Me desperté a mitad de la madrugada con una verdad revelada en la punta de la lengua: Argentina tiene una lombriz solitaria adentro, una Tenia Saginata oculta que la debilita aunque no la mata: le devora sus nutrientes y la deja apenas viva, para seguir expoliándola. El país de más futuro, después de Estados Unidos, hace un siglo, se debate ahora entre el tercero y el cuarto mundo gracias a que tiene un cáncer que lo devora por dentro.
Esa lombriz solitaria no se deja ver. Pero a veces, alguien, quizás de casualidad encuentra su rostro maléfico. Como un fotógrafo que, en Pinamar, se atrevió a retratar a un empresario miembro de esa conspiración. Tanto el fotógrafo como el empresario murieron si dejar rastros.
No hay pruebas, solo indicios como los que paso a enumerar:
Matanzas sórdidas e inexplicables como la de Tandil, en 1872, un pogrom xenófobo que asesinó a 36 extranjeros, solo por el hecho de no ser argentinos.
La semana trágica, que en pleno gobierno popular del radicalismo, acabó con la vida de casi 200 judíos, acusados de “maximalistas”. Y la represión en la Patagonia, ambas durante el gobierno del gran caudillo popular de principios de siglo, Yrigoyen.
El golpe de Uriburu.
La orden de cancillería de 1938 prohibiendo a los cónsules en países europeos visar pasaportes de judíos.
La acogida a los jerarcas nazis por parte del otro gran caudillo popular del siglo, Perón
La matanza de 700 indios pilagaes en 1947, en manos de la Gendarmería nacional, al mando del Presidente Perón.
El bombardeo a Plaza de Mayo, en 1955. Los fusilamientos de 1956.
La furia montonera
La furia de la Triple A
La furia de las Fuerzas Armadas
Por debajo, y atrás de estos acontecimientos trágicos, se fue extendiendo como un monstruo de mil cabezas, una oculta enfermedad, una conspiración secreta, destinada a comerse, literalmente, al rico país.
Una combinación corporativa de ejército, sindicatos, empresarios prebendarios, políticos populistas, mafias de droga y juego, policías bravas asociadas a delincuentes comunes, jefes políticos territoriales. Un entramado de jueces, legisladores, fiscales, periodistas, intelectuales pagos, destinado a silenciar la verdad de la Tenia Saginata, a fin de lograr tranquilidad para que pueda consumir diariamente nuestras energías. Así, solo así se puede explicar la decadencia argentina. Solo una conspiración increíblemente compleja, extensa, arraigada, y empecinada en que Argentina apenas sobreviva y no crezca podría ser capaz de semejante proyecto.
1 comentario:
Prefiero pensar que no hay conspiraciones, sino simplemente un montón de gente patética.
Volví de vacaciones y me puse al día con este blog, siempre interesante. Estuve leyendo bastante el diario, releyendo algún libro. ¿Leíste algo de Carlos Escudé? Estoy leyendo un artículo de él incluido en el libro "Siete escenarios para el siglo XXI", ahí hace una defensa apasionada de Occidente, con fundamentos filosóficos, culturales y políticos. Algo muy erudito, pero llevad hasta el extremo como si la guerra contra el Islam ya fuera masiva y abierta. Lo hace aparecer a Huntington como una dama de beneficencia. Muy impresionante.
En el mismo libro hay algo de James Neilson, tan británico, conservador y delicioso, como siempre.
Y esta nota de La Nación (http://buscador.lanacion.com.ar/Nota.asp?nota_id=981079&high=establishment) también me pareció genial.
Vuelvo de Brasil y me restablezco en la mediocridad argentina. Ya no hace falta ir a Europa para sentirse en el tercer mundo, hasta Brasil me resulta de vanguardia. Me quiero ir al carajo, aunque sea de Buenos Aires.
Me prendo en la manifestación contra las FARC. Quiero hacer algo más que llevar al perro de mi viejo a cagar al cantero de la embajada de Venezuela.
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