El Progreso como tarea

La noción de progreso como Ley Natural, como tendencia lineal, ascendente y única ha debido ser desterrada y reemplazada por esta otra: el progreso es una tarea cotidiana , una obligación vigilante que obliga al compromiso; es un milagro de la racionalidad , asediado por monstruos reales y palpables: el pensamiento mágico, el absolutismo, el fundamentalismo, la anarquía, el oscurantismo, la pereza.
Al contrario de una concepción "laica" del "Plan Divino", se impone una misión más modesta e imprescindible: cuidar la débil llama del progreso: garantizar niveles básicos de racionalidad, objetividad, ciencia, democracia, libertad, participación, educación, solidaridad. Aquí y en cualquier lugar del mundo, sin cotos cerrados.

Para un ejemplo concreto de vigilancia progresisa, remito a este artículo de Santiago Kovadloff, en el cual este lúcido intelectual ejerce la modesta, imprescidible y cotidiana tarea de mantener la llama de los valores humanos, en un mundo donde lo oscuro prevalece.

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