Un comité de rabinos de la comunidad ultra-ortodoxa ha prohibido a las mujeres, que son las que mantienen el hogar mientras sus maridos estudian en los seminarios religiosos, seguir cursos universitarios para perfeccionar sus conocimientos.
Con la misma vehemencia e indignación con que condenamos la opresión de la mujer musulmana, es necesario condenar esta absurda , reaccionaria, oscurantista y machista decisión de los rabinos ortodoxos. El fundamentalismo, esa enfermedad de la inteligencia, puso huevos en las distintas religiones y nacen así personajes siniestros que juzgan, condenan o dictan cátedra, generalmente obligando a los creyentes a renunciar a los goces de la vida, reduciendo posibilidades, cercenando opciones de crecimiento humano. Podrían darse la mano los ayatolas, los católicos preconciliares y los rabinos ultraortodoxos: todos se espantan de la sexualidad, todos disminuyen a la mujer a mera compañera ayudante del hombre, todos podan el árbol de la vida, trasformándola en una sombra, un mero arbusto, cuando podría ser un poderoso roble pleno de ramas y verde.
2 comentarios:
Lo curioso es que en la medida que los miembros de los grupos ortodoxos disminuyen numéricamente -por la misma dinámica de aculturación dentro de sociedades menos “traumatizadas”- los que quedan generan y producen sistemas de defensa cada vez más refinados y extremos, de manera de "protegerse" de las influencias que los merman. Así pasa con los menonitas, estos grupos de judíos ultra ortodoxos y muchos otros más. Es la única manera de prolongarse en el tiempo y conservar los "errores" –que al fin y al cabo son rasgos culturales-, evitando que la visión de los demás pase a ser parte de las propia.
Eventualmente el producto es una mezcolanza, ya que por mucho afán que tenga un grupo al intentar aislarse, no puede evitar modificar ciertas costumbres por simples razones prácticas.
Salvo claro que surjan nuevos cismas que redefinan los parámetros de la exclusión, pero esto difiere de esa pretendida ortodoxia en el tiempo.
Saludos cordiales
Lexx
Sí, son mecanismos de defensa. El problema es que muestran hasta qué punto son capaces de regular, hasta los aspectos más cotidianos de la vida. No soportan la libertad, la diferencia, el arror, el azar, lo imprevisto. Quieren transformar a la gente en cómodos robots teledirigidos.
Un anrazo
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