Al “escándalo de la pobreza” le sigue el “escándalo de la riqueza”, del cual ayer la Presidente fue vocera y denunciante.
Los tiranos de la antigüedad halagaban a las masas que los apoyaban con las mismas diatribas que hoy le escuchamos a Cristina. Como cita Fustel de Coulanges “En Megara, como en otras poblaciones- dice Aristóteles- habiéndose apoderado del poder el partido popular, comenzó por declarar la confiscación de bienes contra algunas familias; pero ya en este camino no le fue posible detenerse: tuvo que hacer cada día alguna nueva víctima y al fin llegó a ser tan grande el numero de ricos desterrados y despojados que formaron un ejército”
Este viejo odio de los tiranos a “los ricos” se basa en el conflicto “suma cero” de una economía de subsistencia, donde uno gana lo que el otro pierde: “Muchas ciudades carecían absolutamente de industria y comercio y no tenían, por lo tanto, recurso para alimentar la riqueza pública, a fin de dárselo al pobre sin quitárselo a nadie”(Fustel). De donde se deduce que la clave es aumentar la riqueza publica con industria y comercio, no sacándosela a unos para dársela a otros.
Pero como nos recuerda Fustel: “la desigualdad de fortuna es inevitable en toda sociedad que no quiere permanecer en el estado patriarcal o de la tribu.”
O sea: el “modelo” patriarcal o tribal, en el cual no hay pobres porque todos son “clientes” de alguna familia patricia, se hizo trizas y la sociedad se hizo más fluida y dinámica. Y desigual. Allí donde el comercio y la industria generaban riqueza se creaba un modelo de “suma abierta”, en el cual todos –ricos y pobres- eran de alguna manera socios en el crecimiento de la ciudad, aunque subsistieran las diferencias. Pero allí donde el prejuicio contra el comercio y la industria prevalecían, y la ciudad no producía nada, se jugaba un juego de “suma cero” donde los pobres perdían si no se confiscaba a los ricos, y los ricos perdían si se le daba poder confiscatorio al Estado.
La Presidente y su grupo de ideólogos de Carta Abierta solo saben jugar juegos de “suma cero”, por eso son estructuralmente enemigos de la generación de riqueza y amantes de su “distribución”. Prefrieren repartir el poco pescado que hay, pero no enseñar a pescar. Así le va a América Latina, en manos de estos atrasados ideólogos cuyas fuentes se remontan a los tiranos demagogos de la antigüedad.
Para terminar, un grito provocador: Viva la riqueza!
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Viva
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