viernes, marzo 25, 2011

La Resurrección de Kirchner

Néstor Kirchner murió el año pasado. Antes de eso, el Kirchnerismo había muerto. Eso pensábamos.
Pero como el Ave Fénix, Kirchner, el Kirchnerismo, resucitó y volvió al mundo de los vivos.
Dicen que es por el aumento del consumo. No me lo creo. Los miles de jóvenes entusiastas que militan para el Kirchnerismo, muchos de ellos no peronistas, no están motivados porque ahora pueden comprar su Ipod en 50 cuotas. La clase media urbana que apoyó el alzamiento del campo no se volvió cristinista de pronto, porque ahora hay más dinero circulando.
¿Habrá habido un pacto con el Diablo, como el de Fausto?
Ese pacto, que quizás se tramó en Ultratumba, tiene cláusulas desconocidas , pero en líneas generales imagino que se trata de lo siguiente:
El Peronismo es un animal bicéfalo: es capaz de tener una Cara Derecha (La Triple A, Osinde) y una cara Izquierda (Montoneros, William Cooke). Pero esas dos caras se enfrentaron a muerte en los setenta y ambas desaparecieron con Alfonsín,
En 1985 el peronismo objetivamente había muerto, hundido entre las lastimosas quemas de cajón y el triste espectáculo de un Saadi balbuceante y absurdo frente a un Caputo brillante, hábil, moderno.
Nació entonces el Peronismo Renovador: una versión tibia, socialdemócrata del Peronismo, cercana al alfonsinismo, con el cual tuvo estrechas relaciones.
Nació allí el delirio del Tercer Movimiento Histórico y ese fue el fin del alfonsinismo: había creído encarnar la síntesis dialéctica de radicalismo y peronismo (los dos Movimientos históricos que lo antecedían) y lograr así, rápidamente, unir lo útil con lo agradable (los votos peronistas domesticados y la Democracia bajo la conducción de un nuevo radicalismo, lejano de los aparatos tradicionales)
La muerte del alfonsinismo fue también la muerte del Peronismo Renovador, aplastado por un Carlos Menem en irresistible ascenso.
Menem asesinó aun más, si se puede, al Peronismo con su inconcebible propuesta privatista-desreguladora-neoliberal. La bomba que creó estalló en su sucesión “prolija”, la Alianza, una especie de menemismo con buenos modales, preocupado – como Chacho Alvarez decía- no tanto por la sustancia de la propuesta económica del menemismo sino por las rudas maneras del riojano y su insaciable ansia de enriquecimiento ilícito. La Corrupción era el monstruo a vencer, no el Neo liberalismo.
La bomba no dejó a nadie inocente: todos habían contribuído al enorme desastre de 2001: peronistas, menemistas, alsogaraistas, radicales, frepasistas. Nadie se salvaba del naufragio del “que se vayan todos”.
No se fueron todos.
De algun pliegue remoto de la realidad el Peronismo reapareció de la mano de Nestor Kirchner. Su propuesta no era el Peronismo Renovador, ni el Menemismo, ni la buena letra de la Alianza. De alguna forma la Cara Izquierda del peronismo reapareció, cuando nadie la recordaba. Los setenta entraban en Casa Rosada.
Pocos lo tomaron realmente en serio, sobretodo cuando Kirchner gritaba mucho, pero terminaba haciendo buena letra.
Inflación corrupción, crisis energética, una Sucesora débil y dependiente y la crisis con el campo se combinaron para destruir al Kirchnerismo, hecho concretado en el escualido 33% de votos que obtuvo en 2009.
La mesa estaba servida: los oportunos dirigentes peronistas lo acompañarían hasta la entrada del cementerio, nada más. En 2009 todos fantaseábamos con el fin inminente del Kirchnerismo y en como se irían yendo sus diputados, senadores y gobernadores hacia el nuevo foco de poder peronista, el Peronismo Federal.
Pero mientras tanto, como un Ejercito Montonero en Operaciones, el Kirchnerismo, con los jirones de poder parlamentario que aun le quedaban hasta el 10 de diciembre de 2009 fue votando leyes estructurales una a una y retomando la iniciativa. Y de una forma increíblemente astuta se apropió de un espacio cultural de enorme atractivo para jóvenes de clase media: casi todos los actores, cantantes, escritores, artistas plásticos, deportistas, muchos periodistas, productores de televisión armaron un espacio de “apoyo cultural” al Kirchnerismo.
Aun así, todos nos solazábamos con el fin inminente de esta extraña fiesta que fue el Kirchnerismo: una mezcla inconsistente de negocios, lenguaje de barricada, incapacidad de gestión, quiebre de códigos básicos de convivencia democrática, agresiones absurdas a EEUU y Europa, alianza con Chávez, destrucción del Indec, inflación descontrolada, falta de inversión extranjera, inseguridad, y , ya en la ultima semana, el asesinato de un militante de izquierda por la patota sindical socia del Gobierno.
Pero Kirchner tenía una carta oculta, un AS impensado: su muerte.
Su muerte, simbólicamente, reconstituyó en pocas horas un Nuevo Kirchnerismo, la resurrección de un proyecto ya en coma, en un proyecto con futuro, con jóvenes que se creyeron la leyenda de los setenta y parecían dispuestos a repetirla, esta vez pacíficamente.
Este proyecto reconstruye el Peronismo Bicéfalo, la creación de Perón cuya supuesta “magia” consistía en ser el arbitro del conflicto interno.
El Nuevo Peronismo Bicéfalo se constituye con una conducción estratégica que corresponde a la Cara Izquierda pero que pacta con la Cara Derecha (el aparato sindical, los intendentes del Conurbano, los gobernadores semifeudales) una convivencia razonable para ambos. Mr. Hyde y Mr. Jekyll han hecho las paces y se disponen a adueñarse del poder por décadas.“Vamos por todo” es su consigna. En vez de Montoneros asesinando a Rucci, ahora es Cristinismo pactando con Moyanismo, bajo la apariencia de supuestos enfrentamientos. Mientras, como siempre, los analistas afirman rápidamente que el enfrentamiento Moyano-Cristina es la gran revelación, la clave, ambos, las Dos Caras del Peronismo Renacido, han pactado un compromiso de no agresión, ya que se necesitan mutuamente. Y se ríen de los analistas.
Ese es el Pacto con el Diablo que Kirchner tramó, y que su muerte facilitó: recrear el Peronismo como una formidable máquina de poder, sobre la comsigna de no repetir el enfrentamiento a tiros de los setenta que casi termina con él.
Se trata de una ingeniería política de alta complejidad, no apta para periodistas: incluye apretadas, listas colectoras, paros sindicales, armado de listas “para los negritos”, como dice Moyano, argucias judiciales. Pero nunca sangre y nunca quebrar el Pacto.
La Triple A y los Montoneros han hecho las paces. Ese es el pacto diabólico.

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