viernes, abril 20, 2007

Socialismo del siglo XX

El pensamiento progresista se ha comido 70 años de historia de socialismo real. Gracias a la oportuna desaparición de la URSS nadie puede contrastar ahora las tesis totalitarias implícitas en las “bondades del socialismo”...sencillamente porque “dios en la tierra ha muerto”. El mito de la felicidad socialista revive, casi mágicamente, gracias a la caída del muro. La falta de una propuesta ideológica superadora, un movimiento del optimismo y la libertad , ha hecho que diez o quince años después, se hable con total impunidad del “socialismo del siglo XXI” como la nueva utopía, como si no supiéramos ya lo que fue el “socialismo del siglo XX” : ineficiencia, burocracia, corrupción, GULAG, muros. O, en palabras de Koestler:

“Era un comunista, pero la vida en Rusia me deprimía terriblemente. Sólo en ese momento, ante las perspectivas inmediatas de mi partida, admitía cuánto me había deprimido aquella estada en la Unión Soviética. Pensaba en esas calles parduscas y grises, en la pobreza y en la gente andrajosa, sin relieves; en la fea pomposi­dad de todo cuanto se decía y escribía; en esa atmósfera de reformatorio que invadía toda la vida del país. Y además ese sentimiento de hallarse uno aislado del resto del mundo; los aburridos diarios que no hacían ninguna crítica, ninguna controversia, que no informaban de nin­gún crimen, que no contenían ninguna noticia sensacio­nal, ningún chisme, ningún escándalo, en suma, nada que pudiera revestir interés humano; aquellas constantes exhortaciones, aquella monotonía y uniformidad estereotipadas, aquel perenne retrato del Gran Hermano, que lo seguía constantemente a uno con sus miradas, y en fin, aquella frialdad abrumadora de un Neanderthal industrializado.”

Ese horror, tantas veces contado y tantas veces negado por los Sartre o los Chomsky, se desvanece en el aire. Cada vez son más viejos y débiles los que lo recuerdan. Y nacen nuevos horrores. Asi que hoy nadie recuerda, por ejemplo a Kravchenko, el funcionario soviético que en 1944 huyó y contó todo:

“Las razones principales de semejante estado de cosas se dividían a mi entender, en dos grupos.
El primero y mayor: las intromisiones de afuera.
La empresa, inmensa como era, encajaba en un plan total de tal magnitud que prácticamente salía de una mente humana.
Una pequeña variación en el plan central, aun cuando fuese justificada, importaba a menudo en sus segmentos distantes un trastorno mayúsculo. Los funcionarios que desde lejos las ordenaban no podían imaginarse los efectos descalabrantes que sus órdenes, dictadas sin prevención, surtirían en esta o aquella empresa. A los funcionarios locales no les quedaba otro camino que obedecer las órdenes y formular votos en favor de mejores resultados. Por otra parte, la intromisión de afuera reconocía asimismo una índole policial, que se traducía en interminables detenciones, interrogatorios y amenazas, todo lo cual generaba una atmósfera de temor e incertidumbre.
El segundo grupo de causas puede resumirse en un menosprecio del factor humano en el proceso de la producción. Mientras que se despilfarraban los rublos a millones, en maquinarias sin usar y en construcciones abandonadas, los salarios se mantenían lastimosamente bajos, teniendo en cuenta el elevado costo de vida. Las casas para los obreros solo existían en proyecto, de modo que los trabajadores de carne y hueso eran apiñados en barracas de madera, construidas con precipitación , con los techos acribillados de goteras, paredes y pisos húmedos y carentes de los mas elementales servicios higiénicos. La preocupación de las altas esferas se concentraba en la producción, sin dedicar la menor atención a los hombres que realizaban el trabajo.”

Nos dice Kravchenko:

“Los primeros dividendos del colectivismo se tradujeron en muerte. Si bien ni apareció una palabra sobre la tragedia en los diarios, la hambruna enseñoreada del sur de Rusia y del centro de Asia era cosa sabida por todos, si bien denunciábamos como “rumores antisoviéticos” lo que sabíamos que eran verdades grandes como una casa.

