progreso, nos quieren matar por infieles.
Creo que el nacionalismo es la antesala del nazionalismo, sin dudas.
Creo que el populismo es la antesala del fascismo, sin dudas.
Creo que los buenistas, esos que trabajan de buenos en los medios y en la política, nos llevan al fracaso. Toman siempre las peores decisiones.
Creo que el pasado ya pasó.
Creo que hay aun esperanza de que la Tecnología le gane la carrera a la irracionalidad de izquierda, de derecha e islámica, que muchas veces son lo mismo.
Creo que en diez años el hambre será un recuerdo.
Creo en la Revolución asiática: China e India incorporando al consumo a cientos de millones de pobres.
Creo que la Gran Empresa Abarcaydevora vive sus ultimas décadas: será reemplazada por redes compartidas, ágiles, pequeñas, ultratecnologizadas, excelentes, talentosas y ubicuas, formadas quizás por un chino, un canadiense y un mexicano conectados por la Web.
El viejo sueño liberal de millones de unidades productivas libres, sin monopolios privados o estatales es aun posible gracias a la conectividad de Internet,
Creo en que crear valor no se hace a costa de empobrecer a nadie: ese viejo y rencoroso prejuicio marxista, de que el valor es el robo a los pobres generó millones de pobres: es hora de terminar con esa lacra precapitalista.
La política no podrá ser lo que era, el coto privado de una corporación que trabaja de" bueno" y cobra: la interactividad, la comunicación perpetua vía web-celulares-etc hará imposible los cajoneos, los negociados, las trenzas, las componendas, el ocultamiento, la rosca.
Los consumidores-votantes-usuarios serán al mismo tiempo productores-funcionarios-proveedores porque tendrán la misma información y podrán cuestionar y, finalmente, decidir cambiar de empresa, de partido político y en un futuro lejano quizás, de país. (me imagino teletrabajando para un empresa del Red, sin pagar impuestos en el propio país, sin pagar impuestos de ningún tipo...)
En fin, soy levemente optimista. Porque ahora no se trata de discusiones teóricas sino, simplemente, de mirar los datos de la realidad: los paises que se abren a la competencia internacional, que se animan a asociarse en Tratados de Libre Comercio, los que abandonan el nacionalismo, el estatismo, el socialismo y el populismo, son lo que más crecen, los que bajan la mortalidad infantil, los que disminuyen las tasas de homicidio, los que mejoran la calidad de vida. Basta de verso: la verdad esta ahí, para el que la quiera ver.
No todos se atreven a mirar.
Buen Año
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