Unos amigos mios, hace unos años casi pierden a su hijo por causa de la homeopatía. Un enorme (y oculto) tumor en la garganta amenazaba su vida, pero el médico homeópata insistía con gotitas de placebo y se negaba a operar. Hubo que operar de urgencia y, afortunadamente, el chico salvó su vida.
Una familiar mía quedó embarazada. Pero su psicoanalista afirmó que el feto estaba muerto y recomendó un raspaje . Para su teoría, esa mujer NO podía quedar embarazada , por un complejo que su subconsciente elaboraba de esa forma. El hijo goza actualmente de excelente salud.
La malaria mata a dos millones de personas por año, sobre todo en Africa. El DDT es el mejor insecticida para eliminar los mosquitos que transmiten esa plaga. Pero, dicen los alternativos, que el DDT es muy pero muy malo y Africa ha perdido unos 40 millones de niños gracias a la prohibición de DDT auspiciada por los ambientalistas y promulgada por la OMS en los setenta. Ahora la OMS se arrepiente, pero ningún país occidental le quiere vender DDT a África…por la presión de Greenpeace y otros alternativos. Mientras, dos millones de africanos mueren año tras año. Los ecologistas recomiendan investigar vacunas y esperan dentro de diez años encontrar la solución: o sea dentro de veinte millones de muertos.
Los paises pobres necesitan desesperadamente inversiones externas. Pero los alternativos hacen Constituciones Fundantes que ponen tantas trabas a esa inversión externa, que el capital cambia de destino y de vuelca a China e India, donde esas obstrucciones no existen. Cuando en pocos años se vea el desastre de esta política alternativa, antiglobalizadora, será tarde para recuperar el tiempo perdido.
No hablemos de los alternativos del pasado, los utópicos que trajeron el dogma a la Tierra y crearon los Gulags y los Auschwitz. Los que por negar el Cielo, trajeron el Infierno a la Tierra. Ya es historia conocida, aunque vale la pena reiterarla cada tanto.
Ahora no tienen las satánicas máscaras de Hitler o Stalin. Tienen rostros frescos mientras recomiendan, por ejemplo, no hacerse transfusiones de sangre, combatir el cáncer con flores de Bach, eliminar toda industria porque contamina (como hizo recientemente Evo Morales en la ONU) , prohibir el castellano en Cataluña, dejar que por razones culturales millones de niñas africanas sufran la amputación de su clítoris, admirar la belleza del arte exótico y denigrar el arte occidental, en nombre del pluralismo, impedir experimentos médicos con animales.
Otros dicen que la democracia está acabada y buscan “alternativas”: corporativismo, asambleismo, sindicalismo, anarquismo, teocracia.
El Papa Juan Pablo también era alternativo: decía que debía buscarse un método superador del capitalismo. Me encantaría encontrarlo, a quien no. Un método, eso sí, que no coarte la libertad de nadie, que no me imponga lo que no quiero adquirir, que permita el libre transito de personas, capitales y bienes, que no permita que los amigos del poder se enriquezcan, que castigue duramente la corrupción y el incumplimiento de contratos, que garantice una Justicia independiente, que controle a los controladores, que esté abierto a ideas nuevas y a intercambios nuevos. Que garantice igualdad de oportunidades pero que no intervenga en el juego de los actores sociales, premiando a unos y castigando a otros, que no haga demagogia, que no “ayude” a nadie, que premie el esfuerzo, la inteligencia, la innovación, la mejora permanente, que castigue la pereza, la abulia, la comodidad, la pequeña rosca, las mafias, los peajes, las coimas, las excepciones, los subsidios, las promociones, las tarifas especiales, los monopolios.
O sea, liberalismo económico. Que ya estaba inventado.
Los alternativos en arte, en música, en educación, en economía, en medicina, en política, en ecología, en derecho… ensayan sus teorías sobre el cuerpo de los otros. No les prestemos más el cuerpo.
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