¿Es tiempo aun de dejar hablar a la Razón, o estamos en presencia de nuestra compulsión a la desmesura?
¿Cómo hemos llegado a este punto, sin que los pensadores, los artistas e intelectuales exijan, en un frente común, que nuestra gente y nuestro Gobierno dejen de alimentar los demonios del extremismo, de catastrofismo, del nacionalismo de aldea?
¿ Cómo es posible que nadie señale con certeza el clima de absurdo resentimiento que anida en las asambleas entrerrianas? ¿Tenemos acaso miedo a que se nos tilde de ser “antipueblo”, “antinacionales”? ¿Por qué no decir con todas las letras que el microclima extremo de los padres de Cromañon se ha extendido a otras experiencias de protesta y que los asambleístas de Gualeguaychú se esmeran en una competencia interna por el exceso mayor, a ver quien gana así el liderazgo?
El asambleísmo, esa forma elemental de pseudodemocracia -donde triunfa el más enfático, el más sensiblero o el más audaz, nunca el que expone el mejor argumento- intenta transformar a Argentina en una inmensa y permanente arena de debate, donde “el pueblo” decide sobre todo: justicia, economía, trabajo, ecología, cultura. Las “masas movilizadas” (o sea: los 500 asambleístas de Gualeguaychú) se arrogan el derecho de dictar nuestra política exterior; los 100 padres, quien gobernará Buenos Aires; 40 militantes de FUBA, quien gobernará la UBA, y así sucesivamente.
Se dice que ahora en Gualeguaychú comentan que “no hay que hablar más de contaminación, el tema pasa por la Soberanía”
Ese es microclima en acción: cualquier argumento sirve para alimentar a la “burocracia protestista”: la dudosa “contaminación” será remplazada por la “defensa de la soberanía”. El asunto es alimentar con materia discursiva la protesta: el medio es el fin.
(Es tan linda la protesta: creamos una comunidad de amigos, pasamos horas hablando, nos entrevistan radios y teles, aparecemos en programas y columnas, somos importantes, rompemos el aburrimiento pueblerino por la pasión de mantener a país en vilo)
Se leen cosas así:
“Gualeguaychú ya piensan en las nuevas medidas que tendrán que adoptar para evitar que Botnia comience a funcionar. En ese sentido, uno de ellos expresó que las Torres Gemelas "estaban en el medio de una ciudad y sin embargo las embocaron. Esto es más fácil de apuntar, se haría menos daño".
Las declaraciones la recogió el diario Página/12 de Marta, una jubilada que es asambleísta. Dice que “no hay que hay que hacer futurología, pero los que manejaron el avión en Nueva York habían sido entrenados por los mismos estadounidenses. Yo no hablo porque sí, nadie quiere estar en conflicto. Pero el conflicto lo armaron los uruguayos tomando decisiones unilaterales”.
Otros asambleístas no se quedan atrás con la recomendación de las medidas: desde cortar el suministro de productos hacia el Uruguay, ya que aducen que ellos necesitan la Argentina para todo y la Argentina a ellos no, hasta cortarles Internet a toda la población.
"Cortar el suministro de gas, de energía, poner el cuerpo si es necesario. A mí de acá me sacan muerto, eso lo puedo asegurar” afirma Antonio Campostrini, enfermero ambulatorio y gasista improvisado en cada corte o marcha.
Nadie para esa locura, nadie viaja a Gualeguaychú para desmontar el absurdo, nadie cuenta nada: el discurso se desboca y será reemplazado, inexorablemente, por la “acción” delirante, provocadora tomando como modelo las Torres Gemelas.
4 comentarios:
Estimado Esteban: es excelente tu análisis. Me imagino que aquello ( vivo en España )debe ser una auténtica locura. Como muchas veces digo: hay asuntos que tienen una respuesta política, otros - la mayoría - tienen una respuesta psiquiátrica. Un saludo de Carlos.
Gracias por tu comentario. Y perdona por la tardanza de responderte. Creo que el lenguaje tremendista no deja ver la realidad. Hay despejar la marea de palabras y ponerse de acuerdo en lo central. Un abrazo
Estimado Esteban:
A las declaraciones que presentante, se les pueden agregar las amenazas que deslizaron algunos asambleístas, cuando avisaron que, en una marcha realizada en Buenos Aires, un grupo de carapintadas se les acercó para "ofrecerles" material bélico y recursos para voltear la chimenea de Botnia con misiles.
La respuesta de los asambleístas fue categórica (y explícita): "por ahora... no... por ahora"
Igualmente, en el diálogo que he tenido con asambleístas, ni ellos mismos se creen esos anuncios bélicos. Parece que siempre son las declaraciones de algún exaltado que gusta de robar cámara.
Y los periodistas... contentos...
Saludos. Y felicitaciones por el blog.
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Antonio Giossa
http://bustismos.blogspirit.com
De terror: todas las fantasias de latinoamerica juntas, desde el carapíntada de derecha hasta los asambleistas de izquierda...todos unidos por la irracionalidad antimoderna.
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