Como una pesadilla impensada, Fidel Castro habla nuevamente a la multitud. Como si no hubiera pasado nada en estos cuatro años, como si en Cuba no hubiera muerto Orlando Zapata, como si en Cuba los bloggers ni hubieran al fin quebrado el Muro de Silencio del régimen, como si su tímido hermano no hubiera insinuado una apertura, escasa y cicatera, pero con reformas al fin (en la línea Chinoista Antimaoista, de Comunismo de Mercado), en fin, como si Cuba no se hubiera vista obligada a negociar la liberacion de presos políticos. No, ahí está él, el ultimo Stalin vivo, hablando a la multitud de sumisos.
¿Y de qué habla Fidel Stalin Castro?: de Israel e Irán. A punto de la tumba, su viejo rencor antijudío estalla con voz cavernosa y temblequeante. Vino a alertar al mundo sobre una supuesta guerra contra Irán encabezada por el Estado Judío, justo cuando israelies y palestinos se han sentado a negociar la paz.
Es un provocador. Ayer reconocía su homofobia, hoy su antisemitismo. Llevatelo, Dios.
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