El marxismo fue el primer intento teórico de definir las
clases sociales. No voy a hacer aquí la crítica de esa teoría. La realidad ya
se encargó de eso.
Lo que sí es innegable es que ciertas personas expuestas a situaciones
objetivas similares tienden a comportase con cierta afinidad. No es que “no es
la conciencia la que determina el ser, sino el ser social el que determina la
conciencia”. Es mucho más complejo que eso, y menos determinista. Según Marx un
burgués piensa de determinada manera porque es burgués, y NUNCA podrá modificar
esa conciencia. Determinismo de las “condiciones materiales” sobre la
conciencia.
La realidad es que el modo de obtener los recursos para
vivir genera conductas muy consistentes. Para simplificar veamos los distintos
modos de obtener ingresos:
1)
Los
funcionarios políticos. Su lucha es la obtención de cargos ejecutivos o
legislativos, que les aseguran varios años de ingresos. Constituyen una
“clase”, en el sentido que la gran mayoría trabaja en el Estado y nunca vuelven
a la actividad privada. Siempre habrá un nombramiento a su disposición, si
tienen los contactos y cumplan sus compromisos. “Hoy por mi, mañana por vos” es
su consigna. Muchos atraviesan gobiernos de diferente color ya que saben hacer
buenas relaciones con todos los grupos políticos. Su ideal, lógicamente, es que
su gobierno dure lo más posible. Luchan por reelecciones permanentes y por la
ampliación de los plazos y los poderes del aparato de gobierno
2)
Los
funcionarios de carrera. A diferencia de los primeros son miembros
permanentes, de planta, de la Administración pública. Los cambios de gobierno
no los afectan, ya que han sabido construir “quintas” de poder que son
inamovibles. Son los burócratas. Su ambición no es el poder político, sino el
poder administrativo de la maquinaria estatal que les asegura permanencia, en
un contexto de trabajo de baja intensidad.
3)
Los
funcionarios estatales en áreas críticas. Se trata de áreas de servicio a
los ciudadanos, o sea a los electores: seguridad, justicia, educación pública,
salud pública, transporte, etc. Su poder
les viene del rol que cumplen. Los gobiernos les temen ya que cualquier huelga
o desatención del servicio conduce a la pérdida de popularidad del gobierno.
Saben extorsionar.
4)
Los
trabajadores sindicalizados. Al igual que el grupo 3) , su arma es la
extorsión: huelgas, tomas, piquetes, etc. Los que pertenecen a sectores
estratégicos como transporte, energía, comunicaciones, etc. logran obtener
suculentos salarios. La única diferencia con el grupo 3) es que su empleador no
es el Estado, sino empresarios privados.
5)
Los
receptores de la ayuda del Estado. Son los más pobres de la sociedad,
objeto de maniobras clientelísticas a cambio de Planes Sociales. Estos planes
crean una situación de permanente dependencia, de invalidación de cualquier
esfuerzo ya que el “sistema” les asegura no morir de hambre, pero seguir siendo
pobres de por vida.
6)
Los
empresarios “amigos”. Cosntituyen la perversión del Capitalismo liberal,
que se transforma en sus manos en un Capitalismo de Estado, de “amigos”, en el
cual no compiten por obtener la aprobación de los consumidores sino la de los
funcionarios. Esa es la única competencia que les interesa.
7)
Los
profesionales, industriales,agricultores, comerciantes, y buena parte de los
empleados de Pymes. Es el sector más numeroso, pero el más débil. Carecen
de poder de negociación y son víctimas de políticas estatales (impuestos,
prohibiciones, etc.) salariales (“salarios mínimos”, cargas sociales,
indemnizaciones por despido) que los ponen constantemente al borde de la
quiebra. Sus empleados, muchas veces, en vez de ser “la clase enemiga” son
socios: saben que la caída de la empresa es su propia caída. Por lo tanto,
muchas veces limitan sus demandas y negocian sin coacciones condiciones laborales con sus empleadores, sin
poner en riesgo la empresa. Como son actividades no estratégicas (comercio,
pequeños servicios personales, servicios profesionales) y muy atomizadas, no
tienen poder de negociación. Si paran, nadie se entera. Su única fuerza es electoral, ya que la “clase
media” tiende a ser un sector muy numeroso. Pero no hay un “partido” que la
represente- o hay demasiados- y el voto es un arma muy débil cuando el día a
día es el que determina éxitos o fracasos. Obviamente, a diferencia de la
caricatura marxista, los empresarios tratan de pagar los mejores sueldos para
retener a los empleados más eficientes y, en general, son partidarios de
políticas de altos salarios, las únicas que les garantizan ventas. Porque-olvidó
Marx- los empleados son al mismo tiempo clientes. Y el empresario necesita
clientes con recursos para gastar.
