No les bastaba con el Hombre Nuevo, esa eugenesia social que pretendía “mejorar” la raza humana no ya mediante la selección de los mas aptos o de la raza superior, sino mediante la más sutil y antigua forma de manipulación de las mentes, a través de la “educación política”. No. Ahora, dotados de un poder diabólico, pretendían crear una Especie Nueva.
En efecto, cansado Dios de su tarea agotadora de atender los ruegos de miles de millones de seres humanos en pena, se decidió a acabar para siempre con esa especie. Para eso fue rodeándose de diligentes ayudantes: un señor austriaco que se encargó de 50 millones, un señor georgiano que cargó a unos 40 millones, un chino que pudo con 60 millones y varios pequeños demonios ayudantes: Pol Pot en Camboya, Kim il Sung en Corea del Norte, pequeños jefes politicos de Medio Oriente e incluso de Argentina.
(Habría que aclarar a esta altura que Dios y Satán son una única entidad)
Decidida la suerte de la humanidad, Dios convocó a los sabios a crear una nueva especie, a prueba de tristezas. Una especie con pocos sentimientos, gran sentido práctico y capacidad organizativa. Una sociedad perfecta, dirigida por sabios, tal como Platón la imaginó. Una maquinaria perfecta, a la manera de la Alemania Nazi, que sacó de la postración a ese país y casi domina el mundo. Un aparato de dominación espiritual de inspiración marxiana, a la manera del comunismo, aunque logrando una adhesión más sincera de la gente.
Pero lo fundamental era crear una especie que abominara del individuo y sus ridículos sentimientos. De eso estaba Dios aburrido: de novias abandonadas, viudas llorosas, madres sufrientes, viejos temerosos de la cercana muerte, bellas temiendo a la vejez, hombres angustiados por la pérdida de virilidad, politicos ansiosos por ganar la próxima elección, en fin , gente desesperada por el problema de diseño que no pudo prever cuando creó a Adan: un excesivo YO autoconciente, hipercrítico, con la muerte y la enfermedad siempre presentes, con pocas alegrías y muchos temores.
Debatían entonces las mentes lúcidas de la Humanidad para no repetir el error original: Marx, Hegel, Platón, Newton, Freud, Hume, Voltaire, Kant y muchos más se unían en largos debates tratando de convencer a Dios de las bondades de uno u otro modelo de Especie Nueva.
La clave era crear un ser sin deseos, pero lo suficientemente motivado para no echarse a dormir y abandonarse a la buena de Dios, con perdón.
Cómo unir ganas de vivir con perfecta ignorancia sobre la muerte que acecha al final?
Cómo juntar alegría con absoluta falta de sentido del humor, ironía y doble sentido?
Como diseñar seres perfectos, que no compitieran entre sí por el amor de aquella muchacha, la más linda del barrio?
Como crear creadores, sin rencores que acallar, penurias que remontar, deudas que pagar?
Cómo crear triunfadores, líderes, sin hambre de poder?
- Hagamoslos eternos, sin temor a la muerte..natural
- Pero posibles víctimas de asesinos
- Controlemos a los asesinos, quitemosle los deseos.
- Y como vamos a lograr que evolucionen, si les quitamos el deseo?-pregunto Freud
- Que no tengan necesidades. Que con poco alimento básico, pasto por ejemplo, puedan arreglarse
- Para alimentar ochenta kilos , tendrían que pastar quince horas diarias, no tendrían tiempo para crear cultura, mejorar la economía…
- No podemos violentar las leyes de la naturaleza, desgraciadamente. Sobre lo único que podemos actuar es sobre el cerebro: algun mecanismo que potencie la quietud y el contento y que reprima el conflicto y la angustia.
- Drogas, químicos, ansiolíticos, calmantes, narcóticos, anfetaminas
- Somíferos, quizás
- Que duerman veinte horas por día
- Y quien trabajaría?
- Esclavos, una subespecie de clones, sin alma , sin sentimientos, solo motivados por su amor al trabajo, a la recompensa de hacer bien la tarea.
- Y como lograr semejantes máquinas. No podemos inventar de la nada, violar las leyes naturales: ¿qué ser vivo ignora el juego, el amor, el descanso?
Así seguían discutiendo, décadas y décadas, mientras Dios los dejaba hacer, casi convencido de la inutilidad del debate.
Aquí abajo, mientras tanto, la gente se arreglaba como podía, cargando su angustia con dignidad o con ridículo, cayendo en cultos colectivos que exorcizaban el temor y los unían a entidades anónimas y omnipotentes: la Religión Verdadera, la Raza Superior, la Clase Destinada, la Mejor Nación, el Mejor Movimiento Político, la Mejor Filosofía de Vida, la Forma Más Natural de Vivir Ecológicamente, el Más Grande Líder.
Otros, con más humor y sabiduría, sabían que vivimos en solo uno de los millones de universos existentes, que somos un milagro casual y que hay que aprovechar cada instante fugaz para crear felicidad o ,al menos, su simulacro: una cena magnífica, esa canción que nos hace lagrimear, el primer hijo, mi mujer, mi madre, ganar un concurso, obtener un trabajo, cosechar un logro. Poca cosa. Muy lejos de la Nueva Especie que pergeñaban en el más allá.
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