- No les hablaré de los muertos,- le comenta una campesina- pues tengo el convencimiento de que ustedes deben estar enterados. Peor están los semimuertos, los casi muertos. Hay centenares de personas en Petrovo que están hinchados de hambre. Ignoro cuantos mueren cada día. Muchos de ellos están en grado de tal debilidad que no pueden salir ya de sus casas. Una carreta circula periódicamente para recoger los cadáveres. Nos hemos comido todo lo que podía comerse: gatos, perros, ratas de campo, pájaros. Mañana, cuando haya luz podrán ver los árboles despojados de su corteza, porque también eso ha servido de comestible. Y asimismo el estiércol de caballos nos ha servido de alimento. Sí, estiércol de caballo. Hasta hemos luchado por estiércol, pues algunas veces hemos encontrado granos allí.”

Exageraciones, se dirá. Propaganda de la CIA y el imperialismo.

“¿Cuál era la base de la conspiración comunista contra Kravchenko? -se pregunta Carlos Semprun Maura - Lo primero, evidentemente, que todo lo que contaba en su libro era falso; en la heroica URSS, única vencedora del nazismo, no había Gulag, no había censura, no había cárceles, no había Inquisición, no había injusticias, ni explotación, ni miseria, si aún no era el paraíso terrenal por culpa del cerco imperialista, a eso iban con paso decidido victoria tras victoria. Pero no se limitaban a su propaganda habitual, declararon que Kravchenko no existía, que era un invento de la CIA, que no sabía ruso y que por lo tanto no había podido escribir “Yo elegí la libertad” en ruso, que ese “engendro” lo había redactado una comisión montada por la CIA .

Años después, ya no pudieron negar la existencia de Soljenitsin.

“Lo dedico -empieza el ruso- a todos aquellos a los que no les alcanzó la vida para contar esto. Perdonadme porque no lo vi todo, no lo recordé todo, no lo intuí todo”.
“ Este archipiélago penetró en las ciudades, llegó hasta sus calles …
Sin embargo, unos ni siquiera sospechaban su existencia; muchísimos tenían de él una vaga noción, y solo los que estuvieron allí lo sabían todo. Pero guardaban silencio, como si en las islas del Archipiélago, se hubieran privado de la palabra.
(…) Pasan los decenios que indefectiblemente cicatrizan las heridas y las llagas del pasado. Entretanto, algunas islas se estremecieron y se desintegraron, cubiertas por el mar polar del olvido. Y, así, un día de una época futura, este Archipiélago, su atmósfera y los huesos de sus habitantes, incrustados en un filón de hielo, se les antojaran a nuestros descendientes quiméricos tritones.”

Pero siguieron “hundiendo en el mar del olvido” los multiples gulags paridos por el socialismo del siglo XX. Amparados por el chantaje implícito (algo así como “hacer denuncias contra el Comunismo alimenta al Fascismo”) periodistas, escritores, intelectuales, políticos han negado, minimizado, relativizado, ocultado maravillas del totalitarismo como la Revolución Cultural china- con millones de muertes; los fusilamientos de La Cabaña, Cuba, a cargo Ernesto Guevara Lynch de la Serna; la masacre de dos millones de camboyanos en manos de los Kmer Rojos de Pol Pot; los crímenes de la dictadura hereditaria de los Sung en Corea del Norte; para no hablar de las delicias de las guerrillas: Sendero Luminoso y sus ejecuciones sumarias a campesinos, las FARC y su narcoterrorismo secuestrador, Montoneros ese fascismo de izquierda, Tupamaros ese marxismo puro y duro, el Mir chileno y tantos otros. Denunciar su militarismo, su obstinación asesina, su sectarismo, su locura ideológica…aun suena mal. Suena a justificar algo a Pinochet o Videla. Se hace con mucha culpa, exquisito cuidado, no vaya a ser que a uno lo confundan con un facho.
Veinte millones de muertos por Stalin, varias decenas de millones por Mao, dos millones por Pol Pot no parecen indignar lo suficiente a las buenas conciencias progresistas. Lo condenan como “desviaciones”, excesos, por algo habrá sido…

¿No es tiempo de quebrarle las piernas al chantaje y llamar a las cosas por su nombre?

Animo: el socialismo fue una pesadilla, simple contracara del fascismo con el cual negociaba pactos infames, unidos en la misma obsesión antidemocrática.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me gustaría saber cuales son los aspectos positivos y negativos del socialismo del siglo XIX

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