El pensamiento “social”- en cualquiera de sus variantes, desde la Sozialpolitik de Bismarck hasta el Socialismo del siglo XXI de Chávez, pasando por las experiencias fascistas y estalinistas- parte del supuesto de que la riqueza privada es una inmoralidad y que habiendo pobres no hay justificación ética de la existencia de ricos. Los ricos son el “enemigo” a vencer. La tarea del Estado es, entonces, retraer la mayor cantidad de recursos en manos de los ricos para redistribuirlos entre los pobres. Eso se dice fácil, pero la implementación es de una enorme complejidad.
Se puede , como lo intentó Lenin, no afectar la propiedad privada de los campesinos, pero requisar el 90% de su producción para ser repartida entre los obreros y empleados urbanos. O como Stalin o Mao propusieron, colectivizar la propiedad rural generando enormes superficies de propiedad estatal y reubicando a los campesinos como empleados. O sea: requisa del producto o estatización de la propiedad fueron herramientas distintas pero dirigidas a sacarle a un grupo social sus frutos- que eran “excesivos” para el gusto del Gobierno y redistribuirlos entre los pobres.
En ambos casos los resultados fueron igual de trágicos. Los campesinos rusos se rebelaron, abandonaron los campos, se convirtieron en guerrilleros antisoviéticos y murieron de hambre: 5 millones con Lenin, 7 millones con Stalin,. En China, 30 millones murieron en “el gran salto adelante” de Mao entre 1959 y 1961.
Tanto en la URSS como en Cuba, la reforma agraria inicial (“La tierra para el que la trabaja”) fue reemplazada al poco tiempo por una Segunda Reforma Agraria (“la tierra para el Estado”).
El pensamiento que subyace a estas trágicas experiencias es de origen religioso: el hombre es un ser codicioso y egoísta y , por lo tanto, compete a la comunidad organizada en Estado, restringir esas tendencias asociales, obligando a los productores a ceder una importante proporción de sus excedentes al Gobierno , el cual como Ogro Filantrópico que es, se encargará de hacerle llegar esos excedentes a los pobres. Claro que en el camino, una enorme porción de esos excedentes pasan a alimentar al propio Estado, a sus burocracias, a los cuadros partidarios, a la Nomenclatura, a la corrupción y detracción, al enriquecimiento de los amigos del poder, a obras faraónicas de auto exaltación, a proyectos muchas veces delirantes de infraestructura, como el trágico canal que intento Stalin en el norte, que terminó con la muerte de decenas de miles de obreros por frío, hambre y enfermedad.
Esos “errores” que ahora Raúl Castro denuncia no son “excesos” del Sistema , sino parte sustancial de esa religión estatista redistribucionista.
Aun en las más tibias democracias sociales europeas se da por sentado que el Estado tiene que favorecer a los más pobres: subsidios, seguro de salud, vacaciones pagas, licencias, pago por nacimiento, disminución de la edad de jubilación, jornadas cada vez más cortas…Una rueda que gira cada vez más incontrolable, empujada por políticos y sindicalistas hasta que las cuentas hacen crak…y el Gobierno quiebra: Grecia, Portugal, España, Italia, etc. Como dijo alguien, el Socialismo es maravilloso hasta que se termina el dinero ajeno.
Como la consigna social es “distribuir” y no importa tanto “producir” (alguien lo hará, no?) el saldo se hace negativo y viene el “ajuste”: El ajuste es la confesión del fracaso: todo el sufrimiento que quiso ahorrársele a los pobres durante años se multiplica en pocos meses: baja de salarios, desempleo, quita de beneficios sociales, etc. Se le echa la culpa de eso a los “mercados” (que son los que financiaron la fiesta invirtiendo en Bonos del Gobierno y que, razonablemente esperan obtener algún beneficio de su inversión). Los pérfidos inversionistas- a los que convencí y seduje con mis altas tasas de interés, ahora tienen la inhumana pretensión de cobrar sus acreencias, qué pérfidos capitalistas son! Acaso fueron tan tontos de creerme? La culpa la tienen los bancos, que no les advirtieron a los inversionistas que no debían confiar en nosotros, los socialistas.
Los brutales métodos leninistas, estalinistas y maoístas, que sumaron decenas de millones de muertos por hambre, enfermedades y bala, ya, afortunadamente, son cosa del pasado. Pero la suavización de los métodos redistribucionistas no oculta que su lógica es increíblemente parecida a la lógica totalitaria. La libertad solo es para votar, no debe haber libertad económica dado que la maldad propia del ser humano debe ser limitada por papá Estado, el omnisciente. El nos cuida del lobo capitalista y, claro, a cambio, le cedemos nuestra libertad, nuestra dignidad.
Poca cosa, a cambio de vacaciones de un mes, no?
1 comentario:
Vea por favor:
http://online.wsj.com/article/SB10001424053111904800304576476461451561854.html?mod=WSJS_inicio_section_Personajes
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