Los petrodólares y la corrupción crearon una clase de socialistas venezolanos que derrocha en coches de lujo y viajes a Miami
Durante las últimas dos semanas, en Venezuela, no pasaron dos días sin que decenas de miles de estudiantes protestasen contra el cierre del canal de televisión RCTV, hecho por el Presidente Chávez. La tenacidad de los manifestantes en defender la libertad de expresión en su país dejó claro que los venezolanos no comparten los planes del presidente de implantar en Venezuela lo que él llama “ el socialismo del siglo XXI”. De acuerdo a lo que el propio Chávez no se cansa de repetir, su proyecto consiste en eliminar la “elite oligárquica” del país por medio de la expropiación de empresas privadas, de censura a los formadores de opinión y de la creación de un partido único, entre otras medidas autoritarias. Lo que el aspirante a dictador no dice (pero todo vendedor de artículos de lujo en Caracas sabe) es que el está solo substituyendo la tradicional elite venezolana por otra, formada por funcionarios públicos corruptos, sindicalistas y empresarios cuyo principal mérito es halagar al dictador. En Venezuela esa nueva clase es llamada la “boliburguesía”, una alusión a las dos expresiones más usadas por Chávez: bolivariano y burguesía. La primera palabra se refiere a los seguidores de la confusa ideología inventada por el presidente venezolano, que mezcla la adoración al libertador latinoamericano Simón Bolivar y un socialismo a la cubana.
La boliburguesía de Chávez puede ser fácilmente identificada en las tiendas de Caracas de dos maneras. Primero, por medio del uso de la boina colorada, parte básica del vestuario de los militantes chavistas. Segundo, por el extraño hábito de sus integrantes de pagar todo con pilas y pilas de dinero en efectivo. En una de las mayores agencias de viaje de la capital, por ejemplo, el gerente cuenta que fue necesario comprar una máquina contadora de dinero para que las vendedoras no perdiesen tiempo manoseando tantos billetes de bolívares, la moneda local.”Los destinos preferidos de la elite chavista son, claro, Miami y Orlando, siempre en clase ejecutiva” dice una empleada de la agencia. Si la idea de Chávez es imitar a Cuba, en esto la consiguió: la meca de los chavistas son los Estados Unidos. La preferencia por pasar las vacaciones en este país demonizado en los discursos de Chávez es cuidadosamente disimulada por ellos. Ninguno muestra el pasaporte a un colega. Eso, porque existe el hábito de arrancar la hoja con el visado norteamericano, en un gesto esquizofrénico de patrullaje ideológico. “Sabemos que en el socialismo el lujo está prohibido, pero, siempre que entra un chavista de boina roja, lo atendemos lo mismo”, dice Ricardo Díaz, vicedirector de Superautos, la principal concesionaria de vehículos importados de Caracas. “Este gobierno tiene todo el dinero del mundo” completa Díaz. Según él, la clientela cambió mucho desde que Chávez asumió el control de PDVSA, la petrolera estatal, en 2003. Hasta entonces sus clientes eran personas conocidas, mayormente empresarios. Después, se volvieron frecuentes los funcionarios públicos, los dueños de pequeñas importadoras y hasta excamellos.
Arriba, estudiantes y profesores se juntan para exigir derecho y libertad de expresión en protesta, la semana pasada, en Caracas. Abajo, la tienda Super Autos, en la capital: la ostentación de la burguesía estatal bolivariana contrasta con la pobreza del pueblo.
El auto preferido de la elite bolivariana es el Hummer H2, de 100.000 dólares. La concesionaria Super Autos vendió, solo en este año, dos decenas de unidades del modelo, la mayoría para chavistas. En marzo, el Gobernador del estado de Carabobo, Luis Acosta Carlez, un exponente del chavismo, dijo en una entrevista en
Una manera “limpia” de enriquecerse en
La otra manera utilizada por la elite bolivariana para enriquecerse, la ilícita, es regida por la completa falta de transparencia del estado chavista. De todos los contratos firmados por el gobierno, por ejemplo, el 95% fueron hechos en carácter de “emergencia”, sin licitación. “No existe contratación de obra publica hoy en Venezuela, en que no haya sobrefacturación” dice Eleazar Díaz Rangel, director del diario Ultimas Noticias, el mayor de Venezuela y progubernamental.
En la práctica, por lo tanto, el presidente venezolano esta intentado expulsar del país a una elite productiva que crea empleo como es el caso de los dueños de RCTV y de los administradores del Hilton Caracas, que será nacionalizado en agosto, y poner en su lugar a una elite inepta y parásita formada por aduladores presidenciales.
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