domingo, marzo 23, 2008

Hiperactivismo

La construcción de poder, entendido en el sentido absoluto o totalitario del término, es incansable y permanente. No se toma vacaciones, jamás baja la guardia. Al modo de los tiburones que no pueden permanecer quietos aun dormidos, por que si no morirían asfixiados, el kirchnerismo, o el chavismo, o el evismo ,etc. necesitan rodearse siempre de un halo de excepcionalidad que justifique su excepcional uso de lo excepcional. Siempre estamos a punto del incendio o acabamos de salir de la peor crisis de la historia o llegó el momento de tomar drásticas medidas, estamos rodeados de enemigos e infiltrados de traidores. Para ellos no existen procesos espontáneos, sino que todo es producto de la determinación política: nunca un precio sube o una empresa se cierra por otros motivos que no sean la simple voluntad de “esos” que conspiran contra la patria.
No soportan la idea de que en la realidad no todo es producto de decisiones, que hay procesos sistémicos que no dependen del conocimiento o de la voluntad para ocurrir. Hay normas e instituciones sociales, que funcionan como una “segunda” naturaleza que determina comportamientos no plenamente concientes.
Por ejemplo, el suicidio. Durkheim demostró hace más de cien años que la cifra de suicidas no es un capricho individual, que : “Cuando se vea que cada país tiene una cifra de suicidios que es propia de él, que esta cifra es más constante que la de la mortalidad general; que si evoluciona, lo hace siguiendo un coeficiente de aceleración, que es peculiar de cada sociedad; que las variaciones por las que pasa en los diferentes momentos del día, del mes, del año, no hacen más que reproducir el ritmo de la vida social; cuando se compruebe que el matrimonio, el divorcio, la familia, la sociedad religiosa, el ejército, etc. influyen en ella según leyes definidas y que algunas de ellas pueden ser expresadas en forma numérica…se renunciará a ver en estos estados y en estas instituciones, imaginarias fórmulas ideológicas sin virtud y sin eficacia. Por el contrario, se tendrá la sensación de que se trata de fuerzas reales, que viven y obran y que por el modo que tienen de determinar al individuo, testimonian suficientemente que no dependen de él o, cuando menos, que si él entra, como elemento, en la combinación que de estas fuerzas resultan, acaban de imponerse, a medida que se van desenvolviendo

Esta idea de que suceden cosas “que no dependen del individuo” es casi intolerable para los autoritarios. Para estos planificadores TODO es planificable, hasta las creencias y los sentimientos, mucho más los precios, los salarios, la producción agrícola, todas meras variables del tablero de mando que ajusto a más o a menos según convenga.

Así les va. En Venezuela acaba de comprobarse que al apoyo a Chávez bajó del 60% al 30% de la población y es probable que pierda las elecciones locales que habrá en noviembre. En Argentina un inédito paro rural está demostrando que las decisiones autistas de los funcionarios se estrellan contra la realidad. En Bolivia Evo no sabe como negociar con la oposición que amenaza con romper el país. A todo autócrata le llega su límite. Más alla de los deseos: los sistemas sociales no son simples mecanismos que aceptan ajuste tras ajuste, intervención tras intervención.
Son sistemas complejos que funcionan a pesar de politicos, intelectuales y periodistas. Sus procesos son aun desconocidos para la ciencia social, y quizas nunca se los conozca. Pero sus leyes son inexorables. Desoírlas lleva al desastre.

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