Estos distintos segmentos sociales tienen intereses, prácticas e ideas distintas. Podríamos ahí sí coincidir con el planteo marxista de que las ideas se corresponden con la realidad social en la que están insertos los individuos. Pero no son meras “superestructuras” de la base material. Y además cambian y -sobretodo- a veces son contradictorias con los propios intereses de “clase”.En general, los primeros seis grupos son “estatistas”. Necesitan un Estado poderoso, grande, que acompañen “políticas sociales”, que generen mucho gasto público. Muchos gastos significan muchos impuestos. Y esos sectores casi no pagan impuestos: no son propietarios, no ejercen actividades independientes. Son asalariados o dependientes de los planes sociales.El grupo 7) suele ser “privatista”, Pero como el privatismo- el liberalismo, mejor dicho- es una postura casi extinguida, que solo recibe críticas del poderoso sector estatista y sus intelectuales (periodistas, profesores, sacerdotes, artistas, escritores, cantantes, cineastas, etc.) no pueden articular positivamente esas ideas. Actúan meramente a la defensiva, casi con culpa. Mientras los otros hablan de “bien común”, “solidaridad”, “justicia social” ellos solo pueden hablar con los hechos: cierran sus empresas si les va mal. Y si sobreviven, no se quejan. Nadie los expresa, los representa, los entiende porque el discurso único contra el individualismo, la ganancia, y contra los “empresarios explotadores” inhibe que la “intelligentsia” se ocupe de tan mezquinos intereses. Nadie se juega por un sector tan poco épico, tan poco literario como el peluquero o el verdulero del barrio. No son “sujetos históricos” dignos de ser mencionados. No promueven gestas ni discursos posmodernos.
Estos distintos segmentos sociales tienen intereses, prácticas e ideas distintas. Podríamos ahí sí coincidir con el planteo marxista de que las ideas se corresponden con la realidad social en la que están insertos los individuos. Pero no son meras “superestructuras” de la base material. Y además cambian y -sobretodo- a veces son contradictorias con los propios intereses de “clase”.En general, los primeros seis grupos son “estatistas”. Necesitan un Estado poderoso, grande, que acompañen “políticas sociales”, que generen mucho gasto público. Muchos gastos significan muchos impuestos. Y esos sectores casi no pagan impuestos: no son propietarios, no ejercen actividades independientes. Son asalariados o dependientes de los planes sociales.El grupo 7) suele ser “privatista”, Pero como el privatismo- el liberalismo, mejor dicho- es una postura casi extinguida, que solo recibe críticas del poderoso sector estatista y sus intelectuales (periodistas, profesores, sacerdotes, artistas, escritores, cantantes, cineastas, etc.) no pueden articular positivamente esas ideas. Actúan meramente a la defensiva, casi con culpa. Mientras los otros hablan de “bien común”, “solidaridad”, “justicia social” ellos solo pueden hablar con los hechos: cierran sus empresas si les va mal. Y si sobreviven, no se quejan. Nadie los expresa, los representa, los entiende porque el discurso único contra el individualismo, la ganancia, y contra los “empresarios explotadores” inhibe que la “intelligentsia” se ocupe de tan mezquinos intereses. Nadie se juega por un sector tan poco épico, tan poco literario como el peluquero o el verdulero del barrio. No son “sujetos históricos” dignos de ser mencionados. No promueven gestas ni discursos posmodernos.
¿No sería hora de que sus necesidades, demandas, intereses sean expresados con
fuerza, sin culpas, afirmando que el verdadero tinglado que soporta los excesos
de los otros sectores son los pequeño burgueses que abren su comercio a las 9
de la mañana todos los días, aunque nadie les garantice hacer una venta y
cubrir sus gastos?
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