martes, noviembre 13, 2012

El 8N: un movimiento espontaneo e inmanejable

 

Dicen que los liberales solo ven al hombre desde su costado económico. Los que así opinan obviamente no leyeron a Mises o Hayek. Dicen estos autores que lo que mueve la acción humana es un estado de insatisfacción, y la acción se orienta a aumentar la satisfacción. Punto. Esa satisfacción puede ser estrictamente económica o espiritual o la búsqueda de estima social, o la felicidad de sentirse 
útil a alguien, la de hacer el bien, etc. El error de los economistas clásicos, dicen, es creer que las únicas alternativas que se valoran a la hora de actuar son las económicas: existen alternativas éticas, estéticas, sociales, religiosas, culturales, etc. Y en ese contexto amplio es donde las personas actúan.
Fue Perón, un antiliberal absoluto , el que dijo que “la víscera más sensible del hombre es el bolsillo”: así ve al hombre el socialpopulismo. Es el plan de regalar dineros a los desocupados y planes de cuotas a los sectores medios el que muestra que para este gobierno, la única víscera sensible es el bolsillo. Son “materialistas” en el sentido más burdo de la palabra. Creen que las críticas se acallan con más consumo, más planes sociales.
Cuando surge el clamor de las cacerolas, el 13S y el 8N, lo explican por el egoísmo de la clase media, que solo desea comprar dólares y no es solidaria con los pobres. Esa es su explicación, burdamente materialista.
La acción humana no se genera únicamente por el deseo material de aumentar las riquezas.
El millón y pico que esta semana se agrupó en las plazas de Argentina tuvo un reclamo más elusivo y complejo que la simple queja económica: inseguridad, avasallamiento de la Justicia, corrupción, pretensión de reelección, poner un límite al “vamos por todo”.
El hombre “unidimensional”, solo interesado por su bolsillo murió junto con Marcuse, su filósofo sesentista. El hombre es complejo, multidimensional, imprevisible. Si fuéramos previsibles como las hormigas, hoy reinarían los Hitler y los Stalin.
La libertad es imprevisibilidad, es lo que diferencia la sociedad de la organización. La organización, una empresa, un Estado es previsible, porque se dirige con órdenes. La sociedad no puede ser dirigida con órdenes. Cuando se lo intenta, a la larga, ese designio fracasa.
Eso es lo que está sucediendo en Argentina: el fracaso de la política entendida como “reflejo” automático de la provisión de bienes por parte del Gobierno. Primero, porque las cajas para adquirir los bienes a repartir están secas. Segundo porque lo que la gente desea a esta altura es libertad, o sea capacidad para determinar sus propios objetivos y tener libertad para conseguirlos. Ahorrar en moneda fuerte, no devaluada, es uno de esos objetivos que el gobierno persigue con saña. Leer el diario que quiero, el canal que elijo, sin interferencias gubernamentales es otro de los objetivos que el Gobierno se empeña en bloquear. Elegir un mismo Presidente solo dos veces, es otro de los objetivos que se quieren asegurar, y aquí es donde, sibilinamente, en silencio, por debajo de la mesa, el Gobierno actúa para forzar ese límite.
Esa es la pelea hoy. En el Gobierno no la entienden: necesitan una masa de enemigos egoístas, destituyentes, con un programa para explotar a los más pobres y conducidos por un Jefe identificable para descargar sobre él todo el peso del Gobierno. No lo tienen, no lo tendrán.
Dijo un estratega chino, hace dos mil años : “ Lo que tiene forma, puede ser definido. Y lo que puede ser definido puede ser vencido”. El problema es que el 8N no tiene forma, no tiene estructura, no tiene jefes, no tiene planes, no tiene una organización. No puede ser definido, no puede ser vencido.

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