domingo, mayo 29, 2005

Boca 2 - River 1. Una desgracia nacional

Aclaro varias cosas: soy de River. Pero no soy hincha fanático. Hace treinta años que no voy a una cancha. Creo que la Patria Futbolera argentina es otra de nuestras vergüenzas : códigos mafiosos, barras bravas, aprietes, negociados, violencia, connivencia con ciertos políticos, machismo, racismo, chauvinismo, etc.
Pero, me gusta River. Fue mi referente en la niñez, con Carrizo, Labruna, Lusteau, Zárate, Ramos Delgado. Es el mejor equipo argentino, mirado en promedio: el más regular, aun durante los larguísimos años de la diáspora (17 años sin ganar un Campeonato) siempre estaba ahí: segundo o tercero.
Pero el tema hoy no es ese. Intentaré ser objetivo.

El futbol es una escenificación de fuerzas antagónicas, una sublimación de conflictos sociales o regionales (como Madrid vs. Barcelona), una representación colectiva del rango del teatro griego o los gladiadores en el Coliseo. No es simplemente once contra once.
Y para mucha gente, el fútbol es la única escuela de vida, la única narración que los saca de sus tristes vidas. No leen, no van al cine, ni la política ni los teleteatros les interesan. Carecen de narraciones, de héroes y de malvados en los que proyectar sus deseos, temores y esperanzas. Entonces: Boca, River, Racing: sus nombres repetidos por generaciones, evocan desde la infancia las verdaderas patrias por las que vale la pena sufrir, gritar o aun dar la vida: patrias inmediatas, con historias comprensibles, combates aun recordados, banderas y copas ganadas.
Y un Boca-River lleva este efecto cultural al paroxismo. El pais espera ansioso durante semanas y, durante semanas comenta el resultado.
Veamos el último:

Boca le acaba de ganar dos a uno a su eterno rival. La explicación gozosa de sus hinchas es: “jugamos peor que River, pero les ganamos, ¡eso es lo bueno!”. El peor le gana al mejor, confiesan los hinchas, regodeándose en la antiestética de un triunfo casual. Ganarles como sea: de casualidad, o por poner más corazón, o porque su público sabe presionar más. Una épica de la casualidad.
Este “como sea” rompe la (escasa) racionalidad de las cosas, cierta lógica que me permite entender las cosas del mundo. Boca demuestra que no se gana por jugar mejor, por tener mejor estrategia o mejores jugadores: se gana por suerte, por coraje, por voluntad.
La instalación de una “ cultura boquense” es la entronización de la causalidad, de la suerte (además del machismo-coraje) para aventar cualquier amenaza, para demostrarle a los “millonarios gallinas” –River- que la pobreza (de ideas, de planes, de conducción) le gana a la riqueza, un triunfo pírrico que solo se disfruta unas horas y se lamenta durante años. Y amenaza extenderse a otros ámbitos.
El culto a la mala calidad del equipo más popular – Boca- es un símbolo de un pais que destaca el antivalor: no estudies, no trabajes mejor, confiá en la suerte y hacete acompañar por tus amigos.
La pasión como sustituto de la calidad es una desgracia nacional, que este triunfo (o derrota) de Boca sobre River pone en escena, como “representación” , una vez más.

1 comentario:

Anónimo dijo...

También tendrías que destacar que el humilde también puede triunfar. Creo que dejaste demasiado en claro que sos de River.
Entonces cuando gana River podríamos decir que quien tiene el dinero (Millonarios) es quién triunfa, y que si naciste en una familia pobre estás condenado a morir pobre. No comparto tu idea.

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