Hace setenta años, Frederick von Hayek describió con agudeza lo que él consideró como la clave para encarar los problemas de la economía: el acceso al conocimiento distribuido entre millones de actores sociales. Planteaba en ese artículo que los funcionarios tienden a creer que el único conocimiento válido es el científico, conocimiento al cual el Estado accede directamente mediante la incorporación de funcionarios de la élite universitaria.
Pero, señala Hayek, existe otro tipo de conocimiento al cual se accede con dificultad: el conocimiento particular de las circunstancias de tiempo y lugar . Es el conocimiento del comerciante, del pequeño artesano, del campesino, que sabe cuándo es bueno y cuándo es malo hacer tal o cual faena. Es la trama de millones de micro conocimientos la que se construye laboriosamente (y la que el funcionario ignora o desprecia a la hora de intervenir en las actividades económicas fijando regulaciones, precios, modos, formularios, requisitos), es esa trama la que sostiene la estructura del mercado. Una trama cuyo fluído es el la información, bajo la forma final de precio. El precio no es la resultante de un capricho, sino el efecto de millones de fuerzas puestas en relación.
Dice Hayek:Hoy en día, es prácticamente una herejía sugerir que el conocimiento científico no es la suma de todo el conocimiento .
Pero una pequeña reflexión demostrará que sin duda existe un conjunto de conocimientos muy importantes pero desorganizados que no puede llamarse científico en el sentido del conocimiento de reglas generales: el conocimiento de las circunstancias particulares de tiempo y lugar .
Es con respecto a éste que prácticamente cualquier individuo tiene cierta ventaja sobre los demás, dado que posee cierta información única que puede usarse beneficiosamente, pero sólo si se dejan a él las decisiones dependiendo de dicha información o éstas son tomadas con su activa cooperación . (...)
Es curioso que en la actualidad se mire en general a esta clase de conocimientos con cierto desprecio y se considere que alguien ha actuado casi escandalosamente cuando haciendo uso de este conocimiento obtiene ventajas sobre otro que posee conocimientos técnicos o teóricos .
Este prejuicio ha influido considerablemente en la actitud con respecto al comercio en general comparado con la producción .
La web 2.0 realiza con más nitidez que nunca la posibilidad de reunir y organizar el conocimiento disperso, potenciar la información que ningún "organismo" posee - ninguna burocracia estatal o privada- y que fluye libremente, de individuo a individuo. Quizas seamos testigos a partir de ahora de la puesta en acción de esa fuerza escondida.
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