Uno, producto de la modernidad, que empezó hacia el siglo XVI, desconoce todo lo anterior o, más bien, lo sitúa en el espacio de lo primitivo y sin valor, un espacio que se extiende desde la antigüedad clásica hasta el Renacimiento. Mil años de vacío de ideas nos eximen de las pesadas lecturas medievales.
Es así como nos perdemos a Santo Tomás de Aquino, por ejemplo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario