viernes, abril 15, 2011

Un artículo esclarecedor de Rodolfo Pandolfi

Los diarios y el poder
Escribe Rodolfo Pandolfi

Un dato curioso es que la clausura de diarios, revistas, radioemisoras y estaciones de televisión no se realizó casi nunca invocando desde el primer momento razones ideológicas. El cierre de la revista Qué como castigo por publicar en su tapa la fotografía de una actriz entonces prohibida, Libertad Lamarque, tuvo su origen en razones estrictamente personales pero se invocaron cuestiones relativas al sistema de distribución del medio.
El semanario “La Vanguardia”, fundado por Juan B Justo, era el órgano oficial del Partido Socialista y fue clausurado definitivamente el 27 de agosto de 1947, a las 11:20 de la mañana, con el argumento que la carga de ejemplares en los camiones producía un ruido que molestaba a los vecinos. El local donde se editaba, ya cerrado definitivamente, fue incendiado cinco años después, o sea en 1952. Se impidió la venta de semanarios católicos opositores como “Estrada” y se castigó también al diario alemán “Argentinisches Tageblatt”.
En este último caso, la sanción consistió en obligarlo a aparecer con solamente cuatro páginas mediante el argumento que era necesario ahorrar papel. En ese tiempo también se prohibieron numerosos libros como “El Muro” del filósofo francés Jean Paul Sartre aduciendo que contenía relatos pornográficos. Esos relatos se incluirían hoy en cuentos para niños. Fueron castigadas numerosas publicaciones económicas como el “Economic Survey” y “La Semana Financiera”.
Una época muy dura para los medios fue 1950, al cumplirse el centenario de la muerte del general José de San Martín. Por omitir mencionar al prócer fueron cerradas las publicaciones comunistas “La Hora” y “Orientación”, pese a que esta última había dedicado un suplemento completo al aniversario. La omisión, verdadera o falsa, del nombre del libertador costó la vida a más de ciento cincuenta diarios en todo el país, cifra que incluyó, por supuesto, a medios provinciales y municipales. La lectura de libros políticos, de cualquier ideología, era mal vista. Tratar temas como el marxismo tenía muchas veces inconvenientes hasta el punto que Ramón Prieto no pudo ingresar un manual sobre el tema escrito por Jaime María de Mahieu, notorio hombre de derecha.
La tesis que luego adoptaron algunos ideólogos en diversas etapas dictatoriales era que debía fomentarse la diversión entre los jóvenes, para quienes las farras le resultarían más atractivas que la política. En 1952 se creó la UES, Unión de Estudiantes Secundarios, con escándalos que alcanzaron a las más altas autoridades. Esto agudizó las difíciles relaciones con la Iglesia Católica y en 1954 fue clausurado el diario “El Pueblo”, que respondía a la jerarquía eclesiástica.
Gran parte de las películas sobre la resistencia europea y la segunda guerra mundial tampoco pudieron exhibirse, inclusive antes del conflicto. “El Gran Dictador” de Charles Chaplin, no logró ser presentada en pantallas sino por pocos días. Es interesante acotar que el cómico se arrepintió luego de haber firmado esa película, pero por razones inversas: el tema era demasiado trágico para compartirlo como una burla al nazismo.
En esos tiempos el gobierno había puesto en marcha un fabuloso monopolio oficial que incluía a todos los diarios nacionales con excepción de “La Nación”, a la mayoría de los medios del interior y a las emisoras de radio. El único canal de televisión existente entonces, canal 7, pertenecía por supuesto al gobierno. Los directivos de ALEA no consideraban que eso era monopólico ni que la distribución de papel realizada por el gobierno estuviera vinculada directamente a tal asociación. En esa época no pudieron seguir apareciendo diarios de la derecha católica ni de la izquierda socialista, comunista y anarquista (“La Protesta”) ni voceros radicales como, “Provincias Unidas”. Quizás el equivalente de esos tiempos al caso “Clarín” fue en cierto sentido el diario “La Prensa” porque ambos fueron, a su tiempo, medios que recogían casi la totalidad de los avisos clasificados que pasaron de la publicación clausurada al diario de Roberto Noble. En enero de 1951 “La Prensa” fue bloqueada por el sindicato de canillitas con el correspondiente apoyo policial. Los trabajadores de ese diario, periodistas, empleados y obreros gráficos, enfrentaron a los supuestos canillitas, lo que costó la vida a Roberto Núñez. No se castigó a los atacantes sino al medio atacado, que fue expropiado por el gobierno.
Queda un interrogante por hacer: ¿el tema de los monopolios multimedios y de Papel Prensa se hubiera encarado de la misma manera si las comidas entre Kirchner y Magneto no se hubieran suspendido, rompiendo una rutina conocida? ¿Y si Clarín y La Nación hubieran sido oficialistas? ¿Cuáles habían sido los ruidos molestos de La Vanguardia de haber apoyado a Juan Perón?

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