viernes, enero 21, 2005

Requerimiento

Este texto existió. No es producto de un delirio, ni broma. No es un invento ni una locura: fue el texto jurídico que, leído ante los atónitos indios americanos, precedía la batalla. No tiene desperdicio:

Requerimiento

De parte del rey, don Fernando, y de su hija, doña Juana, reina de Castilla y León, domadores de pueblos bárbaros, nosotros, sus siervos, os notificamos y os hacemos saber, como mejor podemos, que Dios nuestro Señor, uno y eterno, creó el cielo y la tierra, y un hombre y una mujer, de quien nos y vosotros y todos los hombres del mundo fueron y son descendientes y procreados, y todos los que después de nosotros vinieran. Mas por la muchedumbre de la generación que de éstos ha salido desde hace cinco mil y hasta más años que el mundo fue creado, fue necesario que los unos hombres fuesen por una parte y otros por otra, y se dividiesen por muchos reinos y provincias, que en una sola no se podían sostener y conservar.

De todas estas gentes Dios nuestro Señor dio cargo a uno, que fue llamado san Pedro, para que de todos los hombres del mundo fuese señor y superior a quien todos obedeciesen, y fue cabeza de todo el linaje humano, dondequiera que los hombres viniesen en cualquier ley, secta o creencia
; y diole todo el mundo por su Reino y jurisdicción, y como quiera que él mandó poner su silla en Roma, como en lugar más aparejado para regir el mundo, y juzgar y gobernar a todas las gentes, cristianos, moros, judíos, gentiles o de cualquier otra secta o creencia que fueren. A este llamaron Papa, porque quiere decir admirable, padre mayor y gobernador de todos los hombres.

A este san Pedro obedecieron y tomaron por señor, rey y superior del universo los que en aquel tiempo vivían, y así mismo han tenido a todos los otros que después de él fueron elegidos al pontificado, y así se ha continuado hasta ahora, y continuará hasta que el mundo se acabe.

Uno de los Pontífices pasados que en lugar de éste sucedió en aquella dignidad y silla que he dicho, como señor del mundo hizo donación de estas islas y tierra firme del mar Océano a los dichos Rey y Reina y sus sucesores en estos reinos, con todo lo que en ella hay, según se contiene en ciertas escrituras que sobre ello pasaron, según se ha dicho, que podréis ver si quisieseis.


Así que Sus Majestades son reyes y señores de estas islas y tierra firme por virtud de la dicha donación; y como a tales reyes y señores algunas islas más y casi todas a quien esto ha sido notificado, han recibido a Sus Majestades, y los han obedecido y servido y sirven como súbditos lo deben hacer, y con buena voluntad y sin ninguna resistencia y luego sin dilación, como fueron informados de los susodichos, obedecieron y recibieron los varones religiosos que Sus Altezas les enviaban para que les predicasen y enseñasen nuestra Santa Fe y todos ellos de su libre, agradable voluntad, sin premio ni condición alguna, se tornaron cristianos y lo son, y Sus Majestades los recibieron alegre y benignamente, y así los mandaron tratar como a los otros súbditos y vasallos; y vosotros sois tenidos y obligados a hacer lo mismo.

Por ende, como mejor podemos, os rogamos y requerimos que entendáis bien esto que os hemos dicho, y toméis para entenderlo y deliberar sobre ello el tiempo que fuere justo, y reconozcáis a la Iglesia por señora y superiora del universo mundo, y al Sumo Pontífice, llamado Papa, en su nombre, y al Rey y reina doña Juana, nuestros señores, en su lugar, como a superiores y reyes de esas islas y tierra firme, por virtud de la dicha donación y consintáis y deis lugar que estos padres religiosos os declaren y prediquen lo susodicho.

Si así lo hicieseis, haréis bien, y aquello que sois tenidos y obligados, y Sus Altezas y nos en su nombre, os recibiremos con todo amor y caridad, y os dejaremos vuestras mujeres e hijos y haciendas libres y sin servidumbre, para que de ellas y de vosotros hagáis libremente lo que quisieseis y por bien tuvieseis, y no os compelerán a que os tornéis cristianos, salvo si vosotros informados de la verdad os quisieseis convertir a nuestra santa Fe Católica, como lo han hecho casi todos los vecinos de las otras islas, y allende de esto sus Majestades os concederán privilegios y exenciones, y os harán muchas mercedes.

