Como sabemos Moreno y Lousteau han acordado poner un tope al precio del litro de leche que se le paga al tambero. Arde Troya: los tamberos han amenzado con abandonar la actividad y pasarse a la soja. Esta comedia argentina, impensable en un mundo que abandona el estatismo horrorizado por sus resultados (observar al EX estatista Alan García firmando el TLC con EEUU y abriendo a Peru a la globalización) fue extraordinariamente abticipada hace cuarenta años por Ludwig Von Mises. Escuchémolso
"El gobierno recibe quejas de que el precio de la leche subió. Y la leche, sin duda, es muy importante, sobretodo paea la generación en crecimiento, para los niños. Por consiguiente, establece un precio máximo para ese producto, precio máximo que es inferior a lo que sería el precio potencial del mercado. Entonces el Gobierno dice: “Estamos seguros de hicimos tolo lo que era preciso para permitir a los pobres la compra de toda la leche que necesitan para alimentar a sus hijos”.
Pero qué sucede? Por un lado, el menor precio de la leche provoca un aumento de la demanda del producto; personas que no tenían medios para comprarlo a un precio más alto, puede ahora hacerlo al precio reducido por decreto oficial. Por otro lado, parte de los productores de leche aquellos que están produciendo a costos más elevados-o sea, los productores marginales- comienzan a sufrir prejuicios, visto que el precio decretado por el gobierno es inferior a los costos del producto. Este es el punto crucial en la economía de mercado.
El empresario privado, el productor privado no puede sufrir perjuicio en el cómputo final de sus actividades. Y como no puede tener perjuicios con la leche, restringe la venta de este producto al mercado. Puede vender algunas de sus vacas para el matadero, puede también, en vez de leche, fabricar y vender derivados del producto, como cuajada, manteca o queso.
La interferencia del gobierno en el precio de la leche redunda, pues, en una menor cantidad del producto de la que había antes, reducción que es concomitante a una ampliación de la demanda.
Algunas personas dispuestas a pagar el precio decretado por el gobierno no conseguirán comprar leche. Otro efecto es la precipitación de personas ansiosas por llegar primero a las tiendas. Son obligadas a esperar del lado de afuera. Las largas colas delante de las tiendas parecen siempre un fenómeno habitual en una ciudad en la que el gobierno haya decretado precios máximos para mercaderías que le parecían importantes. Fue lo que pasó en todos los lugares donde el precio de la leche fue controlado.
Por otro lado, eso fue siempre pronosticado por los economistas- obviamente solo por los economistas sensatos, que en realidad no son muy numerosos.
Pero, cual es la consecuencia del control gubernamental de precios? El gobierno se frustra. Pretendía aumentar la satisfacción de los consumidores de leche, pero la verdad es que los hizo más descontentos. Antes de su interferencia, la leche era cara, pero era posible comprarla. Ahora la cantidad disponible es insuficiente. Con eso, el consumo total se reduce. Los chicos pasan a tomar menos leche y llegan a no tomarla más. La medida a que el gobierno recurre en seguida es el racionamiento. Pero el racionamiento significa tan solo que algunas personas son privilegiadas y consiguen leche, en tanto que otras quedan sin nada.
Quien obtiene o no obtiene el producto es obviamente algo siempre determinado de forma muy arbitraria. Se puede estipular, por ejemplo, que los niños de menos de cuatro años deben tomar leche, y que aquellos de entre cuatro y seis años deben recibir la mitad de la ración que obtienen los menores.
Haga lo que haga el gobierno, permanece el hecho de que solo hay disponible una menor cantidad de leche. Consecuentemente la población está ahora más insatisfecha que antes.
El gobierno le pregunta , entonces, a los productores de leche (porque no tiene la imaginación suficiente para descubrirlo por sí mismo) “Por qué no producen la misma cantidad que antes?”. Obtiene la respuesta: “ Es imposible, dado que los costos de producción son superiores al precio máximo fijado por el gobierno”. La autoridades se ponen en seguida a estudiar los costos de varios factores de producción, viniendo a descubrir que uno de ellos es el forraje.
“Pues bien”, dice el gobierno” el mismo control que impusimos a la leche, vamos a aplicarlo ahora al forraje. Determinaremos un precio máximo para él, y los productores de leche podrán alimentar a su ganado a preciso más bajos, con menor gasto. Con esto, todo se resolverá: los productores de leche estarán en condiciones de producir en mayor cantidad y venderán más”
Qué sucede en ese caso? Se repite con el forraje la misma historia que sucedió con la leche, y, como es fácil comprender, por las mismas razones. La producción de forraje disminuye y las autoridades se ven nuevamente ante un dilema. En esas circunstancias, aparecen nuevos interlocutores, en el intento de descubrir lo que hay de errado con la producción de forraje. Y reciben de los productores de forraje una explicación idéntica a las que les dieron los productores d e leche. De tal suerte que el gobierno es compelido a dar otro paso, ya que no quiere aflojar con el principio de control de precio. Determina precios máximos para los bienes de producción necesarios para producir forraje. Y la misma historia, una vez más, se desarrolla.
Así, el gobierno empieza a controlar no solo la leche, sino los huevos, la carne y otros artículos esenciales. Y todas las veces alcanza el mismo resultado, por todas partes las consecuencias son las mismas. A partir del momento en que fija precios máximos para bienes de consumo, se ve obligado de retroceder en el sentido de los bienes de producción, y a limitar los precios de los bienes de producción necesarios para la elaboración de aquellos bienes de consumo con precios tabulados. Y así el gobierno, que empezó con el control de algunos pocos factores, retrocede cada vez más en dirección a la base del proceso productivo, fijando precios máximos para todas las modalidades de bienes de producción incluyéndose ahí, evidentemente al precio de la mano de obra, pues, sin control salarial, el “control de costos” efectuado por el gobierno sería un contrasentido.
