sábado, diciembre 08, 2007

Extraordinario artículo de la venezolana Ana Julia Jatar

Reconciliación y enemigo interno

Diálogo, Paz, Prosperidad, Diversidad...Comienzo con la frase con la que terminé mi última columna en este periódico: “La victoria del No será la derrota del totalitarismo y el triunfo de la libertad. Será el inicio de una reconciliación entre los demócratas venezolanos de todas las ideologías”. He recibido críticas de quienes consideran una ingenuidad hablar de reconciliación.

Sin embargo, insisto en ella y me explico. Me refiero a una reconciliación entre los que aceptamos y queremos la pluralidad, los que sabemos que no hay verdades absolutas ni ideas infalibles; entre quienes nos gusta debatir y llegar a consensos. Insisto en una reconciliación entre los que queremos una Venezuela con partidos políticos que representen todas las ideologías y donde cada quien, de acuerdo con su manera de pensar, escoja a sus representantes y gobernantes sin que ninguno se eternice en el poder.

Venezuela rechazó una propuesta claramente totalitaria que pretendía la refundación del Estado –con la eliminación de alcaldías y gobernaciones– sobre consejos comunales, bajo el mito de devolverle el poder al “pueblo” bajo una ideología marxista. El sistema propuesto estimula la formación de un solo partido y concentra el poder en quien lo dirija. En el caso de Cuba, es el Partido Comunista, con Fidel a la cabeza, y aquí sería el PSUV con un Chávez en la Presidencia de manera indefinida hasta que se le “seque el carapacho", como lo confesó.

Bajo su proyecto totalitario y centralista no cabían los alcaldes ni los gobernadores, se definía a Venezuela como un Estado socialista, y con ello se creaba un enemigo interno: todo el que no pensara igual. El mismo ideólogo del socialismo del siglo XXI, Heinz Dietrich, la consideró un error, pues presumía equivocadamente que Venezuela era, según sus propias palabras, “una dictadura revolucionaria” como la cubana.

No fue el pueblo el que se equivocó, como pretende decir Chávez ahora. Se equivocaron el Presidente y su Asamblea Nacional. No vamos a aceptar que insulten nuestra inteligencia diciendo que el pueblo no “entendió” o que fue un problema de “comunicación” pues Globovisión engañó a la gente. Basta de subestimar a los venezolanos: el pueblo no aceptó la intolerancia y mucho menos darle rango constitucional a la intolerancia bajo la excusa del enemigo interno. La mayoría prefirió el dialogo, la paz y la construcción de un país en la diversidad. Entiendo que estos no son los valores de Chávez y de sus seguidores a ultranza, y por ello no espero que tiendan una rama de olivo a los demás, es decir, a ese “enemigo interno". Ellos, al igual que Rousseau, creen que existe una voluntad general superior que los obliga a liberarnos a nosotros de nosotros mismos y de nuestro egoísmo. El Estado, según ellos, debe “forzar a ser libres” a quienes se rehúsen a obedecer “la voluntad general". Esa es la fórmula general de todos los totalitarismos. Ese es el camino que nos anuncian desde Miraflores y la Asamblea Nacional cuando insisten en “colar” la rechazada reforma por otros vericuetos.

Pero lo cierto es que es la senda de su propio fracaso.

Para seguir derrotándolos en las urnas se hace imprescindible la reconciliación entre todos los que desde distintas posturas ideológicas hemos sido alienados por la intolerancia de este Gobierno. Somos una gran mayoría y lo demostraremos para las próximas elecciones de alcaldes y gobernadores.

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