En estos seis años, Kirchner destruyó el mercado de capitales, con lo cual no hay financiamiento para la inversión y el consumo. Generó una inflación feroz, consumido el stock de capital existente (casos energía o ganadería); llevó el gasto público a niveles récord y ha agobiado a la población con tasas impositivas expoliatorias. Y, como frutilla del postre, destrozó la seguridad jurídica al no respetar los contratos ni los derechos de propiedad.
La conclusión es obvia: Kirchner no sólo ha quedado paralizado frente a la crisis que desató, sino que, además, no tiene instrumentos, capacidad ni credibilidad para revertir la situación. Por lo tanto, el escenario post 28 de junio con Kirchner manejando la economía es de una crisis que tal vez los argentinos no hayan visto jamás.
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