En 1983- harto ya de los militares y de los peronistas- encontré a un hombre, Raul Alfonsín.
Yo vivía en España , en ese año, pero ya en marzo hicimos una encuesta en Mendoza (cuando las elecciones eran aun una bruma lejana) y para mi sorpresa, en vez del esperado triunfo aplastante del peronismo, la UCR y el PJ aparecian empatados, con un 30% cada uno de ellos. Fue la primera señal de que algo muy profundo estaba pasando en Argentina.
Después fueron ciertas noticias que llegaban raleadas desde Argentina-no habia Internet y los diarios argentinos eran escasos y carísimos- que mostraban como un hombre estaba liderando un cambio.
Llegó septiembre , cuando mediante una encuesta muy extensa, que abarcaba todo el pais llegamos al resultado increíble: Alfonsín 52%, Luder 38% (la realidad luego solo le subió dos puntos al candidato peronista).
Analicé la encuesta. Vi las razones que esgrimía la gente: mayor capacidad de dialogo, paz, derechos humanos , contención a las corporaciones sindicales o militares, democracia, justicia . Un lenguaje nuevo, muy distinto del de la década anterior, ese de Pueblo, Oligarquía, Formaciones Especiales, Violencia de abajo, Triple A.
Me hice alfonsinista leyendo encuestas desde España, para horror de mis amigos peronistas – casi todos- o de izquierda.
Luego la vida transcurrió. Me fui alejando de Alfonsín, siempre guardando el recuerdo de su triunfo del 83. Cuando demostró que Argentina era más grande que su más grande Movimiento, y que el peronismo debería cambiar y adaptarse al país si quería seguir significando algo.
Creo que Alfonsín marcó el cambio político imprescindible para la modernidad. No, obviamente, el cambio en las políticas económicas que solo entrevió muy vagamente y que otros- quizás menos dotados que él- se encargarían de empezar, malamente.
Mi homenaje, mi recuerdo.
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