Y si así no lo hicieseis o en ello maliciosamente pusieseis dilación, os certifico que con la ayuda de Dios nosotros entraremos poderosamente contra vosotros, y os haremos guerra por todas las partes y maneras que pudiéramos, y os sujetaremos al yugo y obediencia de la Iglesia y de Sus Majestades, y tomaremos vuestras personas y de vuestras mujeres e hijos y los haremos esclavos, y como tales los venderemos y dispondremos de ellos como Sus Majestades mandaren, y os tomaremos vuestros bienes, y os haremos todos los males y daños que pudiéramos, como a vasallos que no obedecen ni quieren recibir a su señor y le resisten y contradicen; y protestamos que las muertes y daños que de ello se siguiesen sea a vuestra culpa y no de Sus Majestades, ni nuestra, ni de estos caballeros que con nosotros vienen.

Y de como lo decimos y requerimos pedimos al presente escribano que nos lo dé por testimonio signado, y a los presente rogamos que de ello sean testigos.
FIN


* Juan López de Palacios: Jurista y consejero real, quien se encargaba de sustentar la justicia de las empresas reales ("sastre jurídico"). Su obra De Justitia et Jure obtentionis ac retentionis regni Navarrae, fue la apología final de la conquista de Navarra. Autor también del Tratado de las Islas (1512), e inspirador de la legislación española para América, recogió ampliamente el concepto de la "inmadurez" de los indígenas, los cuales debían ser protegidos, como tiernos vástagos, hasta de sus propios defectos.
(texto publicado en www.ciudadseva.com)

sábado, enero 15, 2005

Confesión de un ex fumador

Antes, para mí la vida era algo que sucedía entre dos cigarrillos.
Todas mis acciones, de alguna manera, estaban organizadas alrededor del acto de encender, al fin el cigarrillo reparador. Por ejemplo, me imaginaba mirando un partido por televisión con mi paquete de Marlboro acompañándome fielmente, listo para dejarme disfrutar más a fondo de ese gol de los nuestros, o de la angustia de una definición por penales.
Disfrutar más a fondo. Esa es -era- la promesa del fumar. Disfrutar la espera, la lectura, el café, el bar, disfrutarlo todo.
Ahora mi vida es una masa gris de hechos no conectados, sin contención alguna, sin posibilidad de disfrutarlos, revivirlos en cuanto finalizaron, a través del cigarrillo compañero, siempre listo en acudir al llamado, amigo fiel.
Lo difícil es acomodarse a una vida gris y amorfa, donde la rutina, la espera, las colas, se hacen más insoportables, casi totalmente insoportables. Como la vida que estamos construyendo es cada vez más un preámbulo a una supuesta vida de goce que sobrevendrá no se sabe cuando, el cigarrillo es la válvula, un atajo, que anticipa el goce final, ese que sobrevendrá cuando después de las obligaciones, el estudio, el trabajo, las relaciones publicas, las esperas, los interminables etcéteras que anteceden a la felicidad, lleguemos por fin a nuestro destino. Como eso no sucede, el cigarrillo es una porción de destino que nos anticipa, cada media hora, la felicidad que nos espera.

Ahora, sin cigarrillo, estoy solo frente a la rutina, frente a la sospecha de que no hay destino de felicidad detrás de todo esto, que tirar a la basura el último paquete fue, de algún modo, deshacerme de toda esperanza.

Me prometen, sin embargo, una vida mejor, sin cigarrillos. Podré respirar mejor, vivificaré las arterias y quizá consiga vivir unos años más. Lo que nadie me explica es como manejar la infelicidad que me acomete al perder esos mojones, esos indicadores de camino que son los cigarrillos. Lo que nadie me explica es porque necesité durante 35 años del tabaco y por qué ahora, mágicamente, no habré de necesitarlo más.
Pero, hay que ser fuerte. Disfrutar del caramelo mentolado, el chicle azucarado, de chupetines, pastillas y toda cosa que nuestra ansiedad oral utilice ahora para paliar esa ausencia. Está bien no queda otra, aguante...
Quizás el gran aprendizaje comience ahora: cómo otorgarle sentido a la vida, cómo disfrutar, como adaptarse a la pequeña rutina del abstemio, que cuida cada gramo de su vida del soplo de la tentación, que amarretea sus latidos, con tal de vivir unos meses más.
Habrá que reducirse a la condición de una especie de contador, que al fin del día contabiliza cuántas calorías le ahorró a su cuerpo, cuánto alquitrán evitó a sus pulmones, cuánta salud sumó a sus entrañas evitando la tentación de vivir: el goce de comer una porción de pizza, la alegría de descansar en un mullido sillón, la felicidad de mirar una pelicula mientras chupeteamos un chocolate, la espera del maravilloso cigarrillo que nos aguarda a la salida del cine...

2002

INTERNET LIBRE

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