Además, el gobierno no tiene cómo limitar su interferencia en el mercado solo a los que se le figura como bien de primera necesidad: leche, manteca, huevos y carne. Precisa necesariamente incluir otros bienes de lujo, porque si no limitase sus precios, el capital y la mano de obra abandonarían la producción de artículos de primera necesidad y acometerían la producción de los artículos que el gobierno reputa superfluos. Por lo tanto, la interferencia aislada en el precio de uno u otro bien de consumo genera efectos- y es fundamental comprenderlo- aun menos satisfactorios que las condiciones que prevalecían anteriormente: antes de la interferencia, la leche y los huevos son caros; después, comienzan a escurrirse el mercado.
El gobierno consideraba a esos artículos tan importantes que interfirió; quería tornarlos más abundantes, ampliar su oferta- El resultado fue el contrario: la interferencia aislada dio origen a una situación que- desde el punto de vista del gobierno-es aun más indeseable que la anterior, que se pretendía modificar. Y el gobierno acabará por llegar a un punto en que todos los precios, patrones salariales, tasas de interés, en suma todo lo que compone en conjunto del sistema económico, sea determinado por él.
Y eso, obviamente, es Socialismo.
2 comentarios:
Noticia de hoy: "Contra la baja de precios que quería el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, productores y representantes de la industria láctea acordaron en la madrugada de ayer, exactamente a las 0.59, mantener en diciembre los valores pagados el mes pasado por la materia prima procedente de los tambos. Paralelamente, los productores, que desde el martes hasta anteayer llegaron a bloquear nueve usinas en Santa Fe y Córdoba en rechazo a la fijación de un precio oficial de 78 centavos el litro, levantaron esa medida de fuerza. "
O sea: Moreno queda desairado ante un acuerdo entre partes privadas, volviendo a la situacion anterior a su úkase stalinista. Aguante, libertad!
MIises en Venezuela:
Consumidor peregrina para evitar la escasez
ANGIE CONTRERAS C.
EL UNIVERSAL
Constantes recorridos por supermercados, mercados libres y mercales; dejar pago los productos, conocer las fechas y horarios de los despachos, perseguir los camiones en moto, mantenerse informados a través de mensajes de texto y hacerse amigo del portugués del abasto son algunas de las estrategias que aplican los consumidores para mantenerse abastecidos.
Y es que los venezolanos han tenido que adaptarse a dos factores de la economía, que no sólo afectan su presupuesto, sino también su calidad de vida, como son la inflación y la escasez. La ausencia de productos de la cesta básica en el mercado nacional ha modificado los hábitos de consumo y el comportamiento de los compradores.
En lo que va de año, los consumidores han tenido que peregrinar para hacer un mercado completo, en vista de que productos como leche (en polvo y pasteurizada) en todas sus presentaciones, aceite comestible, azúcar, caraotas y huevos han desaparecido de los anaqueles.
Mientras que otros como carne de res, pollo, azúcar, pastas, harina de trigo y de maíz, arroz y hasta papel higiénico aparecen y desaparecen del mercado, constantemente. Ante esas fallas en el abastecimiento los consumidores se han tenido que someterse a largas horas de colas con el objetivo de comprar al menos un producto.
Cifras publicadas por Datanálisis señalan que el nivel general de escasez se ubica en 40%, y la leche figura como el rubro con mayores problemas, siendo su nivel de escasez 73,3%.
Esas dificultades con el suministro de bienes, especialmente de alimentos, se debe fundamentalmente al control de precios. Los productos que están sometidos a la regulación son los que presentan más fallas en el mercado, debido a que mientras las materias primas y los costos operativos se disparan constantemente, los valores de los bienes están congelados.
Al control de precios se suma el crecimiento sostenido de la demanda del consumidor, la cual se ubica en 19% con respecto al año pasado, incremento que no estaba contemplado por la industria nacional.
En detalle
Luis Vicente León, director de Datanálisis, señala que debido a la escasez, los consumidores se han visto en la obligación de aumentar el número de visitas a los establecimientos para hacer un mercado completo. Actualmente, recorren tres comercios cuando en períodos normales de abastecimiento recorrían sólo uno, y no concretan el 100% de su compra.
Esta situación ha desmejorado la calidad de vida de los ciudadanos, quienes, de acuerdo con cifras de la firma, están invirtiendo ocho horas en promedio para hacer sus compras.
"He perdido varios días de trabajo buscando leche. Tengo que recorrer varios supermercados, y cuando consigo tengo que hacer colas para comprar y en eso se me va el tiempo", comenta Davis González.
Las distorsiones
La escasez de los productos ha generado gran expectativa y desespero en los consumidores, quienes ante la inestabilidad de abastecimiento compran más de lo que realmente necesitan, lo cual ha generado cierta distorsión en el mercado.
En ese sentido, Luis Vicente León explica que las personas han elevado sus volúmenes de compra, con lo cual han creado inventarios de reserva en sus hogares, lo que presiona aun más la demanda de productos.
Igualmente, apunta que con la escasez se ha perdido la elasticidad entre precio y demanda, en vista de que la población está dispuesta a cancelar más por los productos sobre todo por los que están escasos.
Actualmente, los venezolanos están pagando entre 35% y 40% más sobre el precio fijado de los productos que están regulados.
Indica que además la escasez ha hecho que los compradores migren a otras marcas que no son las de su preferencia, trasladando la demanda de los alimentos que presentan fallas sobre otros productos.
"Ya no se puede comprar lo que uno quiere sino lo que se consigue, y hay que patear la calle para conseguirlo. Ya no importa que uno tenga dinero o no", apunta Carmen Flores.
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