Volver a la normalidad
El cómputo del desastre ha terminado y nuestros noticiarios parecen haber entrado en una etapa rosa, donde sólo hay espacio para las crónicas de recuperación y optimismo. Ni el lamento ni la duda tienen cabida entre tantos llamados a la confianza. Las opiniones y los rostros que se muestran en la tele son cuidadosamente seleccionados: sólo saldrán aquellos que tengan algo esperanzador que decir. La frase “volver a la normalidad” es repetida por secretarios generales del Partido, por choferes de camiones cargados de tejas y hasta por los propios damnificados. Se trata de borrar a toda costa el “ahora” para regresar al “antes” de los dos huracanes.
Los cierto es que no creo que un mes atrás tuviéramos algo parecido a la “normalidad”. Es más, en las tres décadas que arrastro sobre mis hombros, no creo haber vivido en otra cosa que no sea lo anómalo. A quienes pronuncian la palabrita, me gustaría preguntarles si ellos creen que es “normal” el Período Especial, el miedo a la opción cero, los discursos interminables, la Batalla de Ideas, los mítines de repudio, mis amigos armando una balsa para echarse al mar, el “hay pero no te toca, o te toca pero no hay”, las colas perennes, las promesas de cambio que no se concretan, las tierras ociosas, la idea de plaza sitiada donde disentir es traicionar, el hablar en voz baja, la paranoia a que todos puedan ser del Aparato, las restricciones a viajar, los privilegios de unos pocos, la dualidad monetaria, el adoctrinamiento en las escuelas, la falta de expectativas, las vallas con consignas que nadie cree y la espera, el aguardar, los sueños de que alguna vez todo pueda arribar a un punto cercano a la “normalidad”.
Publicado en Generación Y, La Habana, Cuba
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