El exterminio de millones de “kulaks” fue una página clásica del dominio de la política por sobre la realidad. Como la teoría marxista decía que en Rusia había una clase terrateniente capitalista que explotaba a los campesinos pobres- afirmación absolutamente falsa- se determinó la “eliminación de los kulaks como clase” (consigna que Stalin difundió). Esto significó el destierro de unos diez millones de supuestos kulaks y la muerte de buena parte de ellos.
“Debeis asumir vuestras responsabilidades con el sentimiento más estricto del deber partidario, sin lloriqueos, sin una pizca de liberalismo. Arrojad por la ventana vuestro humanitarismo burgués y actuad como bolcheviques merecedores de llamarse camaradas de Stalin. Acabad con el elemento kulak allí donde asome la cabeza. Es una guerra: son ellos o nosotros. El último remanente de la agricultura capitalista debe ser eliminado a cualquier precio “ (de un líder bolchevique, Jataevich, en una asamblea de dirigentes del partido Comunista)
O sea: ellos o nosotros fue la gran construcción de una realidad ficticia, según la cual los kulaks conspiraban activamente contra el poder soviético.
La realidad es que no había tales capitalistas agrarios en Rusia, que los campesinos compartían la propiedad comunal de las tierras y solo eran propietarios de herramientas, animales y viviendas, que había campesinos más prósperos que otros , pero que esto se debía a factores como tamaño de la familia, habilidades adquiridas, esfuerzo personal para mejorar las técnicas agrícolas, etc. No había ni sombra de “plusvalía” arrancada por explotadores a explotados. Los propios campesinos, aun los más pobres así lo reconocían. Para ellos “kulak” significaba “usureros, comerciantes especuladores” pero no había según ellos, campesinos “kulaks”, ni siquiera los más ricos.
Como no había kulaks, hubo que inventarlos.
Cuenta un testigo: “ No hubo inspecciones ni miramientos. Simplemente llegaron y nos dijeron :”Todos vosotros- explicó Serkov, el jefe del sóviet de la aldea- . He recibido la orden de encontrar diecisiete familias kulak para su deportación. No hay un solo habitante del pueblo que sea lo suficientemente rico para ser un kulak, y tampoco hay muchos ancianos, así que elegimos17 familias al azar. Habeis sido elegidos- nos explicó. Por favor, no lo tomeis como algo personal. No puedo hacer otra cosa”
Efectivamente, no había “nada personal” en el genocidio de kulaks: era una orden emanada del Líder, y había que cumplirla, aunque fuera al azar. Había unos cupos por aldea, y había que cumplirlos. Muchas aldeas optaban por incluir en los cupos a ancianos , viudas o granjeros aislados a fin de “minimizar” el daño. O lo hacían al azar, tirando la moneda. Nada personal. Sin odios, por “obediencia debida”, sin “humanitarismo burgués”.
Esta operación política está entre las más monstruosas que ocurrieron. Por ejemplo, el Holocausto judío se planificó: nadie tiraba la moneda, el único hecho de “ser judío” te condenaba al campo. Como los kulaks no eran tan identificables como los judíos, hubo que cumplir una orden absurda, a contrapelo de la realidad.
Es de imaginar el grado de terror que esto infundía a la población total Cualquiera podía ser “kulak”, cualquiera podía ser seleccionado: ser un poco más próspero, haber tenido enfrentamientos personales con algún jefe de aldea, el puro azar.
En cambio, la escrupulosidad de los nazis evitó que algún judío escapara de los trenes y, en cambio, ningún no-judío- mientras no fuera opositor , homosexual o loco- terminara en la cámara de gas. Esto generó una “tranquilidad” en el pueblo alemán o polaco - el famoso “yo estoy a salvo”- que jamás gozó el pueblo ruso.
Por otra parte la aniquilación de seis millones de judíos no causó grave daño a la economía, cosa que sí sucedió al liquidar a los campesinos más emprendedores. Como dice el historiador Orlando Figes en el libro “Los que susurran. La represión en la época de Stalin” : “ La destrucción de los kulaks resultó ser una catástrofe económica para la Unión Soviética. Despojó a las granjas colectivas de la ética del trabajo y la experiencia de los campesinos más habilidosos del país, lo que finalmente condujo a la decadencia terminal de la agricultura soviética. Pero la guerra de Stalin contra los kulaks no tenía su origen en consideraciones de tipo económico, sino en la decisión de eliminar toda posibilidad de resistencia a la colectivización de la vida rural. Los kulaks eran campesinos individualistas, los líderes y sostenes más poderosos del antiguo estilo de vida agrario. Tenían que desaparecer”
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