miércoles, febrero 20, 2008

Fidel: abrazos con Videla

Extraña alianza:
relaciones cubano-argentinas
en Ginebra, 1976-1983

Por Kezia McKeague
Año IV Número 50 CADAL
10 de marzo de 2006

(Fragmento. Para consulta directa, clickear acá)


El rol de la Unión Soviética en la defensa de la dictadura militar
argentina es bien conocido entre los expertos en derechos humanos,
quienes notaron el desarrollo de una “alianza non santa”. Menos
conocido es el apoyo que dio Cuba al gobierno militar para impedir
que se considere el caso argentino en Naciones Unidas. Este
Documento, basado en un capítulo de un futuro libro sobre las
relaciones argentino-cubanas, intenta cubrir esa brecha en base a
información de entrevistas personales, material de archivo histórico
de Argentina y fuentes secundarias.

El Caso Argentino
La campaña masiva de desapariciones forzosas lanzada por
la junta militar argentina atrajo la atención de las Naciones
Unidas apenas unos meses después del golpe de marzo de
1976. En su sesión anual en agosto, la Subcomisión aprobó
una resolución que mencionaba a Argentina y expresaba
preocupación acerca de la situación de derechos humanos
y la apremiante situación de los refugiados (Guest, 1990).
La resolución representaba un revés para el embajador
argentino en Ginebra, Gabriel Martínez, que estaba decidido
a impedir tanto la crítica pública como las investigaciones
confidenciales, por más ineficiente que fuera el procedimiento
1503. Durante los siguientes dos años, la estrategia militar
argentina, fielmente implementada por Martínez en Ginebra,
sería negar la legitimidad de todas las presiones
internacionales por los derechos humanos (Sikkink, 1993).
El objetivo de Martínez durante este período fue la
Subcomisión debido a su posición en el primer nivel de la
jerarquía de la ONU para la protección de los derechos
humanos. No había ningún cubano en la Subcomisión en
ese momento, pero el miembro soviético jugó un rol crucial
como uno de los cinco miembros de la subcomisión dentro
del grupo de trabajo responsable de rever las
comunicaciones.7 Para el año siguiente, arribaron a Ginebra
cientos de comunicaciones sobre Argentina que fueron
examinadas por el grupo de trabajo antes de la sesión de
agosto de la Subcomisión. Allí, los miembros soviético,
paquistaní y nicaragüense votaron a favor del gobierno
argentino (a diferencia de los miembros de Estados Unidos
y Ghana), impidiendo así cualquier acción sobre las
comunicaciones por otro año (Guest, 1990).
Sin embargo, en 1978 el grupo de trabajo puso a Argentina
en un listado preliminar de flagrantes violadores de los
derechos humanos; los miembros soviético y paquistaní
mantuvieron su voto a favor del régimen militar, mientras
que Estados Unidos, Nigeria y Colombia votaron en contra
(Guest, 1990). En la Subcomisión completa, Mario
Amadeo, el nuevo miembro argentino de la Subcomisión
elegido el marzo anterior, argumentó que su gobierno
necesitaba de más tiempo para revisar todos los casos
individuales contenidos en las comunicaciones. Con los votos
decisivos de los miembros Soviéticos y los no alineados, la
Subcomisión decidió no enviar el caso argentino a la
Comisión.8
Este triunfo de Martínez y Amadeo impidió cualquier
investigación bajo el procedimiento 1503 por un año más,
pero, en la próxima reunión de la Comisión en febrero de
1979, siete delegaciones occidentales presentaron
públicamente el borrador de una resolución que pedía al
Secretario General de la ONU que recolectara información
sobre las desapariciones (Guest, 1990). Si bien Argentina
todavía no era miembro de la Comisión, Martínez había
cultivado contactos personales estrechos con los delegados
no alineados y socialistas, que utilizó para bloquear la
resolución occidental (entrevista, 15 de noviembre de 2005).
Con su apoyo, Martínez utilizó una típica estrategia para
derrotar las resoluciones críticas: la introducción de una
contrapropuesta acusando de violaciones a los opositores.
Su enmienda a la resolución occidental que apuntaba a
