Los gobiernos desde siempre han apelado a dos
mecanismos para recaudar : impuestos y falsificación de moneda.
Los primeros son de alta conflictividad
social: la gente siente que el gobierno le mete la mano en la cartera y le
roba. Hubo innumerables rebeliones impositivas. La Revolucion Americana comenzó
por un impuesto al té. “No taxation without representation” fue la consigna:
los impuestos deben ser aprobados por parlamentos que tengan representantes de
los contribuyentes.
La otra manera es menos conflictiva, aunque
más fraudulenta aún: emitir moneda cada vez con menor “ley”, menor proporción
de oro. El Rey tenía el monopolio de la acuñación, y para conseguir recursos
simplemente acuñaba monedas falsas, casi sin oro. Los efectos eran tan letales
como los impuestos, pero más difusos y tardaban mucho en hacerse evidentes.
Crear moneda falsa es generar inflación: los alimentos o el vestido cada vez
costaban más y, cada tanto- sobre todos cuando había una mala cosecha-
estallaba la rebelión.
De modo que los gobiernos fueron sofisticando
el robo.
Nacieron los impuestos indirectos: al comprar
sal, una parte del dinero iba a las arcas del Rey, pero la gente no sentía que
era atracada por los recaudadores de impuestos.
La otra forma de robar sin que se note fue
falsificar la moneda, pero no por la
grosera vía de mezclar oro con bronce, sino emitiendo billetes, Al
principio ,los billetes tenían “respaldo” en oro. Se suponía que cualquier
persona podía cambiarlos por oro. Pero eso se fue transformando en una
formalidad: nació el dinero fiduciario, no respaldado en reservas, pero
“garantizado” por el Estado. Así, cada vez más, el papel moneda fue independizándose
del oro. Se abandonó el Patron Oro y fue reemplazado por…papel “garantizado”: dólares,
en especial. O sea, bajo el supuesto de que el Estado no quiebra, los gobiernos
se sintieron libres para emitir moneda sin respaldo alguno.
Como la moneda no crea valor lo único que
conseguía la emisión de nueva moneda era favorecer al gobierno (que le pagaba a
sus proveedores y empleados con el papel que imprimía) y a los “amigos”: los
que recibían ese papel primero, compraban bienes a precio “viejo”. Como cada
vez había más papel, los bienes subían de precio. Como en esas “cadenas” donde
los primeros ganan y los últimos pierden, cuando los más pobres, los jubilados,
los obreros reciben el dinero “nuevo”, van al mercado pero ya los precios han
aumentado, con lo cual reciben menos valor por el producto de su esfuerzo. En
la inflación, los precios no suben todos el mismo día, sino que la onda
expansiva tarda un tiempo en hacerse evidente. En el interin, los privilegiados
que cobraron el nuevo dinero al principio, acopian productos aun a precio
“viejo”.
Los bancos forman parte del esquema de
expolio. Reciben autorización del Gobierno de prestar dinero no respaldado.
Esto crea un boom de consumo, la gente se larga alegremente a comprar, nadie
invierte, o se toman malas decisiones de inversión. El pais es una fiesta hasta
que estalla la desconfianza. La inflación se desboca y la gente siente que el
papel impreso cada día vale menos. Entonces corre a comprar oro o moneda
extranjera más fuerte. Caen los precios, cae la demanda y llega la recesión.
Del boom se pasa al crack. Desesperado, el Gobierno intenta recaudar vía
impuestos- ya que la inflación ha llegado al límite tolerable- . Pero aumentar
los impuestos agrava la desinversión y disminuye aun más el consumo. Entonces
el Gobierno sale a endeudarse . Pero nadie presta barato dinero a un gobierno
en problemas: prestan a altísimo interés. Se crea un nuevo problema: no solo
hay que pagar a los acreedores internos- que se puede hacer con billetes
inflacionados- sino que los acreedores externos exigen pago en moneda fuerte,
no en los despreciados billetes Nacionales y Populares. Crece el odio a estos
extranjeros explotadores, se agita el nacionalismo y, un día se declara el
default. Imposible conseguir prestamos del exterior: el país incumple sus
compromisos y el crack ya es total.
La fantasía de crear valor emitiendo termina
con una crisis estructural que obliga a ajustar los gastos del Estado. Esto
trae enorme conflictividad por parte de los perjudicados (empleados públicos y
proveedores del Estado) con lo cual la crisis económica se transforma en crisis
social y política.
En eso estamos. ¿No será hora de que los
gobiernos entiendan algo elemental: que el dinero es solo un símbolo, un
representante del valor de los bienes, y que sin creación de valor, el dinero
es solo papel pintado?
3 comentarios:
Tus artículos son bien claros y explicativos. Estoy leyendo un libro que se llama "Paper Promises" de Philip Coggan que trata algo de esto. Te felicit, y te sigo leyendo. Saludos. Jose Delgado
Las claves para ingresar son muy ilegibles
Parabéns pelo texto. Claro, conciso e didático.
Gracias José y brigado al anonimo de Brasil (o Portugal). Para eso arme este Blog en 2004. Para obligarme a ser claro. Saludos
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