El mito de la Revolución soviética es tan fuerte y persistente que aun yo, con los ojos bien abiertos ante el terror estalinista supuse, inocentemente, que Lenin y Trotsky no eran tan salvajes como Koba, el temible. Además, confieso, nunca había pasado de la lectura de Los 10 días que conmovieron al mundo y, en cambio, durante mi época de estudiante-sujeto a adoctrinamiento- leía a Lenin y sus sesudos estudios sobre el Imperialismo.
Total que tenía una visión algo limitada de las jornadas de octubre. Suponía que el Partido Bolchevique había sido audaz, que tenía el apoyo de las masas y que era más o menos coherente bajo el mando de Lenin. Recordaba que los primeros tropiezos en la economía soviética, había aparecido la Nueva Politica Económica que devolvía libertad a los pequeños empresarios, con lo cual en mi ingenuidad pensé que nada comparable a los asesinatos masivos del estalinismo había sucedido entre 1917 y la llegada de Stalin al poder.
La lectura de Kravchenko (“Yo elegí la libertad”) me hizo ver que el hambre y la arbitrariedad fueron moneda corriente en la etapa de Lenin, así que me dispuse a estudiar ese período. Hay un par de obras magníficas de historiadores actuales pero, confieso, no había dedicado tiempo al asunto. Lo único que podía afirmar era que la historia de Papá Lenin el bueno, su hijo Trotsky el probo y su hijastro maldito, Stalin, era una caricatura de la realidad. Pero hasta ahí llegaba.
La lectura de los primeros capítulos de ”El libro negro del comunismo” me ha sacado de dudas sobre el siniestro papel de Lenin y Trotsky en la instauración del terror revolucionario.
Lo interesante del libro es que sus autores son de “centro-izquierda” y para nada intentan hacer una apología del viejo régimen zarista. Hablan desde la simpatía hacia el inicial proceso de democratización de Rusia lanzado a partir de principio de 1917 y deploran la rapidez con la que el Gobierno Provisional se debilitó y abrió el cauce a un grupo absolutamente minoritario y casi marginal de la política, comandado por Lenin.
Como explica Frederic Bastiat en “El Estado”, el Estado tiene dos manos, una ruda, la que expolia con impuestos al campesino y otra dulce, la que ofrenda bienes gratuitos: educación, salud, seguridad, promoción del trabajo, felicidad. Todas las revoluciones se basan en ocultar mano dura… todo el tiempo que sea posible, que normalmente es poco. Porque las promesas son grandes y los recursos, escasos.
“ Lenin propuso a mediados de febrero de 1918 un proyecto de decreto que incluso los miembros de este organismo juzgaron oportuno rechazar. El texto preparado por Lenin preveía que todos los campesinos fueran obligados a entregar sus excedentes a cambio de un recibo. En caso de no entrega en los plazos señalados, los transgresores serían fusilados” Es la ecuación de Bastiat: si prometes mano dulce (“Pan, paz y trabajo” era la consigna de 1917) necesitarás mano dura para obtener los recursos.
El resultado:
“ En julio-agosto, ciento diez insurrecciones campesinas, calificadas por el poder de “rebeliones kulaks” estallaron en las zonas controladas por el nuevo poder. El crédito del que habían disfrutado por un breve período los bolcheviques por no haberse opuesto en 1917 al reparto de tierras se vio aniquilado en unas pocas semanas. Durante tres años, la política de requisas iba a provocar miles de sublevaciones y de motines, que degeneraron en guerras campesinas reprimidas con la mayor violencia”.
- Cómo se ve el “terror rojo” no nació para luchar contra los “contrarrevolucionarios” sino para obligar a los campesinos a entregar su trigo…para alimentar a los obreros urbanos.
- Los bolcheviques, supuestamente opuestos al “espontaneismo de las masas” promovieron las acciones desesperadas de campesinos y obreros que asesinaron, robaron, torturaron a los “burgueses” durante los meses anárquicos de mediados de 1917. Este contacto con la “violencia de masas” determinaría un cambio de poder dentro del mismo partido. Los “teóricos”- intelectuales burgueses urbanos- fueron cediendo poder a los “prácticos” (soldados desmovilizados, campesinos, desocupados) bajo la batuta de Lenin y para horror de los cuadros del Partido.
-La toma del poder fue un golpe de estado militar, ejecutado por el Comité Militar revolucionario de Petrogrado, creado por Trotsky, entre otras cosas para evitar una sublevación espontanea de las masas.
- Hubo una rápida deriva hacia posiciones extremas cuyo objetivo era no solo liquidar las viejas instituciones “buguesas”, sino las del naciente poder soviético: liquidación d ela libertad de prensa, captura de los Soviets- donde los bolcheviques eran minoría, centralización del poder, contra las demandas de autonomía de las nacionalidades
- Militarización del partido: una vez en el poder se crea la Cheka, la cual acapara casi todos los recursos y cuadros: en uno meses pasó de 100 a 12,000 miembros
- La primera operación de la Cheka estuvo dirigida a los anarquistas: 20 fusilados de los 520 acratas que habían ocupado viviendas
- El triunfo de los moderados en las elecciones de renovación de los Soviets fue decisivo para radicalizar aun más las tendencias hegemónicas del partido bolchevique:
- El decreto dando poderes a “comisarios” a requisar los productos alimenticios y la conformación de un cuerpo de campesinos pobres encargado de requisar los excedentes de los campesinos.
- La disolución de los soviets y la expulsión de mencheviques y socialistas moderados
- Represión de manifestaciones obreras opuestas a estas medidas
- Restablecimiento de la pena de muerte en junio de 1918, que había sido abolida en octubre del 17
Todo esto sucedió antes de la Guerra civil contra el Ejército Blanco, hecho que agravaría estas tendencias hacia la violencia aun más.
Algunas perlitas de Lenin:
- “Los miembros de las instancias dirigentes del partido constitucional demócrata, partido de los enemigos del pueblo, quedan fuera de la ley y son susceptibles de arresto inmediato y de comparecencia ante los tribunales revolucionarios”
- “A menos que no apliquemos el terror a los especuladores- una bala en la cabeza en el momento- no llegaremos a nada”
- “Los pequeños propietarios, los pequeños poseedores han estado a nuestro lado (..) pero ahora nuestros caminos se separan(…) Ha llegado la hora de que llevemos una lucha despiadada, sin compasión, contra estos pequeños propietarios, estos pequeños poseedores”
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