Estados Unidos, fue presentada por los delegados no
alineados y, siguiendo las reglas de la ONU, fue sujeta a
votación antes de la resolución real. Tensas negociaciones
hicieron colapsar al comprometido texto, y, como resultado,
la cuestión se pospuso un año más.
Como uno de los miembros más influyentes, aunque
controvertido, de los países no alineados en la Comisión,
Cuba jugó un rol importante en la defensa que el movimiento
de no alineados hizo al régimen argentino. El gobierno cubano
mantuvo una delegación activa desde que logró la membresía
en la Comisión en 1976 (Tolley, 1983), mientras que su
elección a la presidencia del movimiento de no alineados en
1979 elevó su perfil entre los países en desarrollo. Junto
con las mejoradas relaciones con la Unión Soviética hacia
fines de la década de 1970, esta posición de liderazgo
también estableció a Cuba como agente de negociación entre
el mundo desarrollado y el bloque socialista (Erisman, 2000).
Para Martínez, Cuba también actuó como “interlocutor” entre
la delegación argentina y las de Europa del Este (entrevista,
15 de noviembre de 2005). Cuando Martínez necesitaba
pasar un mensaje a un país del bloque del Este, generalmente
le pediría al embajador cubano que fuera su mensajero. Cuba
también ayudó a convenir reuniones de los delegados no
alineados en nombre de Argentina. Dichos favores reflejaron
una relación entre los representantes cubanos y argentinos
en Ginebra, que Martínez describe como “óptima” y
“extremadamente cercana” (entrevista). Despreocupados
por las diferencias ideológicas, el apoyo fue mutuo, según
Martínez. “Los cubanos siempre, siempre nos apoyaron, y
nosotros los apoyamos a ellos” (entrevista).
Este apoyo de Cuba y los otros países no alineados y
socialistas en la Comisión resultó crucial en febrero de 1979.
A pesar de su oposición ideológica a los objetivos no
alineados, la junta militar se había mantenido en el movimiento
para obtener el respaldo del grupo numéricamente importante
en cuestiones como los derechos humanos y las Islas
Malvinas. Su pragmatismo fue recompensado en 1979,
como lo reconoció más tarde un informe del Ministerio de
Relaciones Exteriores:
“La evolución de la participación argentina en el
Movimiento demuestra que ha sido como
consecuencia de una actividad diplomática positiva
y fértil que la República pudo lograr los apoyos
necesarios para un tratamiento decoroso del caso
argentino en la Comisión de Derechos Humanos,
como consecuencia de la decidida actuación en su
favor de los miembros No Alineados de la Comisión.
Ello se puso de manifiesto en el 35° Período de
Sesiones (febrero de 1979) poco tiempo después
de la concurrencia del Ministro de Relaciones
Exteriores, Vicealmirante Oscar Antonio Montes, a
la Conferencia de Cancilleres realizada en Belgrado
en julio de 1978.” (Ministerio, 1982, p. 3)

1 comentario:

Lolamento dijo...

No me asombra.

El otro dia no sabia si reirme o llorar cuando lei un articulo sumamente elogioso de Fidel donde lo presentaba como un mito de una etica perfecta. Ocurre que me acordé de esto que sigue:

Hace muchos años atras se dijo que en una reunion en La Habana para condenar a las dictaduras apoyadas, implementadas o alentadas por los exportadores de "libertad y democracia" de siempre hubo un conflicto entre el gobierno de Cuba y las delegaciones de los grupos argentinos que combatian a la dictadura de Videla.

En esa oportunidad, al menos la delegacion de Montoneros, tuvo que amenazar a irse de la cumbre y denunciarla pues Cuba insistia en dejar fuera del listado de dictaduras criminales de America Latina a la de Videla en Argentina.

Son negocios.

Argentina no cumplió con el bloqueo de EEUU a la URSS, la URSS suavizaba la condena a Videla y nuestros matarifes tuvieron algun que otro favor y fueron "blandos" con algunos pocos militantes del PC.

Negocios que nosotros podemos condenar con facilidad porque estamos atras de un teclado y punto.

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